𝙲𝚊𝚙 𝚘𝚌𝚑𝚎𝚗𝚝𝚊 𝚢 𝚌𝚒𝚗𝚌𝚘

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Cualquiera pensaría que luego de la visita a la estación de policía debido a la fiesta de San Valentín de Avani, los jóvenes aprenderían del error y evitarían las fiestas fuera de control, sin embargo, ese sábado estaba por llevarse a cabo la fiesta en la piscina más asombrosamente genial de todos los tiempos en D'amelio High. Sería tan épica que todo mundo hablaría de ello, y con algo de suerte, se quedarían lejos de la estación de policía.

Heidi había accedido a que su residencia fuera la sede de la fiesta de Avani por el cariño que le tenía, pero dados los acontecimientos de la última vez, esclareció que por ningún motivo Andy dejaría la casa, así podría supervisar y evitar cualquier tipo de problema. Además, las bebidas estarían controladas, así que había muy pocas cosas que pudieran salir mal.

Los invitados empezaron a llegar a eso de las cinco con hieleras llenas con sodas, agua mineral y jugo de distintos sabores, y obviamente llevaron también las enormes cajas o bolsas para regalo con los obsequios de Avani, misma que todavía no se dignaba a aparecer.

Addison estaba recostada en una de las tumbonas cerca de la piscina y Yamilka permanecía sentada en una silla plegable, colocada estratégicamente bajo una sombrilla para evitar los rayos del sol, y a sus pies estaba una hielera llena con botellas de vodka, tequila y brandy, y en general todos llevaban trajes de baño porque obviamente era una fiesta en la piscina.

Cali estaba paseando por el jardín, gruñendo a todo aquel que quisiera tocarla porque en definitiva odiaba las multitudes.

Dixie estaba recordándose que nada podía salir mal con su hermano mayor allí, sin embargo, cuando apenas se estaba convenciendo de que no habría inconvenientes, Andy apareció por las escaleras vestido con un impecable esmoquin negro hecho a la medida y unos zapatos recién lustrados, lo que encendió todas las señales de alerta de la pelinegra.

—¿Qué demonios haces vestido así? —Espetó Dixie con el entrecejo fruncido.

Andy se pasó una mano con el cabello recién peinado y se encogió de hombros.

—Tengo una cita con Lana Lang.

—Pero nuestra madre dijo que debías quedarte a cuidarnos —masculló la pelinegra con los nervios a flor de piel—. Andy, por favor, no quiero volver a la estación de policía.

—No lo harás —respondió él con convicción—. Regresaré antes de que te des cuenta de que me fui.

Dixie trató de decir algo, pero antes de poder idear una objeción, su hermano ya había salido por la puerta delantera, misma puerta por la que ingresaron Avani y Charli. La chica vestía un traje de baño completo y llevaba una enorme camisa con todos los botones abiertos mientras la corredora llevaba shorts vaqueros y la parte superior de un bikini azul oscuro.

—Yay, feliz cumpleaños a mí —murmuró Avani con expresión aburrida antes de quitarse las gafas oscuras.

—Demonios, tu emoción es tan contagiosa que incluso me dieron ganas de lanzarme del tercer piso —respondió la pelinegra—. ¿Qué sucede?

—La señora Gregg dijo que si su perfecta hija termina de nuevo en la estación de policía, pagará para que la dejen allí una semana completa y además, cuando salga hará que vaya a un internado militar en Alemania o algo así —informó la castaña, por lo que su novia gruñó entre dientes y frunció el entrecejo—. Oye, Vani, te juro que esto será algo tranquilo —murmuró Charli antes de dejar un rápido beso en los labios de su chica.

—Como sea —Avani resopló y extendió las llaves de su auto hacia su mejor amiga—. ¿Podrías guardarlas por mí? Dejé el auto en la acera de enfrente.

La pelinegra asintió sin ningún problema y se guardó las llaves del Mustang en el bolsillo trasero de los shorts vaqueros.

La fiesta avanzó más rápido de lo previsto pero afortunadamente la mayoría de los invitados seguía medio sobrio, a excepción de Addison y Dixie, que habían perdido carreras de shots contra Yamilka, misma que se encontraba bailando con alguien cerca del borde de la piscina mientras la pelinegra estaba sentada en el regazo de su novia. Se sentía mareada y estúpidamente caliente, lo que muy posiblemente significaba que su período estaba cerca.

—Uhm, amor, ¿puedes venir conmigo? —Cuestionó Dixie sobre la boca de su novia, quien asintió sin dudarlo.

La pelinegra tomó la mano de Addison y la dirigió al exterior de la casa y hacia la salida de la residencia, por lo que la chica ucraniana preguntó algo, pero en lugar de responderle, Dixie sacó las llaves del auto de Avani de su bolsillo y presionó el botón para desactivar la alarma, luego abrió la puerta trasera e ingresó de forma torpe para ser seguida inmediatamente por su novia.

Una vez que Addison cerró la puerta, la pelinegra se lanzó a su boca y empezó a tocarla por encima de la tela medio húmeda del traje de baño debido al agua de la piscina. La rubia rápidamente colocó a su novia sobre su regazo y le soltó el botón de los shots vaqueros antes de meter su mano directamente dentro de la ropa interior, lo que hizo que Dixie jadeara y se retorciera en el regazo de la chica ucraniana en busca de fricción.

—Addi, por favor —expresó la pelinegra en un suspiro sin aliento.

Como toda respuesta, la rubia recostó a su novia en el demasiado estrecho e incómodo asiento trasero y le quitó los shorts con torpeza para luego recostarse sobre ella y empezar a besarle el cuello y dejar mordiscos agradables en la piel de su garganta al tiempo que sus dedos exploraban debajo de la tela del bikini y Dixie jadeaba y se retorcía con energía sexual apenas contenida.

La pelinegra gimió en voz alta al sentir que su novia jugó suavemente con la humedad alrededor de su clítoris y arqueó la espalda cuando Addison atrapó uno de sus pezones rígidos en el interior de su boca, y la rubia estaba tan ensimismada y emocionada tratando de llevar a su novia al orgasmo, que cuando escuchó que Dixie dijo el nombre de otra chica en lugar del suyo, se detuvo de forma abrupta, completamente ofendida.

—Oh, sí —jadeó la ojiverde con la voz ronca—. Joder, Avani...

Addison alzó la cabeza de inmediato y buscó el rostro de su novia con incredulidad, pero en lugar de encontrarla absolutamente al borde del orgasmo, encontró que estaba mirando a través del cristal de la ventana del auto y había una expresión horrorizada en su rostro.

—Mierda —balbuceó la chica ucraniana mientras trataba de cubrir a su novia.

La voz de Avani sonó amortiguada, pero su expresión asesina fue demasiado evidente y Dixie estuvo segura de haber escuchado una amenaza de muerte y algo sobre que debía quemar el maldito auto.

"𝚂𝚝𝚘𝚕𝚎𝚗 𝚔𝚒𝚜𝚜𝚎𝚜"Место, где живут истории. Откройте их для себя