Sábado, 15 de mayo de 2021
Era pronto, demasiado incluso para Miriam, que solía madrugar a menudo. Las ocho y media. Tampoco les extrañaba, pues, pese a que la noche se les había alargado un poco, habían sido las primeras en dormirse.
-Mmm... - murmuró Mimi, enterrando la cabeza en la almohada - Buenos días. - susurró.
-Buenos días. - susurró esta vez la gallega, apoyando su cabeza sobre el hombro de la otra.
-¿Estás cansada? - preguntó socarrona la granadina.
-No. - negó, dejando un suave beso sobre su hombro - Estoy relajada.
-No te jode, después de mi trabajito de lengua... - chistó divertida, haciendo que Miriam soltase una carcajada - Tengo tu pezón rozándome la espalda.
-Anoche no te quejabas, chica. - chasqueó la lengua y se apartó, para quedar tumbada boca arriba.
Mimi sacó la cabeza de su escondite, quedando ladeada y mirándola a ella. Sentía que no podía tener mejores vistas; Miriam recién levantada y desnuda, cubierta por la fina sábana hasta la cintura y con su pero ocupando gran parte de la almohada.
Apoyó su cabeza sobre el pecho de la gallega, con cuidado, y se dejó hacer mientras la otra acariciaba su pelo. Una de sus manos viajó hasta el abdomen de Miriam y se entretuvo dejando suaves caricias.
-Ya sabes que yo nunca me quejo. - susurró, haciendo referencia a lo que le había dicho hacía unos minutos - Si yo cuanto más cerca tenga tus tetas, mejor. - concluyó riendo.
Miriam ni siquiera contestó, se dedicó a seguir acariciando la larga melena de su chica y escuchar como respiraba en paz. Necesitaba aquello, ambas lo necesitaban. Unos minutos de paz, de silencio, en los que solo estuvieran ellas dos.
-Al final me quedo dormida otra vez. - susurró Mimi.
La gallega rió y dejó un beso sobre su cabeza.
-Te quiero. - suspiró contra su pelo, esbozando una pequeña sonrisa que la granadina no podía ver.
-Yo sí que te quiero. - sonrió incorporándose, para besar repetidas veces los labios de Miriam.
-Mmm... - sonrió contra su boca - Me quedaría aquí todo el día.
-Yo también, reina. Yo también. - suspiró, juntando sus frentes mientras mantenía los ojos cerrados - Pero probablemente si nos levantamos ahora podemos desayunar solitas. - rompió el silencio.
-Venga, vale. - cedió la menor, pues nada le parecía mejor plan que desayunar con ella - Me tienes que dejar algo que ponerme, no tengo pijama. - aclaró.
-Coge mi camiseta naranja del armario. - indicó mientras se ponía en pie y buscaba algo de ropa para ella también.
Miriam celebró, ilusionada y como una niña pequeña, que la granadina le prestara aquella camiseta. Era su favorita y siempre que podía se la robaba. En cuanto la tuvo enfundada en su cuerpo la olió, olía a ella y eso le encantaba. Buscó también un pantalón corto deportivo, aunque la camiseta era bastante larga se sentía más cómoda así.
Amas se dirigieron a la cocina, dónde, para su sorpresa, se encontraron con Roi y Álvaro ya despiertos y dispuestos a preparar el desayuno.
-Buenos días por la mañanita. - exclamó el gallego - Que buena cara traéis. - bromeó.
-Sí, es que descansamos bien esta noche. - comentó Miriam, tratando de escapar de allí.
-Ajá, dormir... - susurró el otro chico.
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