Dios ya había descendido a la isla de Sharamar en una ocasión. Su sabor de boca fue tan dulce, que después de varios años, decidió regresar para volver a repetir su experiencia. Pero no ocurriría tan sencillo como se lo esperaba y su plan termina...
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Algún Sitio Zona Legendaria miércoles 6:00 pm
-¿Qué secreto mamá? - le dijo Tragabana a su madre.
-Hay alguien que una vez me dijo que todo esto pasaría.
-¿Esto? ¿quién?
Napoleón tenía más dudas que una pulga en un gato calvo.
-Hijo, mi madre me contó que yo iba a morir algún día.
-Claro mamá, todos morimos.
-No me refiero a eso, desde que te llevaron yo sabía que moriría en tu juicio.
Helena tocó la frente de su hijo como quien busca detectar síntomas febriles y de pronto Napoleón viajó al pasado...
∆∆∆ Flashback ∆∆∆
Un hombre caminaba por la costa sur del Barrio Obrero durante la noche, se giró a todos lados para comprobar si no había nadie cerca.
Entonces abrió las piernas, alineó sus anchos hombros con sus rodillas, suspiro profundamente mientras cerraba los ojos y allí decidió hacerlo, expulso un gas.
∆∆∆ Fin del Flashback ∆∆∆
Napoleón observó a su madre a los ojos. Y ella asintió con la cabeza y expresó: -Así es hijo, esa niña era yo - soltó Helena mientras bajaba la cabeza con un gesto de desaire.
-¿Qué niña? Mamá, lo que he visto fue un hombre tirarse un pedo en la costa.
-Oh ¿en serio? Perdona aún estoy aprendiendo esto de los Flashbacks, déjame intentarlo de nuevo.
Helena volvió a colocar la palma de su mano sobre la frente de Napoleón.
∆∆∆ Flashback 2.0 ∆∆∆
El hombre camina por el puerto y entra en una casa vieja, y su mujer está pariendo en el sofá. Su marido va hasta la cocina y toma una silla del comedor y la coloca junto a donde estaba su esposa. Una mujer de pelo rojo llevaba bata médica y ayudaba a la higiene de la mujer que se disponía a dar a luz. Esta enfermera decía:
-Calma María, respira hondo y puja, ya pronto Helena estará aquí, un último esfuerzo.
El esposo saco de la mochila seis cervezas y prendió el televisor para ver el Fútbol. Su mujer se quejaba a gritos y la enfermera se mantenía:
-Vamos puja, un poco más, dale, un poquito más, ya viene.
El marido escuchaba todo eso y solo podía sonrojarse y colocar la mochila sobre la entrepierna para no verse comprometido.
Los gritos se mantuvieron así por media hora hasta que el esposo no pudo contenerse más:
-¡Basta!, si vas a gritar, grita bajita que estoy viendo el Fútbol. - le dijo a su mujer.