QUATTORDICI•

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Capítulo 14:

Narra Sabrina

No tengo ni idea en donde estamos, el hombre lleva una hora manejando y estoy comentando a desesperarme. Mis ojos van a un cartel que dice

"Bienvenido a Arizona"

— Dijiste que me llevarías a Los Ángeles ¿Por que estamos en Arizona?

— Solo sigo órdenes, señorita— Su mirada permaneció en el camino

Me llega un llamada de Hossler.

— ¿Porqué mierda estoy en Arizona? En una semana necesito volver a Los Ángeles.

— Tranquila...— sabía que el sonreía aunque no pudiera verlo— Me encargaré que llegues sana y salva a Los Ángeles, pero no hoy.

— ¿A que juegas? Te deje claro que no quería volver a verte, no le diré a nadie lo que vi, solo... solo déjame ir.

Se escuchó su carcajada.

— Nadie se libra de mi tan fácil, Muñeca. — Dijo seguro de su respuesta.

— Eres un imprudente. — Colgué.

— Vaya... usted realmente no le teme al Capo— dijo el hombre a mi lado.

Falso. Cuando vi a asesino a esos hombre como si nada, le temo y mucho.

Llegamos a una especie de Mansión y cuando aparcó no tarde en salir del auto.

— Sígame— dijo y yo obedecí.

Todo es normal para ser una casa de estas. Me guío a una habitación y me dijo que esperara aquí. Alrededor de media hora la puerta se abrió dejando ver a Hossler. Tiene una pequeña sonrisa mientras me observa.

Me levanto con los brazos cruzados esperando una explicación. Se acerca a pasos lentos y firmes, hasta quedar delante de mi mientras yo miraba hacia todos lados menos a él.

De un momento al otro agarró mi cabello obligándome a mirarlo y que nuestras nariz rozaran. Su mano libre enrolló mi cintura acercándome a él.

— Suéltame...— Toque el agarre de mi cabello.

Se acercó a mi cuello comenzó a dejar besos en mi piel erizada. Sus labios tocaron lo míos y la mano que estaba en mi cintura bajó a mi trasero para apretarlo. Las palma de mi manos dieron con la ventana que daba vista al gran bosque mientras mis bragas bajaban hasta mis tobillos. Introdujo dos dedos haciendo que mis piernas comenzaran a fallar. La ventana es lo único que me sostiene al sentir algo más grande ocupó el espacio de los dedos.

— Oh...— mis manos resbalaban en el cristal.

Agarró mi cabello echadolo hacia atrás y levantó una de mis piernas permitiéndole más aseso y profundidad. Di un brinco a causa de un golpe en mi trasero.

— Nota lo mojada que estás... no trates de resistirte a mi por qué no va a funcionar. Ahora me perteneces, tu cuerpo me pertenece ¿está claro, muñeca?

Asentí sumida en el placer. Estaba pérdida, me encanta la forma en la que me toca y me folla. Me hace querer más...

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