CAPÍTULO 3 VIGILANCIA

2.7K 417 11
                                    

Nicolás caminó de regreso hacia la camioneta que había tomado del rancho de Damián, había salido de la universidad y caminaba por el estacionamiento, su intuición lo puso en alerta, se daba cuenta de que varios hombres distribuidos dentro y fuera de la universidad, estaban alertas, para la gente que transitaba por el lugar pasarían desapercibidos, pero no para él, esto lo inquietaba, significaba que Verónica estaba metida en algo muy serio y para colmo, ahora él también, si no se apartaba de ella y lo peor, podían terminar involucrados sus tíos Damián y Santiago Moran. Esto no le estaba gustando, él, al igual que Damián intentaban por todos los medios pasar desapercibidos ya que su tío Santiago era un importante jefe del crimen organizado, aunque ya no se dedicaba a eso, la fama la seguía teniendo y también el poder dentro de esos grupos criminales, era temido por muchos y admirado por otros. Su fama y su poder traspasaba fronteras y así como muchos le huían por temor, otros anhelaban hacer alianzas o relacionarse de alguna forma con él.

Con discreción fue ubicando a esos hombres, eran más de los que se imaginaba, de pronto quedó casi de frente con aquel que por poco y descubre a Verónica cuando se subió a su auto, ambos se miraron, él tipo pareció reparar en él, pero luego siguió de largo. Nicolás no miró en su dirección para no delatarse, pero lo escuchó hablando con alguien por teléfono, hubiera querido oír lo que decía, pero ya se alejaba de él. Aun así, se alegró de haber tomado una de las camionetas sin el logotipo del rancho. Miró a su alrededor y aunque no vio a nadie cerca se sintió observado.

Sin demostrar su ansiedad subió a la camioneta y arrancó despacio, no quería llamar la atención.

Cuando se alejó, suspiró aliviado, <<ya se estaba volviendo paranoico>> pensó más relajado.

*****
Simón tenía a sus hombres apostados por toda la universidad y sus alrededores. Tarde o temprano Verónica tenía que acudir, estaba por graduarse y había cuestiones de papeleo que tenía, que resolver sí no quería echar a perder su último semestre y alargar más su carrera.

Caminaba por el estacionamiento cuando le pareció reconocer al tipo que había estado en el lugar en donde Verónica desapareció, después de pensarlo mucho casi estaba seguro de que él había tenido que ver en su desaparición. Apenas pasó de él y marcó a uno de sus hombres, tenían que seguirlo, si era él la encontrarían, aunque recordaba que, en aquella ocasión manejaba un auto, sin embargo, nada perdería con mantenerlo vigilado, si no era, sólo perderían el tiempo, pero si era, la tendrían a ella y su jefe se calmaría.

*****
Era el tercer día en que Verónica se hallaba en aquel rancho, era un lugar maravilloso, la gente la trataba como una reina, sin embargo, se sentía angustiada. Temía que algo le hubiese sucedido a Nicolás, no había regresado como había prometido y tampoco se había comunicado con ella, y aunque ahí todo era maravilloso, siempre estaba en zozobra, cada camioneta que escuchaba que se acercaba al rancho era una angustia, porque se imaginaba a los hombres de su padre llegando por ella.

Oscurecía ya, cuando escuchó llegar otra camioneta, era tarde y se suponía que a esa hora ya nadie entraba o salía.

Se puso en alerta.

*****
Nicolás permaneció en su apartamento durante esos días, al salir del estacionamiento de la universidad, se dio cuenta de que era seguido por esos hombres, seguro el tipo que se encontró lo había reconocido o al menos pensaba que lo había hecho, así que se armó de paciencia y se obligó a permanecer en la ciudad y actuar como una persona normal, yendo a la universidad, de compras por víveres, a la lavandería aunque generalmente no lo hacía, su departamento contaba con cuarto de lavado, pero tenía que hacer algo para no morir del aburrimiento y de paso despistar a esa gente. También se había obligado a no llamarla por ningún motivo, por suerte contaba con dos líneas telefónicas, una expuesta que usaba para su diario vivir y que alguien que quisiera podía intervenir con facilidad y la otra, protegida por supuesto por James, un genio de las computadoras y amigo de sus tíos, a la que ni el equipo más sofisticado podía acceder y que era la que usaba para comunicarse con ellos y su gente. Y por supuesto que la otra ya estaba intervenida, el conocía de eso y lo sabía, así que su comportamiento se volvió lo más normal posible, mostrándoles sólo lo que él quería que vieran.

Por fin al tercer día por la tarde observó cómo se retiraban, los había convencido de que él no era la persona que buscaban, sin embargo, se dio cuenta de que las cosas no iban a ser tan sencillas para Verónica, era imposible que ella regresara a la ciudad, al menos no por ahora.

Después de asegurarse de que, de verdad ya lo habían dejado por la paz, decidió regresar al rancho.

Era una suerte contar con ese apartamento cerca de la universidad, era sencillo, no llamaba la atención, pero era cómodo y lo usaba con frecuencia para ir y venir a sus clases, pero aparte de ese tenía otro, se encontraba en uno de los lugares más exclusivos de la ciudad, era todo lujo y elegancia, y lo conservaba porque era un regalo de sus tíos, ahí pasaba los fines de semana o cuando no tenía que estar en la universidad, por supuesto sus compañeros o sus escasos amigos sólo conocían el sencillo, jamás nadie imaginaria la doble vida, que en realidad llevaba, no sabían que provenía de la sierra, ni que su apellido estaba ligado al crimen organizado ni mucho menos que uno de sus tíos era quien era.

Por fin llegó al rancho, ya había realizado algunas llamadas y sabía lo que tenía que hacer.

*****
Santiago Moran miró el reporte que estaba llegando a su poder, lo examinó con detenimiento, no le gustaba el rumbo que estaban tomando las cosas, pero no podía intervenir, no a menos de que su sobrino Nicolás se lo pidiera.

Desde antes de que recibiera la llamada de él pidiéndole consejo, ya lo sabía y desde antes de recibir también la llamada de Damián informándole que Nicolás llevaría a una chica a su rancho, lo sabía.

Hacía años que ambos, Damián y Nicolás eran vigilados constantemente, sabía que ellos lo sabían, ninguno de los dos era tonto y aunque su equipo era sumamente discreto y para cualquier persona podía pasar desapercibido, para ellos no, aunque no se lo dijeran a él, o se lo reprocharan, los tres sabían y entendían la importancia de la seguridad. Sabían que ahora eran solo ellos tres, los únicos Moran que quedaban.

Santiago sentía la responsabilidad de cuidar de ellos, y no deseaba perderlos, eran su única familia directa, pero una cosa era saber lo que sucedía con ellos y otra muy diferente era intervenir, no lo hacía a menos de que estuvieran en peligro de muerte o que ellos mismos se lo pidieran. Como ahora, que Nicolás, pedía un lugar seguro para esconder a esa chica.

DESTINOS ENCONTRADOS No. 9⃣ /SERIE: HOMBRES DE LA SIERRAWhere stories live. Discover now