C. 24. Sangre

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Me dejo caer lentamente al suelo cuando veo la mancha roja en mi mano. Mi espalda roza con la pared de la que antes me recostaba. El sabor salado y metálico hace presencia en mis papilas gustativas. Mis manos tiemblan y mi corazon se acelera. El miedo me golpea y mi respiración comienza a acelerarse. ¿Qué demonios?

¿S..sangre?

La tos vuelve y por instinto vuelvo a cubrir mi boca. La separo nuevamente cuando la tos cesa y veo como esa mancha a aumentado, es una cantidad mayor y espesa a comparación con la de antes. Mi cuerpo se estremece, un escalofrío me recorre.

-M..mami hay sangre en tu boca...-escucho la voz asustada de mi pequeño niño.

Paso débilmente una mirada sobre él. Está asustado, está aterrado. Intentó moverme hacia él, pero ya no tengo fuerzas para eso. Dejo caer mi mano manchada en sangre sobre mi regazo, totalmente derrotada. Mi visión se comienza a borrar lentamente, pero antes de perderla completamente, busco el contacto de Pavel en mi teléfono, quien sigue sujeto débilmente por mi otra mano. Lo consigo, con mis pocas fuerzas presiono su nombre en la pantalla, luego logro presionar el símbolo de llamada y mi teléfono comienza a llamarle.

-Ll..llama a pa..papá-murmuro mientras empujo débilmente el teléfono hacia los pies de Ney.

Entonces sucede, mi visión desaparece, me sumerjo en oscuridad, mientras siento como la mitad de mi cuerpo decae chocando contra el suelo. No puedo moverme, mis fuerza a desaparecido, pero a lo lejos puedo escuchar los que parecen gritos asustadizos de mi pequeño.

-¡Mami!-su voz se escucha rota.-¡Mami despierta...!-puedo escuchar como solloza, puedo sentir sus pequeñas manos sobre la piel de mi cara.-¡Mamá!-está desesperado.

Lentamente voy perdiendo la audición, sin embargo el dolor en mi cuerpo, no desaparece. Intento moverme, intento hablar, pero no lo logro. Mi cuerpo ya no puede más. Las sollozos lejanos de mi pequeño destrozan mi alma y mientras aún puedo escucharlos y ser consiente a través de mi audición, solo ruego despertar con fuerzas para abrazarlo con fuerza y consolarlo mientras llora.

Sin embargo, por mas que intento moverme o decir algo no lo consigo. Mi audición al final también se desvanece, junto a todos mis demás sentidos, pero antes pude escuchar su voz preveniente desde la otra línea.

-¿Hola? ¿Jessica?-su lejana voz, mezclada con los lamentos de mi pequeño fue lo ultimo que mi audición pudo percibir, antes de sumirme en una completa oscuridad, llena de silencio y soledad.

-

Lo escucho, un pitido lejano que cada vez se hace considerablemente fuerte. Siento una leve presión en mi cabeza, es solo un leve dolor. Mi garganta está mas seca de lo normal y mi boca contiene un terrible sabor amargo. Siento frío, mucho frío. Me remuevo suavemente e incomoda en mi lugar, pero siento un leve pinchazo en mi brazo derecho. Suelto un leve quejido, mientras me detengo. Intento abrir mis ojos, pero la claridad de la habitación no me lo permite de inmediato. Así que parpadeo varias veces, para que mis ojos se acostumbren lentamente a la claridad. Ese pitido molesto en la habitación no se detiene, pero comienza a hacerse molesto junto a la presión en mi cabeza.

Cuando al fin recupero mi vista, puedo entenderlo todo. La habitación esta completamente iluminando por luces blancas y brillantes que molestan levemente a mi vista. Las paredes a mi alrededor son de un azul pálido, casi al punto de ser blancas. Frente a mi, contemplo una ventana, que se encuentra cubierta por cortinas venecianas de color blanco, las cuales están cerradas. 

Suspiro.

Observo la manta blanca que cubre mi cuerpo desde mi cintura, hasta mis pies. Es fina, muy fina, tanto que no logra darle tan siquiera un poco de calor a mi cuerpo. Luego observo mi brazo derecho, el cual aun duele un poco debido al pinchado que recibí. Tengo un suero conectado a mis venas, goteando algún liquido transparente como el agua, del cual desconozco completamente lo que pueda ser, lo que explica la incomodad que siento. Intento ignorarlo, ya que me ponen algo ansiosa las agujas en contacto con mi piel por mucho tiempo. 

Me incorporo en la camilla y siento como al hacerlo, la fuerza en mi cuerpo es débil. Lo dejo pasar por el momento, desvío la mirada de la aguja en mi piel hacia otra dirección e intento pensar que fue lo que sucedió. Estoy un poco confundida, no recuerdo con claridad lo que sucedió o la razón por la que estoy aquí. En un hospital. Sin embargo, las cosas cambian cuando alguien, un hombre con una cara familiar entra a mi habitación vestido de blanco. Tiene un escaso cabello grisáceo, piel blanca y unos ojos marones que observan una carpeta medica. Su semblante es serio, mientras observa el contenido en ella.

No hace falta que me esfuerce tanto, consigo recordarlo casi de inmediato. Es el doctor que me ayudo ese día que desfallecí frente al chico del alquiler. El amigo de Pavel.

Yo carraspeo sutilmente mi garganta para dejarle saber que he despertado. Se detiene a unos metros de mi camilla y levanta la mirada. Sus ojos se encuentran con los míos. Veo que sonríe levemente, para continuar acercándose hacia mi. Sin embargo, algo en su sonrisa no me gusta. 

-¿Cómo te encuentras, Jessica?-cuestiona mientras deja su carpeta medica sobre una de las mesas de noche al lado de mi cama. 

-Me duele un poco la cabeza.-murmuré siguiendo sus movimientos con la mirada. Él asiente levemente con mis respuesta.

-¿Recuerdas que paso antes de despertar?-continua cuestionando mientras revisa la bolsa del suero.

-Me desmaye...-dije tratando de recordar con mas detalle. Pero mis recuerdos están levemente nublados.

-Bien.-dice asintiendo levemente.-Le pediré algunas pastillas para el dolor de cabeza a las enfermeras.-toma su carpeta medica y luego saca un lápiz de tinta del bolsillo en su bata medica. Comienza a escribir sobre las paginas den su carpeta.

-¿Quien me trajo hasta aquí?-pregunto solo para confirmar, algo que ya se.

-Pavel.-responde.-De hecho él esta aquí. En la cafetería del hospital.-añade colocando el lápiz de tinta en su bolsillo.-Puedo llamarlo si quieres.-sugiere a lo que no digo nada.

Noto mi vestimenta. Es esta bata de hospital que no me agrada del todo. Sin embargo, eso no es lo que me comienza a incomodar. Miro el suero, luego mi vestimenta y pienso en las preguntas que me ha hecho ese hombre.

Algo no esta bien. Puedo sentirlo.

-¿Que es lo que me sucede?-cuestiono observando fijamente la cara del doctor.

Veo su mandíbula tensarse, al momento de preguntar. Sus ojos se encuentran con los míos y noto cierta preocupación en ellos. Él suelta un suspiro y deja la carpeta sobre la mesita de noche nuevamente. Se ve tenso, el ambiente en la habitación es tenso.

¿Qué sucede?

¿Acaso estoy tan mal?

No recuerdo bien lo que sucedió cuando me desmaye, pero solo fue un desmayo después de todo ¿no?

-Lo lamento...-su voz es dura.-Te diagnosticamos leucemia. Cáncer en la sangre.



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Las cosas se están poniendo feas.

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ᴅᴇᴍᴀꜱɪᴀᴅᴏ ᴛᴀʀᴅᴇ ᴘᴀʀᴀ ɴᴏꜱᴏᴛʀᴏꜱ ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora