Un año antes antes

Tridas se encontraba sentado en la sala de entrenamiento, Jusefeth entró sin hacer ruido observó su espalda ancha y los cabellos rubios que caían como cascada sobre sus hombros, sus manos picaban por recorrer desde su espalda hasta su cuello que parecía frágil, quería sentir sus músculos tensarse a causa del esfuerzo por mantener su respiración estable, apretar esa garganta tan fuerte hasta sentir como se destrozaba cada vértebra.
Contuvo su respiración para no hacer ni el mínimo ruido, engancho su brazo alrededor de su cuello y, Tridas lo tomó del brazo, con un ágil moviento lo sujeto por el hombro y la parte superior de la cabeza tirando hacia el frente.

-¡Cuidado! Vas a romper mi brazo.-dijo Jusefeth sujetándose el hombro.

Tridas lo soltó y comenzó a reír, todos sabían cuando el rey estaba de humor su risa era tan estridente que podía escucharse al otro lado de la habitación.

— Eso pasa cuando intestas atacar a tu enemigo por la espalda ¡Eso es traición! Además debo recordarte que tengo más años luchando que tu.

—¡Ja! Presumido, vine avisarte que el consejo ya ha llegado, te esperan en la sala de reuniones.

—Supongo que a mal paso darle prisa.

Acomodó sus ropas para caminar en dirección a su alcoba y asearse un poco, Jusefeth lo seguía de cerca.

—¿Todos están reunidos o falta alguien?

—Solo faltas tú ¡Ah! Tengo noticias de  ese hijo irresponsable que tienes. Lo consientes mucho y algún día eso te saldrá muy caro.

—¡Vamos! Apenas es un niño, quiero que tenga la infancia que yo ni sus hermanos pudimos tener.

Caminaron a la sala de reuniones que se encontraba cruzando toda la planta baja del castillo casi llegando a los jardines.

—No me gusta cómo lo educas, pero en fin no es cómo si algún día fuese a convertirse en rey.

Tridas lo observó con rostro serio, como si estuviera considerando esa opción, una sonrisa se dibujo en sus labios y antes de abrir la puerta del salón de reuniones contestó.

—No tientes a la suerte, puede que un día cometa una locura.

Entró a la sala dejando a un aturdido Jusefeth.

—Buenos días, siento la demora.

—Damos inicio a la última sesión del rey Tridas con el Consejo de Alta magia y los guardianes de los elementos, quiénes son representados por su maestro el hechicero Azhal. - dijo el secretario que se encargaba de escribir todo lo que se decía en la sala.

—Su alteza, venerado sea su mandato en el reino de Numm.- dijeron todos los presentes haciendo una reverencia.

—Pueden sentarse comencemos, ya hemos hecho tardía esta reunión. Iniciemos con las nuevas demandas del pueblo.

—No están satisfechos con el nuevo sistema de comercio, algunos se quejan por que sus ventas han bajado  y otros no consideran justo que lleguen a los ríos  embarcaciones de otro reino para sacar peces Rumhi.

— Somos uno de los reinos con más Rumhi en toda Agea, es el único pescado comestible ¿Qué tiene de malo compartirlo con los demás? A demás no es como si lo estuviéramos regalando, con las monedas que se recolectan de esas exportaciones  estamos remodelando la plaza de los sacrificios e intercambiamos nuevos materiales para las academias de guerra, de medicina y danza.

—Eso lo entendemos nosotros, pero recuerde que no todos tienen la capacidad de ver más allá de su ambición.-dijo la hechicera Forella, ella siempre intentaba mantener la calma.

Agea: Los Guardianes y el reino de Numm. Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora