CAPÍTULO 25

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La voz que resonó en sus tímpanos, atravesando cada extremo de su cabeza, provocó su despertar neuronal inmediato, haciendo desaparecer su voz ronca con el intento de respuesta que le ofrecería.

No tenía aún, del todo claro si mentiría sobre su condición adormilada, o simplemente la aceptaría, pero en cuanto habló, con todo lo que maquinó en su cabeza, solo soltó con temblor un simple —sí-sé señor — golpeó rápidamente su frente con la palma abierta, por lo estúpida que sonó en esa confesión.

Entendiendo la situación, Esteban sonrió en su oficina, mientras organizaba diferentes archivos en el computador sobre el escritorio, en la soledad que su oficina le permitía —bueno, es algo evidente por el tono de voz en la primera palabra que dijo — él también se sintió ridículo con respecto a su incompetencia para seguir con lo que deseaba decir.

Su confusión era profunda, había encontrado la excusa perfecta para poder hablar con ella en el instante que notó su ausencia en su común lugar de trabajo, pero en realidad, las exactas palabras no estaban del todo presentes en su mente —sí, lamento eso, pero... ¿Cuál es el motivo de la llamada?, ¿pasa algo con mi permiso?, le aseguro señor que será tan solo un día más, el miércoles en la mañana estaré allí.

Esteban se reincorporó en su silla, desapuntando el botón central de su saco, dispuesto seguir con la conversación —la verdad es un sí y un no, porque, no me aviso a mí sobre el permiso solicitado, lo cual, no cancelaré o tendrá alguna reprimenda reflejada en su sueldo, pero... Sí me desconcierta un poco.

Lucia se levantó de la cama, enrollándose bajo la fina y blanca tela de la bata preparada por Greta para ella, a la vez que amaraba su nuevo cabello en la negra y delgada moña en su muñeca —señor, la verdad es que no lo llamé porque efectué el permiso con mi jefe directo, don Alirio, por eso no creí necesario hablar con usted y hacer lo mismo, pero de haberlo sabido, claro...

Esteban la detuvo, para tranquilizar la reacción que provocó en ella —lamento si me hice malinterpretar, solo creí que me hablaría para avisarme sobre su viaje y el motivo. Don Alirio no dijo nada sobre el motivo, es por eso que la llamo, me interesa saber la razón del porqué una empleada con su historial, decide tomarse dos días, así de la nada.

Lucia se puso las sandalias, preparada para salir de la habitación, no sin antes observar el reloj de la mesa de noche, marcando las tardías tres de la tarde, sin duda su agotamiento había sido inmenso, como para despertar a esa hora. Eran muchos los años en que pasaba, eso ya no entraba en sus planes —señor, usted sabe perfectamente que respeto mucho mi empleo al igual que a usted, pero... Lamento no ser capaz de darle lo que espera, no me atrevo a decirle lo que me orilló a esto.

No se sentía nada cómoda hablando con alguien externo sobre la muerte de Lia, ni tampoco revivir una conversación teniendo la constante amenaza de que sus lágrimas la controlaran, no cuando de su jefe se trataba —descuide, no debe preocuparse, como ya le dije, no me involucraré con el permiso que ya se le autorizó, pero por lo menos podría decirme el lugar en el que esta, así podría determinar si extender el permiso.

Lucia de nuevo se cuestionó si caminar en el camino amarillo o el rojo, definitivamente sería el amarillo, sabía que ese hombre reconocería una mentira a la distancia, no porque lo conociera, estaba consciente de que así no era, pero su sola presencia le explicaba perfectamente que era así como él era.

—Sonará irónico para usted señor, pero... Estoy en Bérgamo, sé que no es para nada cerca de Colombia, por lo que usted podría creer que no llegaré a tiempo, pero descuide, le aseguro que sí o sí, estaré el miércoles en mi puesto de trabajo, haciendo mis labores. No se preocupe por prolongar todo, además, mi viaje será rápido, le recuerdo que tengo un hijo, y no es bueno dejarlo durante mucho tiempo.

Secretos Desvanecidos Vol. Iحيث تعيش القصص. اكتشف الآن