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Lyra estaba sentada en la esquina de su cama, el dosel murmullaba contar la tela del camisón cada vez que se movía. Tenía un té humeante entre sus temblorosas manos, mientras intentaba recordar cómo había llegado de su cómodo lugar entre las sábanas hasta el frío piso en el cual la había encontrado semiconsciente Alina.

Alina había salido de la habitación en busca de unas mantas pues los escalofríos no cesaban. En el fondo de su mente Lyra recordaba un pequeño destello en palta pero nada más, luego oscuridad, no recordaba las polillas cercanas a su cuerpo, ni el frío del aire nocturno y eso la aterraba. Odiaba no tener pistas y sobre todo odiaba que el misterio rodeara su vida. Solía decir que anhelaba aventuras pero quizás no fuera cierto, tenía miedo de la vida en general y aquel suceso la había asustado en desmedida manera.

Sabía que en cuanto Alina cruzara las puertas de su cuarto comenzaría a interrogarla por lo cual estaba escrutando y exprimiendo su cerebro intentando hacer zumo de cualquier noción que tuviera sobre el asunto.

Pero estaba más perdida que nunca así que solo ignoró el tema y se recostó sobre las sábanas esperando que su amiga regresara.

Cuando Alina volvió, Lyra estaba cayendo en los brazos de Morfeo otra vez, pero se espabiló enseguida para poder responder a las preguntas de la chica. Alina solo dejó las mantas cerca de sus pies y se sentó con cuidado en la esquina de su cama. 

-¿Qué fue eso?- preguntó en un susurro entre temerosa y curiosa -¿el que?- respondió ella con ojos cansados, intentando evadir el tema. Alina negó con la cabeza dejando que mechones de su oscuro cabello cayeran por los lados de su cara, bajó la mirada hacia sus manos y dijo 

–Quizás estas maldita Lyra, ni siquiera es la primera vez que te pasa esto- y era cierto hace unos años la habían encontrado tirada en los límites de el bosque. Ella no recordaba nada, más que haber estado soñando con un hechizo muy extraño, lo cual no le había dicho a nadie, pues temía que supieran que tenía acceso a la magia.

-No lo sé Alina- murmuró cabizbaja Lyra y con un suspiro cuidadosamente se levantó de dónde estaba recostada, para cerrar las puertas de sus aposentos.

Alina se levantó de la cama caminando a paso seguro hacia Lyra.

–Linda, no te tortures vas a estar bien, o eso espero- dijo casi en un susurro, Lyra asintió mientras la azabache tomaba su cara entre tersas manos para pasar el pulgar por sus labios, corriendo un mechón de cabello hacia su oreja. Ella dio un respingo al tenerla tan cerca.

Volteando la cara con un leve gesto vislumbró la ventana con cierta nostalgia observando la plateada luna, y abrazo fuertemente a Alina.

–Todo va a estar bien- susurro para si misma Lyra con un pequeño jadeo al sentir la calidez del cuerpo de su compañera, al estrecharla con fuerza.

-Todo va a estar bien- reitero Alina pasando la mano con delicadeza sobre el cabello de Lyra –tengo miedo de que algo esté mal conmigo-  murmuró en un suspiro tembloroso ella.

En ese instante un trueno retumbó por todo el cuarto haciendo que ambas chicas saltarán aterrorizadas, separándose bruscamente.

Cuando el trueno dejó de reverberar contra las ventanas y comenzaron a caer gotas haciendo una tormenta en medio de la noche, Lyra se estremeció y dijo con voz liviana –Alina podrías dormir conmigo sabes cuanto odio las tormentas después de haberme asustado- Alina asintió suavemente sonriéndole a Lyra. Las dos se recostaron cerca una de la otra para darse calor, tapando sus cuerpos con las mantas que había buscado Alina.

Lyra se puso de frente viendo el sutil perfil de la chica sin poder dormirse con la tormenta resonando en sus oídos.

Pasaron unas horas y ella seguía sin poder dormirse, en cambio Alina había caído rápidamente. En uno de sus movimientos ambas chicas quedaron de frente respirando pesadamente pues era de noche, y estaban cansadas. Lyra con los ojos abiertos todavía recorrió con la mirada cada pequeña parte del rostro de Alina. Posando su vista en su carnosos labios, dejando que su mente vagara al ver sus pestañas revoloteando, acariciando sus mejillas con cuidado. Tan concentrada estaba memorizando sus gestos que se quedó dormida entre los brazos de Alina, con una pequeña sonrisa en sus labios.

𝕷𝖆 𝖈𝖍𝖎𝖈𝖆 𝖖𝖚𝖊 𝖘𝖊 𝖆𝖙𝖗𝖊𝖛𝖎ó 𝖆 𝖘𝖆𝖇𝖊𝖗   ... #PGP2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora