Capítulo siete: "No fueron tan malas las molestias"

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Puede sentir cierto coraje llegar a su cuerpo al pensar en esas fechas, no puede evitar recordar lo agresivo que podía ponerse en aquellas ocasiones...

—Maldita sea —dijo en voz baja al recordar aquello. Quería pensar en otra cosa, en una que resultara menos molesta y que no le hiciera agradecer el que le destrozaran el vientre. ¿Qué podría ser esa cosita que podría recordar ahora? Estaba seguro de que no tenía que ser algo de esas épocas, no había nada que le molestara realmente de ese tiempo, pero sí había algo, mejor dicho alguien, que pudo hacerlo enojar incluso más, con cada una de sus visitas. Y estaba más que claro quién era esa persona: Akaza.

Sí, el demonio que no hacía más que recordarle sus sentimientos cada que lo volvía a visitar, porque sí, lamentablemente Akaza cumplió con su palabra sobre ir a verlo más seguido para "conocerlo más", ya que "aún le quedaba mucho por conocer de él". ¡Se notaba que sólo era una excusa para arruinar casi cada una de sus noches! ¡Porque sí, el condenado podía ir hasta por tres noches seguidas a verlo! ¡Y cada una de esas condenadas noches era arruinada por su presencia!

Estaba tranquilo, matando demonios y luego ¡PUM! Llega Akaza.

Estaba estirándose, listo para regresar a su hogar o para ir la finca mariposa por alguna herida y de la nada oía un: "¿Quieres ayuda?"
Muy amable de su parte, pero ese no era el punto.

Finalizó una misión con tiempo de sobra, se mostraba alegre y hasta con ganas de ir a comprar algo de comer ¡Y de la nada aparece ese demonio con una batata!
¡Y él ama las batatas! ¡Seguramente Akaza lo vio comer una y por ello se había tomado la molestia de llevarle una! Eso podía ser lindo, ¡Pero no cuando se trata de él, porque era más que obvio que lo sabía por estarlo acosando!

Al tener esa idea en mente, quería gritar una sola cosa: "¡MALDITO DEMONIO!"
¡Porque rara vez lo dejaba en paz! ¡Con suerte podía volver a su hogar y dormir tranquilo! ¡Pero claramente no lo hacía estando muy feliz, su estado de ánimo se le notaba perfectamente en la cara y él no estaba contento por ello! Apenas podía estar tranquilo cuando abrazaba a Senjuro y este le preguntaba:

"—¿Qué pasó?"

Y Kyōjurō respondía con algo de cansancio:

"—Demonios molestos, muy, pero muy molestos" —mientras rodeaba el cuerpo del joven beta con sus brazos. Estaba feliz de poder decirle ciertas cosas, pero esta vez no entraría en detalles como para decirle "Hay un demonio que no me deja tranquilo y no he podido matarlo". Eso ya era personal y le dejó en claro que todavía no quería hablar de eso, pero que en algún momento se lo dirá.
Porque estaba muy cansado como para recordar las visitas ya molestas de Akaza.

Era un fastidio sentir que ya tendría una noche normal y luego escuchar una voz animada, acompañada de una sonrisa que mostraba el gran agrado de verlo. Por un momento pensó "¿No tienes algo mejor que hacer?", pero inmediatamente descartó la tentación de preguntarle directamente a Akaza, pues luego de verlo con más detenimiento, era "mejor" que estuviera junto a él a que estuviera en cualquier otro lado matando gente. Por poco y estuvo a punto de desearle el mal a algún inocente, cosa que no se podía permitir, no cuando su trabajo es eliminar a los demonios malignos. Mejor que él soportara su presencia a que cualquier otro se lo encontrara.

Ahora sólo tenía que tomar aire, aguantar y tratar de cortarle el cuello a Akaza, porque sinceramente ganas no le faltaban y lo dejaba perfectamente claro cuando el demonio agotaba su paciencia y hasta trataba de acercarse a él para "Hablar más a gusto". Aunque Kyōjurō ya le había dicho que se mantuviera lejos de él si no quería que le cortara un brazo.

La verdad quedaba más que claro que Akaza no respetaba esas palabras del todo. Porque hubo una ocación en la que realmente había invadido su espacio personal y esa fue la siguiente:

"Vistazos al ayer"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora