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Los ojos de los dos oficiales viajaban de un lado al otro divisando a las personas caminar por la calle en las primeras horas de la mañana.

Su tarea era clara y sencilla; vigilar a ambas jóvenes de posibles peligros, pero había un problema, algo que los detuvo a esperar dentro del automóvil.

La élite resultaba ser un lugar difícil de acceder, debías pertenecer a una familia adinerada o ser alguien de poder dentro de la política. Detestaban trabajar con las personas adineradas, resultaban ser las más odiosas que alguna vez hayan conocido.

Los barrios bajos, los barrio pobres o como algunos llamarían los más "peligrosos" en cambio era otro ambiente. Entre todos se conocían y se mostraban respeto, ellos habían aprendido a infiltrarse allí e incluso sentirse incluidos entre esas personas.

Así que ahí estaban, frente al límite de la zona alta y la zona baja. Resultaba ser que los contrastes de clases sociales en la ciudad eran drásticos, podías estar frente a los edificios más altos y lujosos y, con solo cambiar de calle, te encontrabas con las casas sin terminar de construir por falta de presupuesto.

-Piedra, papel y tijeras.- Hinata estiro su puño listo para el juego.- El que pierda se va con los niños pijos.

-Esta bien.- Respondió Kageyama poniéndose en posición.

Contaron hasta tres y jugaron. Kageyama dejó su puño cerrado, piedra, Hinata tenía la mano extendida, papel.

-¡Si!- Exclamó con orgullo y salió rápidamente del auto antes de que pudieran detenerlo.

Se acercó a la ventana del lado del conductor y aclaró su garganta.

-Tranquilo Kageyama, tienes cara de niño rico.- Intento darle ánimos.- Te irá bien.

Comenzó a caminar colocándose la capucha de su sudadera, además oculto sus manos en los bolsillos de su pantalon y se adentró en el barrio.

Reviso su celular para corroborar que la información que el tenía era correcta, y efectivamente lo era. Caminó un par de cuadras cruzándose con algunas persona que le habían dado los buenos días amablemente, al llegar que una esquina dobló buscando un lugar en específico.

"Gladiador GYM" el gran cartel oxidado en la entrada le indicó que era allí.

-Buenos días ¿En que puedo ayudarlo?- Una chica joven que no pasaba de los veintitantos se le acercó al verlo entrar.

-Buenos días.- Hizo una pausa revisando el lugar.- ¿La zona de boxeo?- Pregunto finalmente al no visualizarla.

-Es por aquí.- Caminó hasta una puerta negra a un costado, Hinaga siguió sus pasos.

La mujer abrió la puerta y Hinata quedó maravillado. Un ring de boxeo estaba a un lado y del otro varias colchonetas en el suelo donde se practicaban otro tipo de artes marciales.

El pelinaranja sacó su cartera y de ella una tarjeta de crédito.

-¿Podría cobrarme por un mes?- Pregunto sin dejar la vista del ring.

-Claro que sí.- La joven tomó la tarjeta y salio del lugar dejándolo ahí.

Hinata comenzó a caminar, dejando su sudadera tirada sobre una banca. De estaban los lockers que usaban los miembros del gimnasio, del otro unos sacos de boxeo. Y allí una chica alta y con un físico bien cuidado estaba entrenando golpeando el sacó con audacia.

Se le quedó unos momentos viéndola maravillado, llevaba el cabello trenzado y un top deportivo que dejaba ver su abdomen marcado, el sudor bajaba por su frente y caía por su cuello.

 Daichi Sawamura Donde viven las historias. Descúbrelo ahora