CAPÍTULO 18

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—¿Cómo está mi niño hermoso? — le habló Sofía al pequeño, mientras lo abrazaba fuertemente —bien tía, hoy la profesora me felicitó porque leo mejor que mis compañeros — alzó su ceja derecha mientras su mirada reflejaba superioridad.

—Ay Sofí, no le des leña al fuego, que este niño cada vez es más fastidiosito, solo falta que diga que el sol solo sale por verlo — la morena joven soltó sin reparo una carcajada, que resonó en el vacío del estacionamiento.

—Pues si el niño cree que el sol sale solo por verlo, así es, no me le dañe los sueños, gracias — Lucia entrecerró los ojos ante lo que le dijo a su hijo, sabiendo que era imposible el poder contrariarla cuando desde el primer día de nacido, las personas alrededor de Mauricio, le habían dado amor sin nivel, fue gracias a eso que al pequeño nunca le pareció una necesidad un padre.

—Terminaré por prohibirte verlo — respondió jocosa la rubia —en ese caso, tendrías que alejarnos a todos — el par de mujeres sonrieron, mientras el pequeño no entendía mucho sobre la conversación que tenían —oye, creo que debes estar muy ocupada, mira, aquí está, con su cargador y todo.

—Es cierto, por poco olvido lo que está pasando con el jefazo, gracias. En cuanto pueda, iré a visitarlos — el trio se despidió, dejando de esa manera, que cada quien subiera a sus respectivos modos, la morena al elevador y la madre e hijo al carro, para desarrollar el día de películas que tanto solicitó su hijo.

—Bueno amor, al llegar te irás a bañar y hacer las tareas que te dejaron, mientras yo hago la comida para el cine en casa, te haré esas palomitas cubiertas con caramelo que tanto te gustan, y esa carne con papitas, si necesitas ayuda en alguna, me avisas — el niño mostró su diminuta sonrisa, expresando con ella, la gran felicidad que sentía.

—Sí, está bien mami. Oh, cierto, mami, hoy la profesora de danza nos dijo que bailaríamos enfrente de toooodos, canciones de una banda así loca, como las que te gustan — Lucia expandió su sonrisa, teniendo aun la mirada fija en la autopista.

—Súper amor, eso quiere decir que se tendrán que vestir como los de Pink Floyd o al estilo de Bon Jovi, o... — el niño la detuvo antes de que continuara con sus divagaciones —no sé quiénes son ellos mami — respondió serio —sí, lo siento, es que me dejé llevar, pero, ¿sabes de que banda será? — el infante agarró su barbilla para intentar recordar exacto el nombre, atinándole a medias.

—Es algo así como, Libe-Lerami, algo así, cantan en español e italiano — el instinto de Lucia le gritaba en desgarre que detuviera el carro, pero su razón la detuvo, le explicó que, porque le pusieran a bailar algo de la banda de su padre, no daba a entender algo preocupante.

—Y, ¿cuándo se supone que van a presentarse?

—Creo que serán muchas canciones, por lo que será antes de las vacaciones de mitad de año, así que hay mucho tiempo — Lucia respiró profundo, para continuar adecuadamente con su actuación.

—Espero que me cuentes todos los días como van los ensayos — Mauricio movió su cabeza afirmando lo que le expresó —sí señora, te contaré todo — la conversación continuó fluida entre ellos durante todo su trayecto, tal como siempre sucedía entre los dos.

(...)

Cuando llegaron a su casa, el niño siguió las indicaciones que, en el interior del carro, su madre le había solicitado, saludando en cuanto entró, muy amablemente a la señora Laura, quien tenía lista la mesa con el almuerzo que con tanto amor preparó.

Con eso, Lucia fue en dirección a su teléfono ya cargado, para por fin responder a la urgencia de su querida Lia —aló — dijo dudosa la rubia, por el temor no conocer el nivel de enojo en la señora Lia.

Secretos Desvanecidos Vol. IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora