Los Weasley

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Sentía que las piernas me temblaban, el corazón me latía en la garganta, estaba tan nerviosa que incluso tenía náuseas. Le pedí a Viktor que se quedara un poco atrás, quería ser yo a la primera que vieran, ¿porque no viene otro día? ¿Porque elegí venir cuando todos están aquí para recibir al año nuevo?

Levanté mi mano, se apreciaba claramente como me temblaba, golpeé la puerta, apenas y se escuchó. Lo hice una vez un poco más fuerte, escuchaba las risas adentro, podía identificar la voz de Ron sobre las demás, después a Molly reprendiéndole.

La puerta se abrió, di un solo paso dentro cuando una pelirroja me atrapó entre sus brazos, desde el lugar que estaba podía ver a parte de la familia sentada en el comedor, los murmullos de mi nombre llegaron a mí, los miré empezar a levantarse de sus sitios. Lo siguiente fue muy rápido para dame cuenta, fue hasta que sentí el ardor en mi mejilla que comprendí; Giny acaba de darme una cachetada.

—Eso es por irte así, si decir nada —me gritó.

—Giny, ¡No! —gritó Molly y fue cuando noté que mi amiga estaba a punto de golpearme de nuevo.

—Lo merezco —reconocí.

— ¿Dónde has estado todo este tiempo? —Me gritó una voz que venía llegando del comedor.

—Larga historia —un nudo se formó en mi garganta, las lágrimas amenazaron con salir. —Sé que están molestos pero ¿podríamos hacer esto de la forma más pacífica posible? Sin gritos. No vengo sola. ¿Ian? ¿Em? ¿Qué hacen aquí? ¿Cómo es?

—No cariño, las preguntas las tienes que responder tu —dijo Ian que me miraba notablemente molesto. —Primero respondes, luego preguntas.

— ¿De verdad esperas que no te grite después de lo que nos has hecho pasar? —Levantó la voz Giny.

—Si lo espero y no lo pido por mí, es que vengo acompañada —todas las miradas se dirigieron a la puerta. —Viktor, ven aquí.

Silencio absoluto.

No supe cuánto tiempo pasó pero fueron al menos un par de minutos, no se escuchaba ni el ruido habitual de las cadenas del espíritu del sótano.

— ¿Podrías decirnos algo querida? —La voz de Molly apenas se escuchó.

—Lamento mucho lo que los hice pasar y sé que merezco que me abofeteen, que me griten, que me corran, que no quieran saber de nuevo de mí, pero antes de que eso pase quiero contarles toda la verdad. —Las lágrimas ya había escapado de mis ojos. —Y presentarles a Helena. Mi hija.

Más silencio.

Tomé a Helena en mis brazos para quitarle la gruesa frazada que la cubría, estaba tan dormida que ni se movió. Ahora solo debía quitarle el gorro era más fácil eso a explicar con mis palabras que era hija de Draco.

—Harry envía un patronus a Draco, dile que tiene que venir aquí ahora —fue una orden la que Molly dio en cuanto la cabellera rubia quedó a la vista de todos. —Él tiene que saber que Hermione regresó y que tienen una hija.

—No hace falta —fue Viktor el que detuvo a Harry. —Él ya lo sabe, ellos ya se conocieron.

— ¿Podemos pasar? —Aún estábamos de pie en la entrada con la puerta abierta. —Hace frio para Helena.

—No podría dejarte fuera por más moleste que esté contigo —dijo Molly señalando la sala con una mano. — ¿Puedo cargarla?

Nunca le dirá que no, así que simplemente se la entregué, como si supiera que querían conocerla ella abrió los ojos, mostrando ese color frío pero lleno de ternura que tenía. Sonrió con Molly y la matriarca derramó un par de lágrimas.

Un extraño empleoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora