Una visita a Azkaban

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La siguiente mañana fue diferente, Malfoy se marchó a la oficina antes de que yo despertara dejando una nota al lado de mi cama para dejarme muy claro que no me quería en la oficina y que volvería después de la hora del almuerzo.

Me dediqué a relajarme, tenía mucho en que pensar, mi plan era decirle a Malfoy como me sentía después de navidad, sin embargo había una gran posibilidad que después de hoy no me quisiera más en su vida.

Tomé un largo baño de tina mientras como siempre sobre analizaba la situación, creaba todos los escenarios posibles en mi cabeza, sentía conocer lo suficiente a Malfoy como para poder imaginar todas las opciones. ¿Y si me equivoco? ¿Y si no lo conozco también como creo? Siempre existe esa posibilidad, después de todo ¿qué tan bien puedes conocer a una persona en 4 meses? Aun ni siquiera sabía el motivo para tener una novia falsa.

El agua de la tina se enfrió y la calenté de nuevo con mi varita tantas veces que perdí la cuenta, mis manos y pies estaban completamente arrugados por el efecto de estar sumergida. Mi cabello ya se había secado por completo después de zambullirme en el agua cuando escuché la puerta de mi habitación abrirse.

Me levanté y busqué una toalla, entré en la regadera para lavar bien mi cabello, sabía que Malfoy estaba fuera del baño y pensaba que en cualquier momento entraría.

No lo hizo, así que salí envuelta en una toalla y con otra en mi cabello. Ahí estaba Malfoy mirando al suelo sentado en la orilla de mi cama, levantó la mirada lentamente.

—Eres una sensual uva pasa —solo sonreí en respuesta. —Si la actividad de hoy no me gustará ¿porque tenemos que hacerlo?

—Porque en algún momento sabrás que fue lo correcto.

Entre en el clóset y no salí hasta que estuve lista cambiada y peinada.

— ¿Sabes que me gusta más tu cabello suelto? —Preguntó algo decepcionado al ver mi cola de caballo.

—Lo sé, me gusta recogido, si no lo usara así no podría soltarlo cuando quiero seducirte.

Una sonrisa pícara se formó en su cara mientras arqueaba una ceja.

Malfoy estaba sorprendido al saber que la actividad incluía viajar por medio de la red flu, más sorprendió aun cuando aparecimos en el ministerio de magia.

En cuanto llegamos ya nos esperaba un joven que vestía una llamativa túnica verde esmeralda con adornos morados, nos saludó apenas y nos pidió seguirlo.

Nos dirigió por todo el ministerio de magia, subimos escaleras, bajamos en elevadores, recorrimos interminables pasillos, subimos por rampas, atravesamos paredes y subimos de nuevo en elevador, caminamos por más pasillos que parecían exactamente el mismo de antes para al final bajar por una diminuta escalera hasta una pequeña puerta.

El joven nos dio las últimas indicaciones y se marchó. Malfoy me miraba a mí y luego a la puerta.

—Vamos a azkaban a ver a tu padre —le solté por fin.

—Él no puede recibir vistas, ni él ni ninguno de los mortifagos prisioneros.

—Bueno he pedido algunos favores y le permitirán una vista corta.

—Si querías hacer algo por mi Granger mejor hubieras pedido que apresuraran sus investigaciones y me dejaran volver a mi vida como un Malfoy.

Abrió la puerta bastante molesto, el lugar tenía el tamaño de un armario de escobas, los único que había dentro era una chimenea.

—Te dije que no te gustaría, parte del espíritu navideño es perdonar a quienes nos han dañado. —Argumenté esperanzada.

—Perdonar al causante de todo mis males no solucionará nada, si lo veo seguramente querré matarlo con mis propias manos.

Un extraño empleoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora