Miranda ha estado encerrada en una capsula del más allá, en una terrible oscuridad viendo lo que otros no ven; terribles fantasmas que más de una vez que han intentado apoderarse de su cuerpo para seguir permaneciendo en el plano terrenal. Todo es c...
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EDWARD SE VEÍA MUY APUESTO con aquel smoking azul oscuro, su cabello había sido cepillado para atrás lo que hacía resaltar aun más sus ojos melados, cuyos ojos brillaron al verme.
— Señor Cullen —murmuré aún sorprendida por su atractividad —. Te ves muy bien.
— Tú te ves demasiado hermosa como para ser real. —comentó, ciertas palabras hicieron que mi corazón latiendo rápido.
Nos quedamos viendo por un rato cediendo ante la belleza del otro, observé por un instante su energía y pude ver cómo está de estaba aclarando poco a poco, como si el amor alejara aquél monstruo que escondía su cara angelical.
— Oh, qué apuesto te ves, Edward. —dijo la abuela, llegando con su traje tradicional coreano.
— Usted igual, señora Satō. —dijo Edward ganándole una sonrisa a mi abuela.
— Eres tan encantador como tu padre. Harías una muy buena pareja con mi nieta —la abuela me miró muy seria—. No sé qué estás esperando para aceptar los sentimientos de este muchacho.
Dió la media vuelta y se fue a buscar al abuelo.
— Nunca antes había visto a la abuela hablarme tan en serio, mucho menos verla tan ansiosa por verme con un chico ya que usualmente me decía “Enfócate en tus estudios. Los chicos serán después de tu carrera profesional.” —dije, a lo último imitando la voz anciana de Joyce.
Edward rió.
— Las abuelas son muy sabias, de pronto puede ver en mi mis sentimientos sinceros hacia ti. —sus ojos se oscurecieron al decir esas palabras agarrando mi mano y acariciando los nudillos con su dedo pulgar para después llevarlo a la altura de sus labios y plantar un helado beso en ellos.
