XXXVIII: ¿BUENA DECISIÓN?

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— ¡No estoy bromeando, Potter! —Pansy gritaba, sus ojos rojos e hinchados delataban su falta de sueño por el llanto producto de la desesperación y angustia de no saber dónde estaba su hijo. Hermione se hallaba en la que fue la habitación de Ginny, en La Madriguera, sedada para que pudiera dormir—. ¡Tus Aurores son unos malditos incompetente! —seguía vociferando, a un palmo de la cara de su hermano—. ¡Hektor lleva tres días desaparecido, joder! —la voz se le quebró y los ojos se le llenaron de lágrimas. Gruñó, con los dientes apretados—. Juro que los encontraré, y los despellejaré con mis propias manos. ¡Nadie toca a mí familia!

— ¡Pansy! —le llamó Harry, intentando detenerla—. ¡Pansy! ¡Maldita terca de mierda...! —corrió detrás de ella, pero cuando salió, no había rastro de su hermana—. ¡Maldición, Pansy!

¿Cómo le pedía que se quedase en casa de los Weasley, refugiada, y su pequeño niño estaba en quién sabe dónde?

Habían podido sedar a Hermione, pero ella era mucho más astuta como para caer en la trampa de aquel té.

Tres días. Setenta y dos horas. Cuatro mil trecientos veintidós minutos.

No. No soportaría estar ni un segundo más a la espera de noticias.

Se apareció en los linderos de la antigua Mansión Parkinson, allí, conjuró un Patronus. Se sorprendió bastante al no ver a la característica mariposa de tono plateado bañada de azul, sino una nutria saltarina que le rodeó dos veces hasta que se detuvo antes sus ojos. Recordaba haber visto a alguien conjurar una igual, pero su mente no llegaba a centrarse en nadie en concreto. Sin tardarse más, pidió a la nutria ir por Draco Malfoy, Blaise Zabini, Theodore Nott y las hermanas Greengrass.

Si tenía que jugar sucio para encontrar a Hektor, entonces no le importaría besar el infierno para conseguirlo.

Esperó con impaciencia sentada a la cabecera del enorme comedor, observando cada tanto el reloj en su muñeca.

La chimenea crepitó, dando aviso de la llegada de Daphne Greengrass. La rubia llevaba un vestido negro y botas a color, y su pelo, caía con gracia sobre su espalda semi descubierta.

— ¿Ya te aburriste de jugar a la casita? —preguntó con cierto matiz ácido Daphne, llegando frente a Pansy. Lo único que las separaba, era aquel comedor rectangular—. Ahorita estoy con Viktor. Acéptalo.

Pansy hizo una mueca desdeñosa. Le miró fijamente y exhaló, irguiéndose en el asiento

— ¿Asumiste que quería volver contigo? —torció una sonrisa—. Daphne, no me interesa saber con quién te acuestas, la verdad, no me importas más que como una vieja amiga. Acéptalo —la aludida se tensó, cruzándose de brazos para no dar entender cuanto las palabras de Pansy le hirieron. La pelinegra chasqueó la lengua, y habló justo cuando la chimenea volvió a crepitar—. Necesito la ayuda de todos —miró a Blaise y a Theo acercarse—. Hektor, mi hijo, fue secuestrado por unos mal nacidos que haré pagar bien caro por ello.

—  ¡Me apunto! —exclamó Blaise, con una sonrisa malvada.

— Está demás decir que cuentas conmigo —secundó Theodore Nott.

Ambos hombres tomaron asiento también en el comedor. Pansy posó la vista en Daphne y alzó una ceja, esperando una respuesta.

— Pertenezco a "La Orden Secreta de Slytherin" después de todo —se encogió de hombros, también sentándose—. Solo advierto, ésta vez no seré de carnada.

Theo, Blaise y Pansy, rieron. Draco se les unió un minuto después y Astoria, cinco minutos más tarde.

— Harry nos matará si salimos vivas de ésto —dijo Astoria, caminando al lado de Pansy.

¿Y SI DECIDO QUEDARME?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora