C͎h͎a͎p͎t͎e͎r͎ ↑ 21

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- Yah -Renjun suspiró.- Jaemin-a, ¿cuándo te irás a casa? Son más de las diez treinta -le preguntó algo cansado.

Na Jaemin, era un chico sumamente guapo, pero demasiado insistente. No dejaba de acosarle, tanto en la Universidad como en la tienda de conveniencia. Incluso ya la frecuentaba tanto que su madre le había tomado muchísimo aprecio.

- Ya dije que me quedaré a esperar a que termine tu turno -explicó el pelinegro.

Huang resopló y se sentó en su silla.

- Bueno, si te vas a quedar ahí sin hacer nada -el otro no le dejó terminar.

- ¿Quién dice que no estoy haciendo nada? Estoy mirando tu carita toda preciosa -el pelinegro de mechones blancos dio un revuelo de ojos y luego negó.

- Yah. Hablo en serio, deja de verme así. Estas espantado a los clientes, psicópata -Na frunció el ceño y luego se puso a caminar entre los estantes buscando algo de comer para matar el tiempo.

Sabía que la madre de Renjun luego vendría a relevarlo. Y tendría una buena oportunidad de estar con el mayor. Seguramente la señora Huang le pediría acompañarlo a casa. A él lo quería mucho a pesar de que su hijo si le hacía rechazo.

Pero no por mucho. Estaba dispuesto a conquistar al bonito chino.

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Tiempo después un cliente entró a la tienda; Jaemin tuvo que correr trás el mostrador y colocarse un chaleco con el logo de la tienda para atenderle. Renjun se había quedado dormido.

Y le entendía. Había estaba despierto mucho tiempo y haciendo de todo para atender lo mejor posible a todos los clientes.

Una vez aquel señor se fue miró la hora y eran ya las 12:45 am. Tarde... Pero se quedaría cuidando a Huang.

Observó su cara detalladamente y quedó perdido mirando los labios ajenos. Eran rosas y pedían a gritos ser besados. Pero se contuvo y en su lugar besó la frente ajena luego de apartar un par de cabellos rebeldes.

Segundos después la señora Huang entró.

- Wow, Jaemin-a, ¿estabas aquí, cariño? -preguntó con ternura al ver como el menor traía puesto el uniforme del local.- Oh, por lo que veo estabas ayudando al perezoso de Ren -dijo y luego palmeó fuertemente sobre la mesa, despertando de un tirón al que estaba dormido.

- ¡Mamá! -se quejó el de cabello negro y mechones blancos.

- ¡¿Cómo pudiste quedarte dormido?! ¡¿Te imaginas lo que hubiese pasado si Jaemin-a no hubiese estado aquí contigo?! Aigoo, muchacho irresponsable -le regañó y luego agarró las mejillas del coreano.- Sin embargo, Jaemin-a es un ángel. Gracias por cuidar nuestro negocio, te pagaré por eso -habló con dulzura.

Renjun mirando la escena ofendido.

- No se tiene que preocupar por eso, señora Huang, lo hice porque Renjun se pasó toda la mañana estudiando en la Universidad y trabajó mucho hoy. Estaba cansado y fui yo quien le dijo que tomase una siesta, mientras yo le cubría hasta que usted llegase -mintió un poco, pero todo para salvar al bonito chino.

- Aigoo, incluso cuidas a este punk -sin más le golpeó el brazo a su hijo sin dejar a mirar con amor a Jaemin.

- ¡Mamá! -reprochó.

- ¡Tú deja de quejarte! -amenazó levantando su mano y haciendo al menor pestañear incontables veces alarmado.- Recoge tus cosas y ve con Jaemin-a a casa para que descansen. Es muy tarde para que regrese a la suya -ordenó.

El coreano sonrió contento pero luego se puso serio al ver la mirada asesina que el chino le lanzó.

- Está bien -accedió de mala gana, agarrando sus cosas, y quitándose el uniforme, acción que imitó el menor.- Vámonos -le dijo a este.

- ¡Jaemin-a duerme cómodo! ¡En la mañana iré para prepararte un desayuno delicioso! -gritó emocionada la madre de Renjun.

Quien luego de ver al menor asentir e irse con este sonrió. Tenía más que claro que el pelinegro moría por su hijo y ella haría lo posible para ayudarlo a acercarse más a Renjun.

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De camino a casa del mayor había mucho silencio, sin embargo este fue disuelto a causa de la bonita voz de Renjun.

- Mi madre te adora -soltó de la nada.- Si supiera lo insoportable que eres -

Jaemin lo miró ofenfido.

- Oh -lo señaló.- Eres un malagradecido. Yo te ayudo y te defiendo, ¿y así es cómo me pagas? -

- Toma como compensación que dormirás en mi casa, tonto. Eso es más que suficiente agradecimiento -discutió.

- Tú no lo habrías sugerido. Deja de quitarle mérito a tu madre -encaró.

- La verdad no -confesó sin pena.

- Qué malo. Yo te ayudé -repitió.

- Yo no te obligué. Te dije que te fueras a casa, tú fuiste quien decidió quedarse -habló y luego se tropezó.

Jaemin actuó rápido y lo sostuvo, siendo apartado por el chino cuando este logró equilibrarse.

- Si me hubiese ido -Huang le interrumpió.

- Yo no me hubiese quedado dormido. Sólo dejé que el sueño me venciera porque sabía que no te irías -admitió y Na festejó.

- Ohhh -agarró de los hombros al más bajo.- ¿Eso significa que confías en mí? -Renjun se le quedó viendo y luego cambió la vista.

- Ya llegamos -sin más abrió la reja y entró.

Jaemin sonrió.

- Es muy orgulloso como para admitirlo -susurró contento.

- ¡¿No vas a entrar?! -le gritó el chino desde dentro.

- ¡Ya voy~! -


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¿A quién más aparte de mí le está gustando demasiado este fanfic? :")

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E͎n͎e͎m͎i͎e͎s͎ t͎o͎ L͎o͎v͎e͎r͎s͎ ↑ J͎o͎h͎n͎i͎l͎Where stories live. Discover now