10. Una muñeca enana

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JENNA

Al llegar a la casa de Gigi me sorprendió la decoración ostentosa del lugar. Había transformado su sala en un club nocturno lleno de adolescentes que bailaban y bebían al ritmo de la música. Algunos en bañadores y otros con su ropa empapada. Probablemente por haberse metido a la piscina con ella puesta.

—Esta no es como una de las típicas fiestas de Gigi. —afirmé casi gritando para que Doris pudiera oírme a través de la estruendosa música.

—¡Claro que sí lo es! —dijo ella girándose hacia mí mientras seguíamos a Adrián a través de la gente— Lo que pasa es que como no has venido a las últimas 316 fiestas que ha hecho después del primer año no la notarás como típica. —terminó con un dejo de obviedad.

Me quedé pensando en sus palabras y me debatí mentalmente en si tenía razón o no.

Ya estando en la cocina, miré el lugar con detenimiento. No estaba tan lleno de chicos como la sala, pero la cantidad de cajas de licor, bocadillos y barriles de cerveza hacía difícil el paso de cualquiera.

—¿Qué quieren tomar? —preguntó Adrián con tres vasos rojos vacíos esperando en el mesón.

—Sírveme un vaso con 90% de licor de naranja, un 7% de whisky, y un 3% de hielo cariño. —dijo Doris mirando a su novio de manera juguetona.

Él asintió y dirigió su mirada a mí, expectante.

—Un poco de Vodka de cereza con algo de hielo, por favor. —dije avergonzada, ya que era la única bebida que conocía y sabía que no me emborracharía con facilidad.

Adrián nos sonrió y preparó los tragos como si fuese un profesional, mientras nosotras reíamos cada vez que le daba vueltas a las botellas o tiraba los vasos al aire.

Ya con nuestras bebidas en manos y dispuestos a salir al patio trasero, un chico de piel morena y ojos miel se acercó a nosotros:

—Eh, Woods. —Saludó a Adrián. Sin embargo, su mirada estaba en mí y no en su amigo.

—Thompson, creí que no vendrías. —dijo el novio de mi amiga mientras saludaba al moreno con un choque de puños.

—Algo me decía que debía hacerlo, sabes que soy hombre de instinto. —bromeó el chico sin despegar sus ojos de los míos.

¿Acaso nos conocíamos? No, lo recordaría sin duda. Entonces, ¿Por qué me miraba como si esperase a que le dijera algo?

Adrián comenzó a reír estruendosamente y al hacerlo consiguió que el chico desviara su mirada hacia él, dándome oportunidad de echar un vistazo a otro lugar que no fueran sus ojos color miel.

En eso, distraje mi mente de sus voces y me permití contemplar en silencio el lugar. Mi cabeza se había desconectado. Mi cerebro no captaba otro ruido que no fuera el de mis pensamientos que divagaban en sólo una cosa: ¿Dónde estaba Liam?

—¡Jen! —gritó Doris a mi oído— Él es Josh Thompson, un amigo de Adri. — dijo haciendo que volviera a la realidad.

Miré al chico en frente de mí y me permití observarlo con más detenimiento. ¡Vaya! Era muy guapo. Llevaba una camisilla de algodón blanco fino que se ajustaba a sus músculos y hacía que su piel tostada se viera muy suave. Sus vaqueros desgastados y rotos acompañados de una chaqueta de cuero negra y un par de tenis color crema. Su cabello rizando cayéndole en la frente y rebajado a los lados le otorgaba un estilo relajado. Y por último, su sonrisa y ojos desafiantes que me miraban como depredador al acecho.

—Jenna, un gusto. —dije sin más, pareciendo completamente desinteresada ante la presencia de tal "Bombón", como dirían otras chicas.

—El gusto es todo mío, muñeca. —contestó Josh e hizo que mi cerebro recordara algo.

A través de tu mirada.©Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt