Capítulo XIV

121 14 6
                                    

Narra Eärendur

Cuando observo por el rabillo del ojo como huye Frodo del futuro campo de batalla veo como Aragorn lentamente va al encuentro con los Uruks mientras que yo le acompaño con el ceño fruncido, que rápidamente pasa a repentina sorpresa al visualizar a uno de nuestros enemigos como el orco que hablaba con Saruman en mi sueño.

Con gran velocidad borro esos recuerdos de mi cabeza para detener una acometida de un Uruk con su espada con la hoja de oscuridad pura para hacerle retroceder al concentrar fuerza y girar sobre mí mismo haciendo un arco que decapitó al enemigo que tenía delante. Seguidamente retrocedí tambaleándome tras esquivar con suerte un tajo de otro orco, pero está vez su hoja estuvo rozándome consiguiendo por poco hacerme una herida de lado a lado en el pecho. Posteriormente, me enderecé y lancé una estocada que le atravesó el cuello al bastardo, para extraer mi espada y levantar mi arma para proferir un tajo descendente que acabó dividiendo en dos el rostro de un Uruk.

No obstante, tengo que retroceder un poco sobre mis pasos por el gran número de enemigos al mismo tiempo que el hedor de los Uruks comenzaba a llegar a mis fosas nasales para atormentarme. Su olor tan repugnante que tuve que detener una arcada, algo irónico para alguien que ha estado rodeado de orcos, Uruks, huargos y trolls durante casi toda su vida.

En eso la partida de guerra de enemigos nos fuerza a mí y a Aragorn a dividirnos, provocando que me enfadé internamente por ver que su número es bastante superior al que me esperaba. Yo pensaba en un inicio que máximo serian un centenar de Uruks, que, aunque pocos en número nos darían bastante batalla antes de acabar con ellos, no obstante, ahora veo que eso no es así y observó durante unos milisegundos como el heredero de Isildur es atacado por fácilmente dos decenas de orcos. Mientras que yo, por otro lado, me enfrasco en un combate contra una quincena de malditos guerreros de la mano blanca.

Comandante Uruk-hai: ¡Buscad al mediano, encontrad al mediano! Escucho vociferar al que creo que es el líder de la fuerza enemiga con una voz monstruosa, parecía ser que sus palabras resonaban como un trueno en el lugar, pero tengo que despejar esos pensamientos para detener otro arco de uno de sus hombres con mi espada mientras reúno todas mis fuerzas para empujarlo y alejarlo de mí, provocando que choque contra otros tres de sus camaradas.

Gracias a eso me da el tiempo suficiente para concentrar mi magia en mi mano derecha al mismo tiempo que la lanzó en forma de una llamarada que chamusca a esos cuatro Uruks con una furia poderosa. Las llamas se concentran rápidamente en un pequeño torbellino que desprende la carne y las armaduras de sus huesos y escucho sus chillidos de dolor al mismo tiempo que el olor a quemado comienza a desprenderse por el lugar. Deprisa agacho mi cabeza al notar como una hacha a dos manos pasa cortándome varios mechones de mi cabellera, para seguidamente erigirme con un tajo ascendente que el hace un corte desde la cadera hasta atravesar su hombro.

El orco afectado retrocede dando chillidos ensordecedores y estridentes de puro dolor para yo callarlos al clavarle mi espada entre sus omoplatos. No obstante, y para mi desgracia tengo que dejar a oscuridad pura incrustada en su cuerpo al salvarme rápidamente de un ataque enemigo que me fuerza a retroceder, viendo con pena como la gloriosa espada que me entregó mi hermano mayor está lejos de mis manos, por lo tanto, esquivó hacía un lado otro tajo para que la espada acabe chocando contra el suelo. Con eso voy y le propino una patada en todos los morros al Uruk para que lleve sus manos a su rostro por el leve dolor que ha sufrido, desprendiéndose de su acero cayendo en el suelo que aprovecho para agarrarlo con fuerza, notando la diferencia de peso entre mi arma y está, pero que no me detiene para decapitarlo de un solo tajo.

Eärendur: Si creéis que voy a ser fácil de matar, malditos monstruos de tres al cuarto, estáis muy equivocados. Les digo a la decena que queda con vida, que creyendo que me entendieron los que les quise decir lanzaron unos gritos de frustración al cielo para cargar contra mí, momento que aprovecho para agacharme, pasar por un pequeño agujero que había entre las piernas de mis enemigos para estar al lado del orco que portaba el hacha a dos manos y agarrar con fuerza a oscuridad pura, notando como un aire embriagador y mortífero se instala a mi alrededor al mismo tiempo que sentía como mi hoja se encontraba sedienta de sangre orca. – Vamos a atiborrarte de sangre de Uruk-hai -. Le digo para observar como mis enemigos se girar a por mí y yo me lancé a por ellos, haciendo un arco de cuarenta y cinco grados descendente cercenando la cabeza de un Uruk que portaba una espada y escudo hasta acabar atravesando el cuerpo de otro de su raza que empuñaba a su vez una sola espada, pero en vez de a una mano con ambas extremidades.

HIJO DE SAURONWhere stories live. Discover now