Hacia el final de la linea

182 25 7
                                    

Luego de estar un par de horas llorando como un maldito bebé, regresé a casa a ver qué había pasado. El auto de papá ya no estaba, y todo estaba cerrado, seguramente ya se había ido.

Con algo de nerviosismo, y mis manos temblando, abrí la puerta y entré. Había silencio, había oscuridad. No pasaba nada. Dejé, la bici tirada afuera y me adentré hacia la sala de la casa. Se sentía más vacío que de costumbre, pero todo estaba allí, al parecer mi papá no se había llevado nada. La foto familiar sobre la chimenea seguía en su sitio, solo que por alguna razón se veía más fría y lejana que de costumbre, producía en mí un sentimiento extraño de lejanía. Pasé a la cocina y encendí la luz, allí me encontré una hoja de papel doblada sobre la mesa.

Sabía que era de mi papá, o por lo menos suponía eso, pero no me atrevía ni siquiera a leer lo que allí estaba. La ansiedad me dominaba, y estaba 50-50 entre leerla o no leerla. Tal vez era un recibo, tal vez era una carta, o tal vez solo era una hoja en blanco que por alguna razón estaba allí.

No pude más con la presión en mi pecho y tomé la iniciativa. Estiré mi mano, tomé el papel y lo puse frente a mis ojos.

—Familia...

"... Lamento lo que pasó anoche, y en verdad les pido perdón, aunque sé que eso jamás sanará la herida que provoqué en ustedes. Por eso mismo hoy he decidido abandonar el hogar que con tanto esfuerzo construí junto a ustedes, mi familia.

Las razones que me llevan a tomar esta decisión son muchas, empezando por mí mismo. Sé como soy, conozco mis actitudes, y aunque quisiera cambiar sé que no pasará, porque muy en el fondo de mi corazón recaeré en mis mismos errores. No quiero nunca más empuñar mis manos frente a mi familia, es por esto que la única solución que encuentro es alejarme de todos ustedes.

A mi esposa le pido perdón por mi actitud, por mis gritos de animal, y por mis actitudes tan agresivas. Nunca más tocaré tu cuerpo con mis manos, nunca más te haré daño.

A mi hija le pido perdón por el ejemplo tan nefasto que tuvo que ver. Ese no es el padre que mereces, Tricia. No tendrás que ver algo así nunca más, espero que algún día perdones a tu estúpido padre.

A mi hijo, Craig, le pido perdón por haberlo golpeado y lastimado, por haberlo denigrado e insultado. Craig, sé que nunca estaré de acuerdo con lo que me enteré esa noche, pero no por eso tengo que resolver mis frustraciones de una manera tan vil. No tendrás que sufrir más esto, lo prometo.

A mi familia, a quienes llevan con orgullo el apellido Tucker en su nombre: mil disculpas. Nunca más les haré daño."

—Atentamente: Thomas Tucker... —finalicé, con lágrimas en los ojos.

El viejo de mierda lo hizo, pidió perdón y se fue. No pude hacer nada para resolver las cosas de otra forma, no pude hacer nada por mi mamá y mi hermana, y tampoco pude hacer nada para que esto no fuera así. Lo había arruinado, ¿verdad?

Dejé la carta en el sitio donde la encontré. Regresé a la sala y me senté en el sofá. Puse mis manos sobre mis ojos y traté de contener mis emociones. Estaba abatido con esa noticia. No se trataba de que mi papá hubiera abandonado el hogar, se trataba de que ahora mi mamá iba a sufrir su ausencia, mi hermana iba a sufrir su ausencia, y yo más que ser el hombre de la casa ahora iba a ser el que directa o indirectamente iba a ser el responsable de esta realidad. Mi mamá no lo diría, mi hermana tampoco, pero yo sí sabía que si él no se hubiera enterado de mi relación con Tweek esto jamás habría pasado y todos estaríamos felices.

Quise creer que yo manejaba mi vida, que podía hacer lo que quisiera, y que nunca habría represalias. Fui tan imbécil creyendo que podía asumir todo, y terminé arruinando todo. En verdad, no era un adulto, sólo era un niño que creía tener el control.

Dejé ir el llanto, los gritos, los puños de impotencia sobre el sofá. Maldita sea, ¿qué podía hacer ahora?

Aún con lagrimas y un nudo en la garganta tomé mi teléfono, busqué entre los contactos y encontré su número. Debía aceptar que no podía con tantas cosas, y que en un panorama así lo mejor era renunciar antes que perder más de lo que ya había perdido.

—¿Hola? ¿Qué pasó?

—Tweek...

—¿Sí?

—Tenemos que hablar...

Él es Tweek Tweak, y es mi novioWhere stories live. Discover now