Capítulo 24 | Las Elegidas

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GRACE

Grace apenas había podido dormir esa noche. Después de su primera vez con Connor, ninguno pudo hablar. Solo podían tocarse. Recordaba sentir aún los aleteos del placer cuando Connor les tapó a ambos con un edredón y la pegó a su cuerpo, aún ardiendo. Ambos sucumbieron a un sueño profundo.

Solo dos horas más tarde se despertaron prácticamente al unísono y sus cuerpos volvieron a buscarse, con ansias, como imanes. Connor volvió a poseerla con absoluta necesidad bajo las sábanas, devorándola. Grace sentía esa misma necesidad, porque daba igual cuánto la tocase, cuánto la hiciese suya... no era suficiente. Su cuerpo respondía con la misma urgencia y nada más alcanzar el orgasmo, le exigía más, mucho más.

Grace jamás pensó que el sexo sería así. Ni las historias pornográficas que le contaba Francesca le habían permitido imaginar ese tipo de placer, esa necesitad imperiosa, primitiva, por otra persona. Y ese nuevo anhelo le preocupaba.

No se arrepentía de haberle entregado a Connor Blackwood esa parte de ella. Lo había deseado tanto como él, desde el momento en el que la encontró en La Glimera. Nunca había deseado a nadie de esa manera, ni su cuerpo había reaccionado igual. Sin embargo, ahora, después de haber experimentado aquello con Connor, se preguntaba si sería capaz de encontrar ese placer en otra parte. Cómo sería capaz su cuerpo de reaccionar así ante otro hombre.

Ahora Connor estaba profundamente dormido, totalmente pegado a ella. Grace sentía el peso de uno de sus brazos sobre su pecho, aferrándola a él, como si ella tuviese la intención de escapar. Así, dormido, Connor parecía totalmente inofensivo. Nadie diría que ese era el mismo licántropo terriblemente obcecado y arrogante que hacia tan solo unas horas le había dado tanto placer.

Grace ahogó un jadeo y contuvo el impulso de despertarle. Su piel y su cuerpo volvían a arder, pero se sentía entumecida y dolorida. Estaba llena de chupetones, marcas, y sus ojos continuaban violetas. Con un ligero temblor, apartó su brazo suavemente y salió de la cama en silencio. El aire frio del apartamento erizó su piel, desnuda, y volvió a ponerse el camisón de seda negra. Sabía que necesitaba una ducha, pero indagar en el ático del príncipe Blackwood era demasiado apetecible.

Durante las horas que pasó en ese apartamento sola, Grace había tenido oportunidad de rebuscar y cotillear en todas las habitaciones, armarios y cajones de la planta baja. Pero no encontró nada personal. Si no fuese por la decoración, acogedora, parecería que allí no vivía nadie. No se atrevió entonces a subir al ático, pero ahora era diferente. Y ella no dejaba de ser curiosa.

Se fijó en la gran estantería que ocupaba toda la pared frente a la cama, repleta de libros. Junto a esta, un sillón orejero y de lectura de color burdeos. En la otra esquina del ático, frente al ventanal, había un escritorio de madera clara con un portátil, libros y algunos papeles desordenados. Supuso que a Connor le gustaba leer y se sorprendió de ello.

Grace sabía que iba a invadir su privacidad, pero se acercó a la estantería y comenzó a leer los títulos de los volúmenes. Muchos libros eran de literatura clásica, aunque la mayoría eran de historia, tanto de humanos como de su propio submundo. Grace sabía que eran varios los autores dedicados a preservar esa cultura sobrenatural, pero nunca había visto un libro editado sobre ello. Cogió uno de los libros que le llamó la atención, titulado "Brujas de Salem y las Elegidas", pero cuando fue a abrirlo sus ojos captaron algo mucho más interesante.

Varios marcos de fotos decoraban espacios libres de las baldas. Grace supo que se trataban de imágenes de su familia. En una de las fotografías aparecían todos y reconoció rápidamente a Madison y Darren Blackwood, porque se trataban de figuras demasiado públicas y porque el parecido de Connor con ellos era indiscutible. En esa imagen tan solo parecían unos padres cercanos, normales, rodeados de sus cuatro hijos. Supuso que las mujeres adultas, aunque de apariencia joven, se trataban de sus hermanas mayores, Evangeline y Nicole. Había una chica, una adolescente que prácticamente tendría su misma edad, situada al lado de Connor.

Cuando fuiste mía (LA GLIMERA #1)Where stories live. Discover now