𝙲𝚊𝚙 𝚌𝚒𝚗𝚌𝚞𝚎𝚗𝚝𝚊 𝚢 𝚌𝚒𝚗𝚌𝚘

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Western High sería la sede del torneo de ajedrez, por lo que ese sábado, el equipo de D'amelio High esperó de forma paciente a que la directora apareciera a recogerlos.

El instituto contaba con un uniforme formal que constaba de un traje de tres piezas -ya fuera con falda o pantalones- y corbata, mismo que era utilizado en ocasiones especiales, tales como torneos, entrega de reconocimientos, visitas guiadas a otros institutos o universidades y excursiones culturales, por lo que los cuatro estudiantes estaban vestidos de forma pulcra y su aspecto era prolijo.

O lo sería, de no ser por el hematoma oscuro que resaltaba en el pómulo derecho de Avani y desviaba la atención de cualquiera hacia la piel maltratada.

—Avani... —inició Dixie apenas la vio.

—Cierra la puta boca, D'amelio —espetó la chica antes de colocarse al lado de Nick y tomar una postura rígida.

—Pero...

—Eres una imbécil —gruñó Avani—. Mi madre creyó que me metí en una pelea callejera y me llevó al médico porque sintió horror al pensar que podía tener una hemorragia interna. ¡Le pidió al médico que me vendara todo el cuerpo, idiota! —Espetó.

—¿En serio te...

—Cállate, Nick —zanjó Avani, por lo que el chico se aclaró la garganta e hizo lo que se le pidió. Addison formó una mueca pero se mantuvo en silencio y casi inmóvil—. ¿En qué estaba? Ah, sí. ¡Eres una maldita imbécil!

Todos guardaron silencio y mantuvieron posturas rígidas, casi incómodas con hombros tensos y espaldas rectas en la acera mientras esperaban que Heidi llegara y los llevara a Western High para el maldito torneo.

Dixie miró a su amiga con cierta reticencia y frunció el entrecejo, obviamente entendía que Avani estuviera molesta por el hematoma porque su rostro era -según ella- su arma mortal y jamás había tenido alguna lesión o un brote de acné, pero la pelinegra llegó para mandar todo eso al carajo y de un día para el otro le estrelló la cabeza contra el pupitre y... bueno.

Pero seguía viéndose atractiva, y con toda la honestidad del mundo, el hematoma le daba un aspecto tenebroso y peligroso que resultaba fascinante. Francamente, sí parecía que había estado en una pelea callejera y había ganado, y eso era sexy.

—El hematoma te da actitud. En serio parece que le rompiste la boca a alguien. Seguro tendrás a un montón de chic... —Dixie guardó silencio al percatarse de la mirada homicida en su dirección—. Yo solo decía.

—¿De verdad estuviste en una...

—Cállate, Nick —volvió a decir la chica, y un par de segundos después, el Maserati de Heidi se detuvo frente a ellos—. Te odio, Jane.

Una vez que los estudiantes estuvieron instalados dentro del auto -Avani de copiloto y Nick, Dixie y Addison en el asiento trasero- y se abrocharon los cinturones de seguridad, la directora adoptó una expresión de pánico al ver el estado del rostro de Avani y, al mismo tiempo, la pelinegra colocó su cabeza en el hombro de su novia.

—Vaya, Avani, ¿estuviste en una pelea? —Cuestionó Heidi.

Hastiada por la pregunta constante, la chica espetó en respuesta.

—Sí.

Cuando la directora emprendió el camino hacia Western High, Addison pasó un brazo sobre los hombros de su novia y la acurrucó contra su torso, pero lo que parecía un abrazo cariñoso y protector, Dixie lo tomó como una prueba de voluntad, porque debajo de las capas del uniforme y prácticamente contra su costado reposaba el cuerpo divinamente esculpido de la chica ucraniana y, honestamente, la ojiverde tuvo un problema cuando recreó en su mente la sensación del peso de Addison sobre su cuerpo y la forma en que se quitó el crop top y... mierda.

De repente, Dixie recordó la apuesta sobre la foto haciendo topless y deseó no solo ganar el torneo, sino que se le permitiera tocar el cuerpo de su novia y tal vez pasar su lengua por...

—¿Dixie? —Murmuró la rubia con expresión preocupada—. ¿Estás bien? Estás tensa.

—Sí, yo solo... —estoy deseando ponerte en mi boca, quiso decir—. La verdad estaba recordando la apuesta que hicimos —admitió en un tono casi inaudible.

La forma en que los iris mieles descendieron de forma inmediata hacia sus pechos hizo que la pelinegra supiera que Addison estaba de nuevo en la apuesta, y si el brillo malicioso que inundó su mirada fue una indicación, haría todo lo posible por ganar.

Cuando llegaron a las instalaciones de Western High el ambiente se sintió sombrío, gélido y lleno de murmullos mientras caminaban detrás de la directora en dirección al patio donde se llevaría a cabo el torneo. Nick parecía aburrido, Avani llevaba expresión homicida y Addison y Dixie se sujetaban de las manos mientras caminaban una al lado de la otra.

—¿Sabes? Voy a ganarte esta vez —murmuró la rubia una vez que doblaron en una esquina—, y entonces podré verte.

Dixie rodó los ojos y dejó salir una risa burlona sin separar sus manos.

—Tu confianza es sexy, pero honestamente, Addi, vas a perder.

La rubia ralentizó el paso y esperó que los demás se adelantaran al doblar otra esquina, por lo que una vez que no estuvieron a la vista, empujó a su novia contra el muro del corredor vacío y la empotró contra el concreto y su cuerpo antes de besarla.

Cuando se separaron, Dixie tenía los pómulos enrojecidos -no exactamente por vergüenza- y la chica ucraniana pasó una mano de forma juguetona sobre la costura en la entrepierna de los pantalones del uniforme de su novia antes de alejarse y seguir su camino.

—Ya lo veremos.

Dixie tragó saliva de forma forzada ante el torrente de adrenalina que inundó sus sentidos y, mierda, debía ganar esa estupidez de torneo para obtener no solo otro trofeo para la vitrina de D'amelio High.

Necesitaba inspiración para hacer manualidades.

"𝚂𝚝𝚘𝚕𝚎𝚗 𝚔𝚒𝚜𝚜𝚎𝚜"Where stories live. Discover now