Introducción

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En cada una de las ciudades del plano celestial habitaban seres y criaturas asignados a sus respectivas ciudades celestiales. La única ciudad que se mantenía con solo un habitante era la ciudad de Oro, con un serafín que se encargaba de todo, desde la organización de las reuniones de la corte, como la intervención en las decisiones de esta. Él era la mano derecha del ser supremo, el segundo al mando, la comunicación directa de los seres celestiales para con el ser supremo.

Él sabía que su puesto era importante ya que él era el líder de una jerarquía.

—¿Padre, estas ahí? —preguntó desde su gran silla de oro.

Al no recibir respuesta dejó las cosas que estaba haciendo y se paró de su asiento para caminar por su oficina, pensando en qué es lo que debe de decir o hacer para que el gran ser le responda.

El ser supremo había desaparecido ya hace dos semanas atrás, no se sabía nada de él. El serafín debía mantener esto en secreto, algo así no podía ser revelado a los demás seres celestiales. No se sabe qué pasaría si se esparce la noticia de que el ser supremo no ha dado ninguna señal de que está presente.

—¿Que debo hacer para que vuelvas a hablar conmigo? —llevó sus manos a su cabeza en señal de frustración.

Él estaba cansado de intentar una y otra vez sin éxito alguno hablar con el ser supremo, se sentía ignorado, abandonado y desprotegido.

—Solo dame una señal de que estoy haciendo las cosas bien —rogó.

Y como si lo hubiesen escuchado, la ciudad de Oro se iluminó de una luz dorada intensa que alcanzaba cada esquina de esta, pero eso solo podía significar una cosa, un nuevo ser celestial había sido creado.

El serafín salió a toda prisa a descubrir quién era este nuevo ser, y por sobre todo a qué ciudad había sido asignado. Visitó desde la ciudad de Jade hasta la de Platino. Si el nuevo ser no estaba ahí, era porque estaría en uno de los más altos rangos, la ciudad de Plata.

Cuando llegó, vio a la multitud de serafines, querubines y tronos rodeando algo.

—Señor —dijo un general querubín agachando su cabeza ante él—. Un nuevo ser ha nacido.

—¿A qué región pertenece? —preguntó el serafín.

—No es de ninguna región. —El serafín vio al general confundido—. Es de la ciudad de Plata íntegramente. Un serafín.

El serafín de la ciudad de Oro miró a la multitud y poco a poco comenzó a entender lo que estaba sucediendo. Decidido se acercó hacia el recién nacido y observó como este estaba en alguna clase de sueño.

—Despierta joven serafín —dijo mientras puso la palma de su mano en la cabeza del ser dormido —. Ya es tiempo de despertar, Zafir.

El recién nacido comenzó a despertar y ver a todo su alrededor con asombro. Cuando ya logró levantarse y extender sus 6 alas, el público que lo observaba comenzó a hacer una gran ovación de júbilo para el joven.

—¡Un nuevo serafín ha nacido! —dijeron los tronos.

Los seres celestiales de todas las ciudades agradecían al ser supremo al unísono.

El serafín más fuerte observó como todos tomaban al joven para celebrarlo, mientras que él posó su mirada en el cielo esperando que esta vez sí le respondiera.

«¿Padre, me vas a reemplazar?» pensó.

Red Blend - La Corte BlancaWhere stories live. Discover now