CAPÍTULO 35 HACIENDO LAS PACES

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Nicolás sentía la tensión de su esposa, le dio un ligero beso sobre su cabeza, no podía hacer ningún movimiento brusco o sospechoso, todos estaban en alerta y alguien podía malinterpretarlo y disparar, pero quería transmitirle paz a ella, él sabía que con la revelación de quien era, Pedro no se atrevería a lastimarlo y quizás dejara de entrometerse en la vida de su hija, esperaba que así fuera.

Miró cuando Simón y Pedro se encaminaron hacia donde ellos se encontraban.

Simón dio la orden a todos de bajar sus armas y entonces, él sintió como ella descansó aliviada, se volvió hacia él y lo abrazó con fuerza.

_ Tranquila. - susurró a su oído, sin dejar de rodearla con sus brazos. _ todo esto está a punto de terminar, te lo prometo. - le dio un leve beso en los labios.

_ Sígueme. - pasó Pedro junto a ellos. _ hablaremos en mi despacho. - caminó hacia el interior seguido de su esposa y algunos de sus escoltas.

_ ¡No vayas! - se volvió a tensar ella.

_ ¡Estaré bien! - intentó separarse.

_ ¿Y si te hace daño? - lo retuvo. _ tú no lo conoces.

_ No. - dijo él seguro. _ pero estoy empezando a hacerlo. _ de verdad. - la miró con paciencia. _ estaré bien, se defenderme, pero tu padre no es tan tonto como para meterse con mis tíos, te lo aseguro.

Ella aún en contra de su voluntad lo liberó, cuando sintió la mano de Simón apoyarse en su hombro, y verlo asentir con su cabeza, confirmando lo que Nicolás decía.

_ Estaré con mi madre. - dijo mirando como él entraba a la casa seguido de Simón. Luego ella entró.

*****
_ Lamento tanto lo sucedido. - se disculpó Pedro. _ si tan solo me hubieras dicho quien eras desde el principio.

_ ¿Hubiese hecho eso alguna diferencia? - interrogó.

_ ¡Hubiera hecho toda la diferencia! - casi gritó exasperado.

_ ¿Me está diciendo que por el solo hecho de apellidarme Moran me esta perdonando la vida, que de haber sido cualquier otro, ya estaría muerto? ¿No se da cuenta de que Moran o no, soy un ser humano?, ¿que mi vida vale lo mismo que la de cualquier otro? - estaba furioso.

_ Como se nota que, aunque seas un Moran, no eres uno de nosotros. - lo miró con desprecio. _ ya deberías de saber que definitivamente el llevar ese apellido te hace tan diferente a cualquier otro y que delante de cierta gente es una ventaja el llevarlo y delante de otra sería una pesadilla, la buena noticia es que delante de mí no tienes de que preocuparte.

_ Usted cree que no se lo que significa llevar el apellido Moran? - lo encaró._ se que podría morir o me podría salvar, tan solo por llevarlo, y en éste momento usted me está "perdonando" por ser uno de ellos y siendo sincero, la gente como usted me resulta repulsiva  y la única razón por la que estoy aquí es porque amo a su hija, y porque quiero verla feliz, por eso quiero llevar las cosas en paz con su familia, pero sepa que usted y sus negocios me dan asco y no crea que yo voy a ser un instrumento para, que usted se acerque a cualquiera de mis tíos, es más, si de mi depende, jamás, escuche bien. - lo amenazó. _ jamás usted tendrá contacto con ellos.

_ ¡A mí no me amenace! - se acercó furioso a él. _ puedes, ser un Moran, pero aun eres un chiquillo jugando a ser valiente. ¿De verdad crees que te puedes enfrentar a mí?

_ ¡Pruébeme y verá! - lo desafió. _ seré un chiquillo, pero se muy bien  lo que hago y lo que quiero. Y ahora lo que quiero es llevar la fiesta en paz con usted por Verónica, como le dije, usted no me agrada, pero por ella fingiré que todo está bien, claro, a menos de que decida declararme la guerra, de ser así me llevaré a su hija y la aléjaré de este lugar, ella entenderá y yo sabré a qué atenerme con usted.

Pedro se sentía furioso, ese idiota no sabía quién era él, y estaba seguro de que de ninguna manera era rival para Pedro Carvajal, el no, pero sus tíos si, y si era listo, podía aprovechar que el formara ya parte de su familia y que, además estuviera dispuesto a cooperar para llevar la fiesta en paz. Estaba seguro de que a través de él podría acercarse a sus tíos, Incluso podía hacerlo a la mala si las cosas se ponían difíciles, el tener a su recién estrenado yerno tan a su alcance, podría servirle para amenazar o incluso chantajear a Santiago, él podía acceder por fin a aceptarlo como socio, si la seguridad de su querido sobrino estaba en peligro. Esa sería su última carta, por lo pronto, le daría por su lado a ese joven que jugaba a ser un adulto.

_ Tienes razón. - dijo _ lo mejor para todos es que nos llevemos bien, por el bien de ella. - le tendió la mano.

Nicolás la aceptó, sabía, que no era sincero y sabía que tendría que cuidarse las espaldas porque ese hombre era traicionero, Él pensaba que era joven y tonto y no era ni lo uno ni lo otro, tenía bastante experiencia en los negocios, también sabía cómo era la vida que Pedro llevaba porque de chico la había vivido con su familia, además sabía defenderse de gente como él, gracias a su tío, así que seguiría dejándolo creer que era un cobarde bueno para nada, al final se llevaría una gran sorpresa.

_ En cuanto a lo que sucedió antes. - interrumpió Pedro sus pensamientos. _ espero que mi hija no se entere de mi desliz al mandar que se deshiciera de ti.

_ Por mí no lo sabrá. - lo tranquilizó.

_ Espero que estés consciente de que tuviste mucha suerte de poder escapar. - dijo.

El idiota seguía pensando que todo había sido cuestión de suerte y del azar, era incapaz de creer que él pudiera defenderse por sí mismo o hacer las cosas por su cuenta, y aunque en esa ocasión había recibido ayuda, con ella o sin ella, el resultado hubiese sido el mismo, estaba seguro.

_ Si, la tuve. - dijo, no deseaba meterse en otra discusión con ese hombre, era mejor dejarlo creer lo que quería creer.

*****
Rafael, se movía furioso de un lado a otro, estaba desesperado, era el tercer día que llevaba encerrado en ese lugar, tres días ya y nadie le decía nada. Estaba seguro de que Pedro no le había creído a Simón, de ser así, ya lo hubiese mandado matar, pero algo se traía entre manos, lo sabía.

_ ¡Abran la puerta! - escuchó la voz de él, por fin se dignaba a dar la cara.

_ ¡Hasta que se acordó de mí! - lo miró con reproche. _ ¿ya se dió cuenta de quién es el mentiroso?

_ ¡Cállate y escúchame! - lo silenció. _ no vine a hablar de Simón, ese es otro asunto. - tomó asiento frente a él, indicándole que se sentara también.

_ ¿Hasta cuándo me va a tener aquí? - se quejó.

_ ¡Dije que te callaras y escucharas! - lo miró molesto. _ Quiero que tomes tus cosas y te vayas de aquí.

_ Pero... - iba a protestar.

_ ¡Escúchame! . - lo interrumpió. _ aquí ya no me sirves, pero estoy trabajando en un asunto y voy a requerir de tu ayuda, así que te voy a pedir que te alejes por un tiempo, luego yo te llamaré cuando tenga claro lo que voy a hacer.

_ Eso quiere decir, que sabe que yo tenía razón.

_ Tengo que admitir que la tenías, pero aún así, Simón no es ningún traidor, lo que hizo estaba justificado, además no tengo por qué darte explicaciones a ti.

_ Pero... entonces... ¿me cree que yo tampoco soy un traidor...?

_ Te creo y te entiendo, de no ser así, ya no estarías con vida y lo sabes, pero no estoy dispuesto a aguantar tus peleas con Simón.

_ ¡Entonces me corre a mí y no a él! - dijo con reproche.

_ En este momento, me es más útil él aquí, que tú, pero tú me eres útil en otras cosas, así que aléjate, te seguiré pagando y llegado el momento te diré que hacer. ¿De acuerdo?

No, no estaba de acuerdo, pero le convenía seguir bien con él, de cualquier forma, tarde que temprano Simón se las pagaría. El sería paciente.

DESTINOS ENCONTRADOS No. 9⃣ /SERIE: HOMBRES DE LA SIERRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora