CAPÍTULO 12: ¿Amor platónico?

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|Owen|

—¡Owen! ¿Podemos ir a ver a Lena? —suplica Raissa. —Quiero saber lo que le pasó al pequeño dragón.

Me sonrojo un poco cuando la menciona, mientras le sirvo su jugo de bayas y el pan que compré más temprano. Ella se sienta mientras espera mi respuesta con sus ojos grandes y brillantes de emoción. Sin embargo, sus palabras me llevan a pensar en esa chica de cabello pelirrojo y de hermosa sonrisa.

Lena... Ella es tan fantástica como la orkidaek. Es muy habilidosa en la magia, especialmente en el área de pociones. Estoy seguro que estudiará para ser una gran boticaria. Además, es muy buena con los niños. Ella les cuenta historias en...

—¡Oweeen! ¿Vamos a ir o no? —interrumpe mis pensamientos.

—¿Ah? Eh... sí —respondo algo distraído.

Sirvo mi desayuno y la de Askar. Mamá salió temprano a trabajar, como todos los días, y Astrid... ¿haciendo cosas de Astrid? Que yo recuerde, ella siempre ha sido extraña y fastidiosa con Askar. A veces está aquí; otras, fuera. Nadie sabe por dónde ni con quién anda.

—¡Askar! ¡El desayuno está listo! —le grito para que baje.

—¡Ya voy! —responde desde arriba.

Me siento al frente de Raissa. Me alegra que ella haya heredado el carisma de nuestro padre. Siempre es la calma luego de la tormenta, en esta conflictiva casa. Desde que nos enteramos de la muerte de nuestro padre, mamá cambió y empezó a ignorarla. Astrid, por su parte, comenzó a sentirse superior, mientras que Askar, inferior a ella y a alejarse del mundo. Fui el único que quedaba para encargarse de Raissa, cuando casi cumplía dos años. Desde ahí, estamos uno para el otro. Aunque ahora, después de tanta espera, se nos une uno más.

Baja Askar por las escaleras algo apurado con el bolso que lleva normalmente a la academia. Aparece vestido con una de las camisas de nuestro padre, quedándole algo ancha por los brazos y con una correa ajustándose en la cintura, unos pantalones sencillos y las botas altas de siempre. Extrañamente, su cabello está mejor cuidado, aunque se lo está dejándolo crecer. Está peinado hacia un lado, dejando ver claramente sus ojos azules oscuros.

Este cambio de estilo no me parece del todo extraño. Desde hace un tiempo, ha estado practicando magia de nuevo gracias a un chico que ha conocido a principios de clases. Tuvo que hacer un proyecto con él, según lo que me ha contado. Me dijo que se había decidido alejarse, aunque eso no le duró mucho. Al cabo de una o dos semanas, volvió a juntarse con él y parece que van a realizar otros proyectos más. Y, digamos que, desde que lo conoció, está volviendo a ser el hermano que conocí en un principio.

Se sienta al lado de Raissa y come su desayuno.

—¿Vas a ir a la casa de Elian? —pregunto antes de comer un bocado.

—No, vamos a la Central. Aún no encontramos cierta información —explica.

Raissa lo mira sorprendida y emocionada. Ya sé lo que está pensando. A mí también me alegra.

—¡Owen, podemos ir a conocer a Elian! —grita feliz.

—¿Ah? —Askar nos mira confundido. A veces puede llegar a ser algo lento.

—También vamos allá —aclaro.

—¡Para ir a ver a Lena! —exclama emocionada.

Pareciera que tuviera estrellas en vez de pupilas. Qué tierna.

—¿Lena? —pregunta sin entender.

—Es... una amiga —desvío la mirada algo sonrojado. —E-es... una larga historia.

Once in the Red MoonWhere stories live. Discover now