❛❛Depredadores, eso es lo que son ellos. Eso es lo que ella es.❜❜
Seth Clearwater tenía un gran peso que cargar sobre sus hombros: ser un puberto hombre lobo que acaba de convertirse y lidiar con la búsqueda de una molesta pelirroja sedienta de...
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Estaba seguro que mi rostro palideció y de pronto el tragar saliva se había vuelto complicado. Las cosas parecían complicarse cada vez más, todo estaba en contra.
Mire la puerta de mi habitación, escuchando los pasos cercanos de Leah. Venía a buscarme como siempre solía hacerlo cuando Sam nos llamaba. No le gustaba ir sola, aunque no le gustará admitirlo.
— Seth, ¿Que esperas?— mi hermana mayor se asomó—. ¡Vamos!
Mire nervioso a la ventana para después devolverle la vista a ella.
— Creo que no me siento bien— intenté mentir lo mejor que pude. Claro que nunca fui un buen mentiroso.
— No seas estúpido, apresuraté— se acercó tomándome de la sudadera y arrastrándome hacia fuera.
Intenté agarrarme de lo que pude en el camino, pero solo conseguí desordenar aún más mi cama y tirar una que otra figura de acción de la mesita de noche.
— ¿Que es lo que te pasa? Deja de actuar como un crío y mueve tu trasero— bufó molesta—, no quiero reprimendas de Sam por tu culpa.
— Leah, de verdad me estoy sintiendo algo delicado del estómago— inventé—. Creo que voy a vomitar si me sigues moviendo— hice una falsa arcada y me cubrí la boca con la mano para hacerlo más creíble.
— Muy bien— se detuvo—, ahora me dirás qué es lo que pasa. ¿Por que de pronto ya no quieres ir?, ¿Que es lo que hiciste?— me encaró cruzándose de brazos y alzando una ceja.
Tenía la misma mirada intimidante de mama y eso me causo un extraño escalofrío.
Respire profundo intentando no rascarme la nuca y parecer culpable. Hice el intento de sonreír teniendo como resultado una mueca y baje la mirada por tan solo segundos.
— ¿Por que crees que me pasa algo?— actúe a la defensiva.
— Seth, soy tu hermana. Te guste o no crecí contigo y soy una de las personas que más te conoce en el mundo. Cuando actúas así, quiere decir que algo estúpido haz hecho y estás tratando de encubrirlo— la mire derrotado y relaje mis músculos—. Vamos, prometo no decirle nada a mamá si es lo que te preocupa— alentó.
— Es que...
Les juro que estuve a punto de contarle toda la verdad. De mirarla a los ojos y sacar todo lo que llevo callando desde la mañana, esperando liberar está extraña culpa. Pero de pronto mire el jarrón de barro que la abuela Clearwater le había regalado a mi madre y la sola idea de poder librarme de un interrogatorio hostigante fue demasiado.
