Capítulo 18

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Cuando di con el botón de mi piso en el elevador, suspiré mientras me recostaba contra uno de los muros fríos de la caja metálica. Quizás tendría que haberme detenido a los tres shots de tequila, pero, una vez más, me convencí de inmediato que no tenía motivos reales para haberlo hecho. Mi vida parecía ir en picada cada día, siendo el siguiente aún peor que el anterior. Últimamente no tenía razones ni para sonreír, así que me merecía esconderlo todo por una noche entre la bebida.

Cuando las puertas se abrieron con un tintineo, arrastré mis pies por el corredor hasta llegar a mi puerta. Tuve que parpadear para verificar que el número de mi apartamento fuera el correcto; no tenía ánimos de encontrarme con cualquier fastidioso que quisiera joderme aún más la existencia. Al menos, ahora mismo, no estaba en mi capacidad mental lidiar con ello.

Metí la mano en el bolso, intentando encontrar las llaves, lo cual parecía una misión imposible para mí en este momento.

—Vamos, mierda. No quiero que ésta semana termine siendo aún más asquerosa que lo que fue en realidad —escupí, a quién sabe qué—. ¡Anda, bolso de mierda!

Tomé el accesorio y volqué todo su contenido en el suelo, en búsqueda de las malditas llaves. Cuando las localicé, emití un gruñido. Y entonces oí cómo la puerta frente a mí se abría. No alcé la vista, sino que me concentré en la tarea de ponerme de pie con la intención de ingresar a mi apartamento.

—¿Qué se supone que haces? ¿Una muestra de arte moderno? —inquirió Kaiden desde el umbral de su puerta.

—Ni siquiera entiendes lo que es el arte moderno —espeté, arrastrando las palabras. Cuando ingresé la llave en la cerradura, ésta no cedió—. ¡Oh, vamos!

—Estás ebria.

—Y tú eres un observador muy listo. Además de fastidioso.

—Esa no es la llave del apartamento, Pierce —señaló.

Fruncí el ceño mientras estudiaba a la misma. Pues claro que tenía razón, pero lo único que hice fue fulminarlo con la mirada mientras tomaba la llave que realmente le pertenecía a la puerta.

—¿A qué se debió el honor que recibió de tu parte la botella que bebiste de...? —Kaiden se inclinó hacia mí. ¿En qué momento se había acercado? Era tan silencioso y ágil que apenas me había percatado de la escasa distancia que ejercía sobre mí. Me estudió brevemente e inhaló mi cercanía— ¿Tequila? ¿Eso es lo que bebiste?

—Bravo, diez puntos para ti, Parker.

Él sacudió la cabeza.

—¿Mal día, Pierce?

—Más bien, mala vida —empujé la puerta de mi apartamento y, finalmente, cedió.

Avancé hasta ingresar en mi casa, arrojando el bolso vacío y la cazadora sobre el sofá. A estas alturas, las cosas que quedaron sobre el suelo del pasillo me importaban entre lo que parecía ser cero y nada.

Al escuchar pisadas detrás de mí, me volteé confusa. Kaiden había entrado al apartamento conmigo, sin invitación alguna; vistiendo apenas una camiseta blanca junto con el pantalón de un pijama color gris. Pero, nuevamente, no se encontraba entre mis prioridades inmediatas. Tras darle mi mejor cara de pocos amigos, me dirigí hasta la cocina. Al llegar al pequeño cuarto busqué en una de las alacenas lo que sabía que tenía escondido desde que comencé a trabajar a medio tiempo en el salón de belleza. El tacto suave de la botella de vodka no me sorprendió en absoluto, por lo que, sin esperar mucho más, la abrí en un segundo. Al beber el primer trago apenas sentí nada, por lo que continué con otros dos.

—¿En serio? ¿No estás lo suficientemente ebria ya? —preguntó la voz de Kaiden detrás de mí.

Me volteé con la botella en mano, mientras le arqueaba una ceja.

Lo que sangra el corazónWhere stories live. Discover now