Capitulo 3

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Erika despertó riendo en la mañana del sábado. Todavía no podía creer lo que había hecho la noche anterior... ¡se había atrevido a lanzarle la piña colada a un idiota! Fue muy divertido.

-Pero cuanta alegría- dijo su padre al momento que ella entró en la cocina para desayunar.

Erika le contó de la fiesta de anoche, su padre se reía con ella con cada cosa que le contaba. Excepto cuando le dijo que un chico le intentó agarrar el trasero pero luego lloró de la risa cuando Erika le contó que le tiró su piña colada encima.

-Esa es mi niña- felicito el Sr. Arnold.

A la 1 ya le había dado las pastillas a su papá y había terminado las tareas. Se vistió y salió contenta al trabajo ya que hoy tendría una larga sesión de baile para ella sola en la noche.

Las horas en el café pasaron lentas y como hoy no tenía turno con Steven fueron mucho más aburridas ya que ni siquiera tenía con quien hablar o simplemente existir. Pero cuando por fin fue momento de volver a casa, recibió una llamada de su madre.

-¡Erika!- dijo su madre con voz nerviosa.

-¿Mamá? ¿Qué paso?

Su madre suspiro al otro lado de la línea.

-Tu padre está en el hospital. Le dio un dolor en el riñón y llamó a una ambulancia- respondió su madre con pesar.

Erika sintió como el aire se le iba de los pulmones. No de nuevo, pensó.

-¿Qué hospital? Voy para allá.

-No, Eri. Lo tienen en la zona donde no dejan que vayan visitas porque le están haciendo unos exámenes. Pero los médicos dicen que fue solo un dolor de advertencia...

-¿Advertencia para qué?- la interrumpió Erika.

-No lo sé, mi linda... no lo sé. Por eso le están haciendo los exámenes. Dicen que si mañana se siente bien y mejora pues podrá irse a casa, dijeron que es mejor que este en casa que aquí si no se siente mal- la Sra. Sally trató de hacer que su hija se relajara.

Erika cerró los ojos con fuerza y trató de respirar rítmicamente, por más esfuerzos que su madre hiciera ella no podía calmarse. Estaban hablando de su padre...

-Okey, que bueno que no haya sido nada grave- suspiró.

-Deberías quedarte en lo de Alana- recomendó su mamá-. Si quieres puedo llamar a su mamá y...- comenzó a decir pero Erika la interrumpió.

-No pasa nada, mamá. Yo llamo a Lana y le explico.

-Dale.

Cuando Erika termino sus horas de trabajo llamó a Lana y le contó lo ocurrido.

-No digas más, ¿A qué hora vienes?­­­- preguntó Lana.

Erika sonrió. Por ese tipo de razones es que Alana era su amiga, no necesitaba decirle muchas cosas o siquiera preguntarle algo, era como si tuvieran telepatía.

-Pasare a buscar unas cosas a mi casa. Como a las 7 estaré en la tuya.

-¡Te espero!- le dijo su amiga.

Erika caminó con un montón de pensamientos rondando en su cabeza y cuando llegó a su casa tomo ropa, su cepillo de dientes, el cargador del teléfono y otras cosas esenciales antes de salir y tomar un taxi a casa de su mejor amiga.

-¡Hola, Erika!- Saludo la Sra. Vallete.

-¿Cómo esta Sra. Emma?

-Muy bien cariño, ¿Cómo está tu papa?- Preguntó con preocupación evidente.

Baila, Mariposa - ESP (Version 2016)Where stories live. Discover now