14. Tenemos un problema

41 6 13
                                    

JENNA

La luna brillaba sobre el cielo nocturno, Liam y yo nos encontrábamos a unos metros de la piscina. Ya había pasado media hora desde el incidente, media hora hablando con él sentados en las tumbonas, media hora teniendo que soportar las miradas curiosas de todo aquel que pasaba junto a nosotros, una media hora plagada de miradas incómodas y ese fastidioso nudo en mi estómago.

Me encontraba mirando el reflejo reluciente del agua bajo la luz de los faroles y de la bella y resplandeciente luna llena. Ya era la tercera vez esta noche. Liam estaba charlando con dos chicos que se detuvieron para saludarlo y felicitarle por su acto de heroísmo al salvarme y decirme "frases de apoyo" como: "Espero estés mejor, suerte que Liam estaba cerca", "Deberías aprender a nadar, lo bueno es que estás bien, pero no está demás que aprendas" y cualquier otra frase que en vez de reconfortarme, simplemente me incomodaban aún más que el hecho en cuestión. Liam aparentemente lo notó, de nuevo, y despidió amablemente al par de chicos.

—¿Te encuentras bien? —Preguntó sosteniendo mi mano sobre la suya— La gente suele ser muy idiota en estas situaciones. Tal vez deberíamos irnos a otro lado, así estaremos más tranquilos. —No respondí ante la proposición, sólo asentí forzadamente y seguí mirando el agua, me sentía incómoda y sobre todo avergonzada con Liam, sin embargo nada de lo que pasaba era su culpa, sino mía.

Desde que pasó el incidente prácticamente le he obligado a quedarse conmigo a charlar, al principio me sentía bien pero luego comencé a ver a la gente, a notar como nos veían, lo que decían y me comencé a sentir como un animal en exhibición, y no conforme a eso, él no había podido disfrutar de la fiesta ni un poco, siempre se mantuvo aquí conmigo, apretando mi mano cuando sentía la mirada de los curiosos, haciéndome reír para olvidar las pequeñas burlas que otros decían al pasar. Él estuvo aquí toda una hora apoyándome y aún así me sentía fatal por retenerlo junto a mi, quería que se divirtiera, no que pasara toda la noche cuidándome. Se lo había dicho varias veces, sin embargo, decidí volver a hacerlo, no podía seguir arruinándole la noche.

—Mira, Liam —comencé tratando de regalarle una sonrisa amable, a pesar de mi estado de ánimo—. Sé que has estado aquí conmigo, preocupándote por lo que sucedió antes. Pero en serio, deberías ir a nadar un rato y disfrutar lo poco que queda de fiesta. No quiero que te prives de la diversión solo por estar conmigo.

Liam me miró con un dejo de reproche.

—Creo que ya te había dado mi opinión sobre eso hace un rato —Dijo sonriendo con obviedad.

—Pero...

—Pero yo te dije que preferiría quedarme aquí contigo y sigo pensando igual. —Respondió tomando mi rostro entre sus manos y mirando mis ojos con ternura. Su tacto mandaba pequeñas descargas a mi ser y sustituía el nudo en mi estómago por un leve cosquilleo. Sin embargo, al igual que él no había cambiado de opinión, yo tampoco pensaba hacerlo.

—Puedes entrar y yo me quedo acá mirándote si lo que te preocupa es que me pueda pasar algo —insistí tratando de razonar con él. Sin embargo su mirada me hizo notar que no estaba del todo convencido—. O... Podemos nadar juntos. No tienes que angustiarte por dejarme sola en el agua, te prometo no morirme —Liam se rió por mi comentario así que continúe—. Además sé que podrías rescatarme si algo sale mal. —Agregué con una sonrisa juguetona.

Si para que él disfrutará un rato de la fiesta tenía que meterme con él en la piscina, pues eso haría, aunque siguiera muerta de miedo.

Liam vaciló por un momento reflexionando mis palabras, sabía que diría que no, pero ya no se trataba solo de él, mientras más le insistía más me daba cuenta de que tenía que hacerlo, debía y necesitaba hacerlo, porque de igual forma tarde o temprano iba que enfrentarlo, iba que enfrentar mi miedo.

A través de tu mirada.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora