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𝖢𝖺𝗉𝗂́𝗍𝗎𝗅𝗈 𝗎𝗇𝗈

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𝖢𝖺𝗉𝗂́𝗍𝗎𝗅𝗈 𝗎𝗇𝗈. 𝅄✦⸱࣭ ִ
𝖭𝗈 𝖾𝗌 𝗅𝖺 𝗆𝗎𝖾𝗋𝗍𝖾 𝗅𝗈 𝗊𝗎𝖾 𝗎𝗇
𝗁𝗈𝗆𝖻𝗋𝖾 𝖽𝖾𝖻𝖾 𝗍𝖾𝗆𝖾𝗋. 𝖣𝖾𝖻𝖾 𝗍𝖾𝗆𝖾𝗋
𝗊𝗎𝖾 𝗇𝗎𝗇𝖼𝖺 𝖾𝗆𝗉𝗂𝖾𝖼𝖾 𝖺 𝗏𝗂𝗏𝗂𝗋.
▬ 𝖬𝖺𝗋𝖼𝗈 𝖠𝗎𝗋𝖾𝗅𝗂𝗈.

 ▬ 𝖬𝖺𝗋𝖼𝗈 𝖠𝗎𝗋𝖾𝗅𝗂𝗈

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⠀⠀⠀⠀ABRÍ MIS OJOS DE GOLPE al escuchar los ladridos por parte de de mi protector y fiel amigo. Pasé mi sabana por encima de mis hombros y me coloqué las pantuflas, me acerqué a la ventana donde mi perro se encontraba ladrando hacia el horizonte, como si alguien hubiese intentado entrar.

— ¡Hey Hachiko! —llamé tratando de tranquilizarlo, lo cual logré después de darle unas suaves palmadas sobre su cabeza, lo cual funcionó —. ¿A quién le ladras, amigo? No hay nadie.

Él suavemente lamió mi mano e irse a subir sobre mi cama mirando a mi dirección y entre sus ojos supe que esperaba que fuera con él. Me reí suavemente para después ir a mi escritorio y acomodar mis cosas de la escuela, me había quedado dormida terminando la de anatomía. Minutos más tarde sentí como caí nuevamente en el sueño pero no duró mucho ya que abrí mis ojos nuevamente a comparación de que ahora no podía mover mi cuerpo, había entrado nuevamente en un parálisis de sueño. Qué ilusa fui al creer que hoy iba a ser diferente.

— Miranda. —escuché que susurraban en mi oído, su aliento olía a podrido y era lo suficiente frío como para ponerme la piel de gallina.

Sabía que no era causa de mi imaginación por el líquido negro que salía de su boca y ojos, eso simbolizaba la perdición y la desesperanza.

Cierto, se me había olvidado encender el incienso para alejar a los espíritus. Sabía qué tenía qué hacer para seguir evitando que se alimente de mi miedo y ansiedad pero no pude seguir evitando que creciera, a medida que pasaban los años ella debía de disminuir por la convivencia que tenía con el más allá a menudo, pero seguía y seguía creciendo, cada vez más anhelaba ese miedo en pisarme como si de un pequeño insecto se tratara.

— ¡Miranda! —me gritó alguien causando que me sobresaltara y regara mi batido encima de mi ropa —. Ups, tampoco quería hacer que te regaras el batido encima.

— Tampoco era necesario que me gritaras, Erika. —bufé tratando de quitarme parte del pegaso líquido de la rosada camisa.

— No, claro que era necesario —comentó el chico, Augustus—. Otra vez parecía que te habías ido del plano terrenal, mirabas a los Cullen como si quieras devorarlos en un solo bocado.

— Entiendo que estén guapos y para comerlos pero no literalmente —bromeó Dalilah, gruñí para después levantarme de la mesa agarrando mis cosas y encaminándome al baño antes de que fuera imposible no quitarlos —. ¡No, si claro, te veo después de diseño 3D!

Llegué a los baños y dejé mi mochila encima de los lavamanos y, por encima, dejé la chaqueta de cuero que había sido la única en salvarse del batido de brownie que había pedido como parte de mi almuerzo. Agarré un pañuelo que traía en mi bolso y lo mojé con agua e intenté seguir quitando la mancha.

— Dudo que se quite ahora. Debes de lavarlo en tu casa, podrías usar para eso un poco de bicarbonato de sodio con agua pero te seguirá costando un poco en quitarla —dijo una chica entrando al baño, instantáneamente mis manos comenzaron a temblar y mi respiración a faltar. La miré a través del gran espejo y no pude pasar de alto la temible aura que soltaba la chica de baja estatura, aunque no era solo eso lo que temía si no  también de los gritos que provenían de ella —. ¿Quieres que te ayude?

— N-no. Gracias. —agradecí evitando hacer contacto visual con la chica.

No sé porqué decían que Alice Cullen era una dulce persona con aires de alegría, si tan solo supieran cómo era en realidad ni debajo de la tierra dejarían que se escondiera.

Rápidamente agarré mi mochila y salí corriendo del lugar dejando a la chica confundida ante mi repentinamente actitud, bueno, siempre evitaba acercarme a ellos o mantener una conversación con los Cullen.

Llegué a mi clase de Esquemática y me senté en mi respectivo puesto el cual estaba casi a la mitad del salón y un poco apartado de la rubia de los Cullen. A los pocos minutos el profesor decidió comenzar con la clase, pero casi me atraganto con mi propia saliva al escuchar su elección de compañero de trabajo para mí.

— La señorita Satō hará un trabajo sobre las leyes de Gestalt con la señorita Hale. —me volví espantada para ver la rubia quien frunció el ceño al ver mi espanto, supongo que la ofendí.

— Profesor, disculpe, pero ¿no podría cambiar de compañero? —pregunté entre desespero.

— Si tiene una excelente razón para hacerlo quizás podría cambiarlo, mientras no la tenga tendré que rechazar su petición. —respondió para seguir nombrando a los trabajos.

Y así fue como ellos comenzaron de construir el infierno sobre la tierra.

𝐓𝐇𝐄 𝐁𝐄𝐘𝐎𝐍𝐃,  twilightWhere stories live. Discover now