Quiero estar contigo.

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Advertencia: (+18) (se avisará cuando llegue a esa parte, no es sólo eso) Muuucho texto.

—💚

—Я насрал на суку  (Me cago en la puta)—Masculló con fastidio Volkov, a su lado, por el repentino sonido de la alarma.

Horacio simplemente se removió en la cama, con el ceño fruncido y soltando un gruñido, cubriéndose con las sábanas hasta la cabeza, esperando que ese ruido tan molesto cesará de una vez por todas.

El aparato por fin se calló, y sintió como el peso a su lado desaparecía, probablemente porque su novio se había levantado, después de todo, ambos tenían que trabajar esa mañana. Aún así, a Horacio le importó más bien poco, se acomodó y continuó con su dulce sueño, durante al menos un rato. Eso, hasta que sintió como le quitaban la cobija con la que se cubría, sin ningún tipo de delicadeza, inmediatamente soltó un quejido, y abrió los ojos muy despacio y con mucha pereza, viendo a su lado a su novio, de pie, con los brazos cruzados, y con una cara de culo increíble; ya estaba bañado, además de pulcramente vestido y peinado; se veía muy guapo, pero en ese momento lo único que quería Horacio era matarlo.

—¿Qué haces?—Le preguntó en un quejido, con los ojos entrecerrados por el sueño y con tono un tanto molesto.

—Levántate.—Respondió serio, y algo tajante—Vamos a llegar tarde, y no voy a quedarme una puta media hora tratando de despertarte como siempre. Si no te levantas ahora, me voy sin ti.

Dicho esto, dió media vuelta y salió de la habitación.

Horacio rodó los ojos, antes de levantarse con fastidio.

Llevaban peleados desde el día de ayer en la mañana, y desde ese momento habían tenido un montón de roces sin sentido, casi llegando hasta el punto de discutir por cualquier cosa. Ambos estaban estresados, y ninguno de los dos dispuesto a disculparse. Estaban hartos de las actitudes contrarias, casi sin admitir las suyas propias.

Una vez se alistó, fue a la sala, allí se encontraba el peligris, sentado en el sofá, viendo su móvil sin mucho interés, y como no, con su monumental cara de pocos amigos.

—Desayuna, está en la mesa. No tardes.—Su voz era firme y fría, casi como una orden, ni siquiera levantó la vista del móvil.

El contrario obedeció sin rechistar, honestamente ya no quería seguir peleando, ya estaba harto de eso, pero al parecer el mayor no.

Después de haber desayunado rápidamente, se dirigieron al auto del ruso, este como conductor.

El viaje era jodidamente silencioso y parecía bastante más largo de lo que era en realidad. En un intento de alivianar el ambiente, Horacio se inclinó con la intención de encender la radio, como normalmente lo hacía, pero Volkov le detuvo.

—No la pongas, me duele la cabeza.

Horacio resopló y se recostó en el asiento, cruzándose de brazos y viendo por la ventana, como un niño pequeño enfadado.

Se detuvieron en un semáforo.

—Joder, vamos a llegar tarde, otra vez—Se quejó el peligris, y luego se volteó hacia él con expresión molesta—Te dije que te apuraras, siempre es igual. ¡Estoy harto!, no entiendes lo que la responsabilidad, y por eso siempre-

—¡Deja de echarme la culpa!—Le cortó y le encaró— Si tanto te molesta entonces te hubieras ido solo, como dijiste.

—¿Qué, eso querías?—Bufó— Si lo hubiera hecho, luego estarías molesto por eso y sería igual, ¿Entonces qué cojones es lo que quieres?

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⏰ Última actualización: Jul 03, 2021 ⏰

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