Day One

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Era un día caluroso, según el pronóstico que había escuchado en la mañana ese día era el más caluroso de todo el verano.

— Odio esto.

El de ojos azules se quejó a todo pulmón mientras se abanicaba con la mano. Llevaba una camisa blanca holgada y un short marrón, era una ropa que solo usaba una que otra vez.

Y hoy era ese día, encima estaba solo en su casa. No estaba su padre o su hermano menor para que le hicieran el favor de darle un poco de helado o agua helada.

— Maldición, estoy ahogado en mi propio sudor.

Se volvió a quejar mientras se movía en su cama, estiró su brazo un poco para tratar de agarrar el control del aire acondicionado.

Celebró en su interior al lograr agarrarlo sin hacer mucho esfuerzo, pero como si la vida le odiara al tratar de prender el aire no funcionó.

— ¡Jodido día!

Ahora sí gritó con todas sus fuerzas antes de bufar, se levantó mientras se quejaba por tener que mover su cuerpo para buscar algo refrescante.

Al llegar al pasadizo se quedó viendo las escaleras, una onda de calor azotó su cuerpo y de derrumbó en el suelo soltando quejidos.

— ¡Ah! El suelo está frío.

Sus ojos se cerraron mientras disfrutaba el helado del suelo. Decidió no moverse de allí mandando al diablo cualquier idea de buscar helado o hielo.

Pero no pasaron ni cinco minutos cuando escucho que alguien entraba en su casa, pensó que era su padre o hermanos así que siguió acostado.

— ¡Agüero!

Pero su rostro se levantó sorprendido al ver a un castaño de cabello semi largo, al ver a su enamorado allí se alegro bastante.

— ¡Baam!

Pero siguió sin levantarse por lo fresco del suelo, en cambio el castaño subió corriendo las escaleras para tomar el rostro del mayor con cuidado.

— ¿¡Te caíste!? ¿¡Te sientes bien!?

— Baam cálmate

— ¡Pero respóndeme!

— Lo haré cuando estés tranquilo.

— ¡Tú!

El castaño se le quedó mirando antes de soltar un suspiro rindiéndose ante el de ojos azules.

Ante eso el contrario soltó una leve risa. Estiró sus brazos en señal de que el contrario lo cargara.

— Eres un mimado

— Solo llévame

El chico de ojos dorados sonrió animado y cargo al estilo princesa al mayor mientras caminaba hacia el cuarto del dueño de casa.

Mientras eso pasaba, el de ojos azules cómodo contra el pecho del menor, no entendía cómo había pasado esto.

Desde el momento en que conoció al chico de cabellos castaños confío en el y como no hacerlo. Si desde el primer momento los ojos dorados únicos del menor le transmitieron honestidad.

Si tuviera que regresar en el tiempo dándole la opción de volver aceptar o no la confianza del castaño. La volver a aceptar.

— ¿En qué piensas Agüero?

— En el primer momento en que te conocí.

— Puedes olvidar ese momento, es vergonzoso.

— Para ti.

— Ya, solo no lo recuerdes.

— Imposible, lo recordaré por toda la vida. El como te me quedaste mirando por un rato y cuando te pregunté el porque me dijiste que era como un ángel ya que era hermoso.

— Ya basta

El de ojos azules se rió ante la vergüenza del menor, le gustaba molestarlo. En si, su personalidad cambiaba demasiado cuando estaba con el menor.

Desde que comenzaron a hablar su corazón frío como el hielo comenzó a calentarse como si estuviera cerca del sol.

— ¿Ahora de que te ríes?

— De ti.

— Serás...

El menor le sonrió con su mirada llena de diversión. Al llegar al cuarto, lo cual pareció una eternidad el menor echo en la cama a contrario.

— Bueno ¿Qué hacías en el suelo?

— Quería ir abajo por un helado o agua helada.

— ¿Y por qué no le pediste a Ran o a mi suegro?

— Porque ninguno está.

— Eso explica porque nadie se extrañó que tuviera una llave.

Y allí estaba, la prueba máxima de que confiaba en el menor más que ninguna otra persona. Tenía una copia de su llave.

Había pasado más de un año de que se habían vuelto enamorados cuando le dio un resfriado bastante fuerte y no había nadie en su casa.

Pensó que iba a hacer las cosas solas como siempre, pero de la nada alguien rompió su puerta y entró a su casa.

Temió por su vida ya que estaba débil, estaba más que seguro que era un ladrón. Porque nadie en su sano juicio entraba de esa forma a una casa.

Pero como hoy, el chico castaño apareció gritando su nombre, y como si la tormenta en su mente se detuviera todo se tranquilizó.

Obviamente después de que pasó el resfriado le gritó por la puerta y tiempo después le dio una copia de su llave con un llavero con la letra K.

— ¿Y el aire acondicionado?

— Al parecer se malogro.

— ¿Enserio? Espera y le echo una revisada.

El castaño se acercó para dejarle un suave y corto beso en sus labios junto a una bolsa blanca.

Lo último le extrañó, pero cuando el contrario se separó solo pudo observar su hermosa sonrisa mientras se alejaba en busca de la caja de herramientas.

Aquel acto lo extraño todavía más, sus manos bajaron para tocar la bolsa y abrirla. Al ver su contenido no pudo evitar reírse con ganas.

— Tu, eres algo Baam.

— Soy tu enamorado y futuro esposo, eso es lo que se.

Dentro de la bolsa había varias paletas de helado de su sabor preferido. Al parecer el castaño había leído su mente.

— Mira tú, no sabía que me habías propuesto matrimonio.

— Aún no, pero lo haré. Serás Agüero Grace ¿Es hermoso no?

El muchacho le sonrió de una manera hermosa que hizo latir su corazón con bastante fuerza.

— Si, lo es.

Aquella sensación cálida que le daba verlo sonreír y saber sus gustos. Sentirlo tan cerca y poder pasar el rato con él.

Si, estaba seguro de ello. Estar con él para toda la vida sintiendo tranquilidad sería lo más hermoso del mundo. Algo que no cambiaría jamás.

Blue and Gold [ᴋʜᴜɴʙᴀᴍ ᴡᴇᴇᴋ2021]Where stories live. Discover now