☆CAPÍTULO 3☆

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Estrella

Katerina

Sus brazos son como protectores que mi cuerpo necesita en este preciso momento. Sé que después de esto me dará mucha vergüenza verlo a los ojos, pero ahora la claustrofobia no se queja. El ascensor hace un movimiento brusco provocando un sonido agudo de parte mía, me aferro más al cuerpo de Arman, como si su cuerpo fuera Dios decidiendo que si me agarro a él el ascensor no caerá.

Intento controlar mis locos ataques y no matar a mi jefe en el intento.

De un momento a otro el ascensor hace un movimiento brusco hacia abajo, en mi cabeza todos los demonios se han encontrado, salto y me aferro al cuerpo que tengo en mis brazos, pero ahora mis piernas rodean su cintura y mis brazos su cuello. Sus manos ya no están en mi cintura, están agarradas a las barras, pero vuelven a mi cintura segundos después.

Nos quedamos en el silencio, ninguno de los dos habla, hay un silencio cómodo, pero a la vez incómodo. Pasan los minutos y cuando escucho el sonido del ascensor siento como de repente el cielo ha venido hasta mí.

¿Ahora como miro a la cara a este hombre después de estar colgada de él? En este mismo momento odio esta fobia más que en toda mi vida.

—Katerina, creo que es momento de bajar. Ya están abiertas las puertas —dice caminando fuera del ascensor conmigo aún aferrada a su cuello y cintura.

Hasta puedo sentir lo subido que mi vestido lo está, mi momento de pasar vergüenza ha llegado. Delicadamente bajo de él y como ya lo pensaba el vestido está subido. Me muero de la vergüenza, miro hacia arriba ya imaginándome como Arman me estará viendo, pero para mi sorpresa su cuello está girado, mirando para atrás. Me coloco bien el vestido antes de que cualquier persona venga por el pasillo.

—¿Listo? —pregunta aún girado.

—Sí —murmuro.

—Vamos entonces —se gira y empieza a caminar hasta la puerta negra que hay en el medio de una gigantesca pared blanca adornada con cuadros de marcos dorados. Todo muy elegante.

Al estar delante de la puerta, la abre y me cede primero a mí el paso.

—Supongo que mi madre ya te ha dado las llaves del pent-house.

—Sí señor.

—Te oye mi madre decirme eso fuera del trabajo después de la charla que me dio en la casa y me deshonra —se aleja por los oscuros pasillos, seguido de mí—. Pero tengo que reconocer que suena bien cuando tú lo dices.

Paro mis piernas con la cara más roja que el tomate, como si nada hubiera dicho, él sigue caminando por el pasillo, empiezo a acelerar mi andar para alcanzarlo.

—Esta es tu habitación, a tú derecha está la de tu hermana. El mío esta al final del pasillo, por si algo malo pasa tienes que avisarme. ¿Entendido?

—Sí —afirmo, veo en su mirada como a gritos me pide que diga la siguiente palabra—. Señor.

Sus palabras me forman la duda, porque avisarle si algo malo pasa, acaso iba entrar alguien en su fortaleza.

Con una sonrisa de lado se sumerge en la oscuridad de los grandes pasillos. Abro la puerta de mi habitación, en la oscuridad y luz que la habitación da, me es fácil poder cambiarme sin encender la luz. Después de ponerme el pijama de encaje tomo una bata para salir de la habitación y entrar en la de mi hermana. Con una sonrisa me acerco a la pequeña que yace profundamente dormida en la cama, me acerco a ella con pasos lentos y silenciosos pisando el frío suelo hasta que por fin llego a la cama. Quito la bata que tengo puesta y me hago hueco a su lado, ella al sentir que alguien se pone a su lado, ya sabe que soy yo, no es la primera vez que duermo con mi pequeña rubia. Sus pequeños brazos rodean mi cintura y coloca su cabecita en mi pecho.

ARMAN © [#2 Serie Velkov]Where stories live. Discover now