VI: UN ALMUERZO CAÓTICO

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Pansy estaba jugando con fuego y a sabiendas de que en cualquier momento podría salir quemada, le gustaba esa adrenalina que le provocaba el insinuarse a Daphne cada que se topaban. Momentos que por supuesto estaban meticulosamente planificados por la pelinegra. Si la rubia quería jugar, ella era la mejor en el juego.

- ¡Ups! -la toalla de Pansy se había caído al suelo, dejando su desnudez a merced de los ojos azules de Daphne, quién justo pasaba por el pasillo. Le miró con falsa inocencia y vergüenza; pues la verdad es que había oído a Daphne anunciarle a Astoria que iría a darse un baño. Rápidamente se le ocurrió una idea.

Daphne parpadeó, deteniéndose en seco. La escrutó sin pudor; subiendo desde las piernas hasta conectar con los ojos verdes de Pansy. Terminó por formar una amplia sonrisa seductora. Por supuesto le gustaba lo que veía.

- Siempre he pensado que tienes lindo busto -le guiñó un ojo. Pansy se mantuvo de pie frente a su habitación, mordiéndose concientemente el labio inferior. Daphne acortó lentamente la distancia, atreviéndose a rozar el hombro de la pelinegra con sus dedos-. Ya es la tercera vez que se te cae la toalla frente a mí... -le dijo, tan suave y meloza-. Te conozco, Pansy, no han sido casualidades. O, ¿me equivoco? -la miró, alzando levemente una ceja.

Pansy se encogió de hombros, enterrando en sus ojos todo rastro que la delatara.

- No te creas la más importante -se defendió Pansy indiferente, recogiendo la toalla a sus pies. Al erguirse nuevamente, los brazos de Daphne la sujetaron por la cintura. Por más que intentara hacer todo para seducir a Daphne, también se aferraba al recuerdo rencoroso de la ruptura-. ¿Te he dado permiso para que me toques?

- Nunca la he necesitado -le respondió la rubia, dándole un apretón que si no fuese por su mucha experiencia en autocontrol, el gemido hubiese emergido de su boca fácilmente. Afortunadamente lo retuvo para sí.

- Las personas cambian de parecer, ¿no es así, Daphne? -la aludida tensó la mandíbula, sin apartar la mirada un segundo. Si en algo tenían en similitud ambas, era que difícilmente se intimidaban-. Has cambiado tantas veces tus promesas, ¿por qué yo no podría también?

- ¿A quién quieres engañar, Pansy? -Daphne ladeó una sonrisa arrogante-. Porque a mí no puedes. Sé que... -fue bajando la voz, mientras que se acercaba al rostro de Pansy-... quieres ésto tanto como yo... -le rozó los labios, incrementando el deseo en ambas.

- ¡Por Merlín santo!

Daphne y Pansy giraron el rostro hasta el final del pasillo, en dónde un pelirrojo tenía las manos tapando su vista.

- ¿Qué sucede, Ron?

Hermione salió también de su habitación, topándose con los rostros estupefactos de las chicas a tres puertas más abajo de donde estaba ella y Ron.

- Juro que tendré pesadillas -murmuró Ron, aún con las manos en sus ojos.

Daphne se retiró de sobre Pansy y ésta aprovechó para enrollarse (de mala gana) la toalla en el cuerpo.

- Siempre tan oportuna, Granger -gruñó, mirando molesta a Hermione. Ésta la miró confundida antes de que Pansy se metiera a la habitación azotando la puerta.

Daphne se aclaró la garganta-: Disculpen -dijo luego, siguiendo su camino hasta su habitación, en dónde se adentró sin decir más.

Hermione sintió un pinchazo en el pecho, estaba tan confundida e incluso indignada. ¿Por qué Pansy se enfocó solo en ella? Ron fue el que en primera interrumpió lo que fuese que estuviera pasando en el pasillo. Sorpresivamente, sintió algo de enojo al confirmar la nueva unión de Daphne y Pansy. Cosa que la confundía aún más. Desde hacía una semana que presenciaba las miradas que daban; y también aquellas manos que se perdían bajo la mesa durante los desayunos y las cenas. En definitiva le daba incomodidad ser la única que lo notaste, pues sus padres, Harry y Astoria, estaban más interesados en conversar sobre cosas triviales.

¿Y SI DECIDO QUEDARME?Where stories live. Discover now