Capítulo 5: La llegada al Capitolio

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—El trato es este, vosotros me dejáis tranquilo con el alcohol y yo prometo ejercer adecuadamente mi papel como mentor y evitar estar ebrio en los momentos... cruciales. —Tras una rápida mirada entre los tres, asentimos aceptando el trato antes de que él cambie de opinión.

—Tenemos trato. —Le confirmo con seguridad en nombre de los tres.

—Estupendo, ahora, habladme de vosotros. ¿Vuestras cualidades? ¿Puntos fuertes? ¿Puntos débiles? ¿Qué creéis que os puede ayudar en la arena? Ya sabéis, todo lo que consideréis que es importante que sepa. Tu primera Katniss. —Le ordena.

—Bueno... sé cazar. —Responde ella.

—Vale, eso está muy bien, pero dime más, necesito más. —Exige Haymitch. Veo como ella duda sin saber que decir.

—Es muy buena con el arco, muchas veces la he visto en el bosque cazando y es experta cazando ardillas, y es de los animales más difíciles de cazar. —Contesto yo por ella describiendo lo que muchas veces he observado en el bosque. Por experiencia sé que las ardillas son las más difíciles de cazar porque son pequeñitas y escurridizas.

—Si, es cierto, mi padre siempre dice que nunca falla, siempre les da en el ojos. —Secunda Peeta.

—Vale, bien, son cosas positivas, pueden serte de mucha ayuda. —Reconoce Haymitch. —Bueno, ¿y tú (TN)? ¿Qué puedes contarme de ti?

—Em... —Me siento indecisa e insegura, no sé qué decir, nunca he sido de las que alardean. A demás, ahora estamos actuando todos como buenos amigos, pero una vez en la arena todo cambiará y no sé si es muy buena idea decir mis puntos fuertes a ellos sabiendo que llegado el momento serán mis enemigos y podrán usarlo en mi contra por muy amables que sean ahora. —No tengo grandes cosas que decir, tengo algunos conocimientos de herbología y sé algo de caza. —Reconozco, no es toda la verdad, pero tampoco es mentira.

—Miente, es muy buena cazando, es igual de buena que yo o más con el arco y en el bosque la he visto escalar arboles más de una vez con mucha facilidad. —Comenta Katniss.

—Eso es cierto, y tiene muy buen ojo para las presas, los pavos que nos trae siempre son muy buenos. —Añade Peeta. —A demás que se le ve una persona muy inteligente, una niña de once años no sobrevive sola tanto tiempo si no eres inteligente y luchadora. —Los halagos de ambos me hacen sonrojar, yo que siempre he pensado que pasaba desapercibida para todos y ahora resulta que hasta desconocidos me conocen mejor que yo misma.

—Vaya, menuda lista, chica. —Asiente Haymitch satisfecho. —Son cosas útiles para la supervivencia. ¿Y qué hay de ti chico? ¿Qué talentos tienes?

—Él es muy bueno cogiendo peso, lo he visto más de una vez en la panadería moviendo los sacos de harina de muchos kilos. A demás, pinta muy bien. —Digo recordando los dibujos que le he visto pintar en el colegio. Cuando todos se quedan callados y me miran me doy cuenta de mi error, lo he soltado todo sin dejar tiempo a Peeta para responder y me he delatado a mí misma admitiendo que le he prestado atención.

—¿Qué voy a hacer con sacos de harina en la arena? ¿Y de que me sirve dibujar bien para sobrevivir? Lo mío son cosas inútiles comparado con lo que sabéis vosotras. —Dice frustrado.

—Bueno eres fuerte, puedes pelear cuerpo a cuerpo. —Le intento convencer de que tiene algo bueno. Decido que es momento de cambiar de tema, porque esto se está volviendo muy incómodo. — Haymitch, conocemos tu historia en los juegos y tu papel como mentor, pero ¿qué nos puedes decir como tributo y vencedor? ¿Cuál es tu versión? Si no te importa, claro. —Le pregunto sintiendo interés por ello.

—¿Mi versión? —Se ríe de manera irónica. —Muy sencillo, salí victorioso por los pelos, algo que al Capitolio no le agradó y pagué las consecuencias por ello. —Explica con rabia y rencor en su voz perdido en sus pensamientos. —Si no sales de allí es porque estás muerto, pero si sales, considérate muerto en vida. Tu vida nunca más te va a pertenecer, se volverá un infierno, peor al que ya vivías. Que os quede claro una cosa, —Dice mirándonos a los tres con seriedad. — vosotros no vais allí a ganar, vais a sobrevivir y el que diga lo contrario, está muerto.

Los juegos del hambre (Peeta Mellark y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora