Capítulo 16 | Espectáculo

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GRACE

Grace había tenido que enfundarse su vestido negro de fiesta y un par de tacones. Hubiese preferido mantenerse encerrada en La Resistencia durante días, aunque hacer la maleta y salir disparada hacia la otra punta del país le parecía todavía una mejor opción. Al menos, esperaba poder emborracharse esa noche.

No había llevado a cabo estos planes por dos razones. La primera, si se quedaba en Chicago debía mantener la misma rutina diaria y no llamar la atención. La segunda, aunque en ese instante todavía estuviese enfadada con Francesca no quería dejarla atrás. En realidad, después de muchos años por fin encontraba un lugar que, si bien no podría llamarlo hogar, era lo más cercano que había estado de uno. Y Frannie era lo más cercano a una familia.

Grace comenzó a trabajar en el Hysteria a los pocos días de pisar La Resistencia por primera vez. Después de un tiempo viviendo en los suburbios de Nueva York y meterse en algún que otro lío relacionado con la falsificación de obras de arte, decidió que era necesario un cambio de aires. Entonces solo tenía quince años y Francesca tuvo que interceder en más de una ocasión. Por un lado, para dotar de algún tipo de modales a una andrajosa adolescente y, por otro, para convencer a Michael Oronov, dueño del Hysteria, de meterla a trabajar allí sin haber cumplido los dieciocho años. No fue una tarea difícil, ya que una bruja atractiva y menor de edad solo atraería más clientes.

La tarea más complicada para Francesca fue dotar a Grace de habilidades sociales. Frannie aún recordaba la primera noche de Grace en el Hysteria y cómo tuvo que apartarla de un grupo de licántropos a los que, además de robar, intentó clavar varios tenedores cuando le propusieron irse a uno de los reservados. Jamás pensó que una criatura tan pequeña pudiese tener ese carácter y mucho menos esa fuerza. Cualquiera diría que Grace era una bomba a punto de explotar, pero lo que Francesca vio en ella fue un diamante en bruto. Un diamante en bruto que llevaba puliendo dos años.

—¿Tequila? —Francesca le ofreció un vaso de chupito, hablando por encima de la ensordecedora música—. Es mi ofrenda de paz.

Grace terminó de cobrar a un par de clientes y miró a Francesca, aún enfadada por el robo de la tiara. Finalmente suspiró, orgullosa, y aceptó la ofrenda, bebiéndose el chupito junto a ella de un solo trago. Tras mirarse unos segundos y echarse a reír, se tomaron otro. Iban a necesitar más para aguantar toda la noche.

—Nos lo merecemos. Además, hoy estás super potente —Frannie se rio, apoyándose en la barra mientras hacía por subirle el vestido de lentejuelas por detrás. Grace le dio un manotazo, divertida, mientras unos demonios que esperaban en la barra se fijaban en ellas con sonrisas lascivas.

El Hysteria estaba repleto de gente aquella noche. Era sábado, acababa de ser Halloween y desde hacía unos meses era el local de moda entre los jóvenes ricos y sobrenaturales de Chicago. Esa moda no se debía al lujo que desprendía, sino a la gran cantidad de drogas, prostitutas y esclavas de sangre que era posible encontrar en una sola noche.

Mientras dejaba una botella en la estantería de cristal y tonos oscuros que tenían a sus espaldas, Grace pudo ver a Francesca meterse una raya de lo que dedujo sería algún tipo de cocaína hecha para su especie.

—¿Quieres un poco? —le ofreció Frannie, guardando la bolsita que contenía esa sustancia en el bolsillo trasero de sus pantalones de cuero.

—Estoy servida —respondió Grace. Ella nunca tomaba drogas. Era una de las pocas reglas no escritas que tenía en su vida. Y era extraño que Francesca lo hiciera.

—He visto a Alexia —fue la explicación que le dio Frannie.

—¿Alexia? —Grace pensó con rapidez. Supuso había ido al ático de Callum Waldorf ese día. Se le revolvió el estómago.

Cuando fuiste mía (LA GLIMERA #1)Where stories live. Discover now