Capítulo 8

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—¿En serio? ¿Me llamaste para hacer que 3B se fuera de tu apartamento? —masculló Lydia, desde el otro lado de la línea telefónica, mientras profería una risa.

Me encaminé hacia la puerta principal y le eché llave. Suspiré.

—No tenía opción. Estaba totalmente...

—¿Sexy? ¿Tan sexy que te abrumaba su presencia?

—Insoportable —indiqué, medio gruñendo.

Lydia volvió a reír.

—Ya, claro. Aunque, ciertamente, suele ser algo insoportable. ¿Qué era lo que quería?

—Chequear mis tuberías.

—¿Se supone que eso es un código para el sexo?

—¡Lydia! —Me carcajeé— No, literalmente quería ver si tenía suministro de agua. Algo sobre que hoy le fallaron y no sé qué de la configuración pésima que emplearon los arquitectos e ingenieros a la hora de construir este edificio.

—Suena estúpido. ¿No deberían haberte mencionado algo así cuando te mudaste?

—Ya, Kaiden hizo un comentario similar; aunque, claro, más ofensivo.

—Deberías investigarlo —sugirió Lydia—. Quiero decir, si un día te despiertas nadando en tu propio apartamento, al menos no te tomará de sorpresa.

Lo consideré. A decir verdad, tenía un punto bastante válido. Nunca mencionaron algo sobre las tuberías de agua, ni ningún trabajo mal hecho con ellas. Y en el contrato de alquiler no especificaba nada sobre el tema. Fruncí el ceño; realmente era extraño.

—Sí, lo haré ésta semana —accedí.

Platiqué un rato más con Lydia antes de decidir que ya era momento de regresar a nuestras propias rutinas. Al finalizar la llamada telefónica, mis ojos se volvieron a dirigir a la puerta principal de mi hogar. Aquella por la que un Kaiden Parker, alias 3B fastidioso, se había marchado echando humo.

Sonreí de costado. Y con aquella satisfacción, retomé parte del entrenamiento sobre la cinta de correr.



Aunque, evidentemente, la adrenalina y empoderamiento se esfumaron a los instantes. Pese a haber continuado por otros quince minutos, a los veinte ya sentía las piernas como gelatina. Me bajé cuidadosamente de la cinta y detuve la reproducción de la música. Cuando todo mi apartamento quedó en silencio, emití un suspiro mientras bebía de la botella de agua. Por lo general siempre realizaba mi rutina de entrenamiento con normalidad, al menos media hora de carrera y me encontraría satisfecha; pero era obvio que con la interrupción de Kaiden y su estúpidas tuberías mis músculos terminarían por enfriarse en el proceso, habiéndome sido imposible retomarla al mismo ritmo.

Otro día jodidísimo por su presencia. Excelente.

Me dirigí al baño, me deshice de mi ropa sudada y me metí directamente en la ducha que funcionaba perfectamente. No hubo ningún inconveniente de cañerías o inundación, por lo que lo consideraría una victoria más contra Kaiden.

A los quince minutos estuve duchada, vestida nuevamente y con mi cabello a medio secar. Después de acomodar un poco el apartamento, me enfrenté a lo inevitable: terminar el proyecto de arte. Podía sentir cómo me analizaba desde el escritorio en mi habitación, y no era de una forma bonita. Parecía burlarse de mí por haber sido tan inconsciente y haberlo transformado involuntariamente. Los trazos negros de la tinta se carcajeaban de mi conducta insensata, y el lienzo pedía a gritos ser desechado y que nunca regresara a por él.

Lo que sangra el corazónWhere stories live. Discover now