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No le gustaba depender tanto de un humano. O de cualquier otro individuo, en general. Pero era lo que debía hacer si quería asegurarse de que todos se encontrasen bien.
Que YeoSang estuviese a salvo.

De hecho, pensaba que no era tan malo, después de todo. Al menos si todos a su alrededor no pareciesen tan felices de alejarse de su territorio como lo hacían en aquel momento.
JongHo sabía que en cualquier momento rompería su propia mano por la fuerza que ejercía en mantener sus puños cerrados.

Bufó cuando las risas animadas de WooYoung, YeoSang y SeongHwa resonaron dentro del auto cuyo dueño humano había decidido aportar para llevar a cabo aquella simple misión.
Odiaba cómo aquel humano parecía agradarle a todos de forma tan fácil, como si quisiese apoderarse de la atención.

Sabía que su mente comenzaba a buscar a algún culpable de su repentina molestia, y aunque debía detener el sentimiento; no podía.
Era un alfa líder salvaje, después de todo. Ser irracional he impulsivo era parte de su naturaleza.

Odiaba cómo su instinto parecía gritar que el humano que acababan de conocer–menos HongJoong–parecía querer llevarse lejos a toda la pequeña manada que habían estado formado inconscientemente.

—Llegamos.—La voz del humano–quién conducía– informó mientras los adentraba sin prisa alguna en un hermoso y pintoresco camino de tierra que fue descubierto cuando dos enormes rejas negras se abrieron de forma automática, como si un sensor hubiese avisado de su llegada. Una enorme y preciosa casa de tres plantas se dejó ver, y aquello fue suficiente para JongHo.
Mordió su lengua, tomando una fuerte respiración.

Estaba seguro que la expresión de su rostro no era la más amigable en aquel momento.

—¡Esto es aún más gigante que la casa de nuestro antiguo alfa líder!—El grito de WooYoung no lo hizo sentir mucho mejor.

—¿Y qué haces? ¿Eres narcotraficante, acaso?—YunHo fue directo, se encontraba ayudando a los alfas a cargar el escaso equipaje–si es que así se podía llamar– que habían llevado.
WooYoung y YeoSang seguían a HongJoong como pequeños patitos, observando maravillados la intensidad de la casona. Parecía que el omega conejo había estado en aquel lugar con anterioridad.

—Se prudente, YunHo.—A pesar de estar algo alejado, Joong no dudó en regañar a su amigo.

SeongHwa solo soltó una pequeña risa, negando con su cabeza.—Mi padre dejó una gran fortuna. No hay mucho más que ello.—Explicó levemente.—Aunque busco crear mi propio camino.

Ahora todos se encontraban cerca de la gran entrada de la vivienda. Casi inmediatamente aquella puerta fue abierta, dejando ver a un hombre algo mayor que parecía ser humano.
JongHo supuso que se trataba de alguna especie de ayudante el cual los humanos solían denominar como mayordomo.

—Hola, Sr. JongKook.—HongJoong saludó animadamente al mayordomo, quién hizo una pequeña venía mientras mantenía una leve sonrisa amable en sus labios.

—Sr. Joong, Sr. Park, sean bienvenidos.—Su saludo fue cálido y cordial. Luego, sus ojos viajaron hacia los demás cambia formas desconocidos, su mirada fue igual de amistosa.—Bienvenidos.

(...)

—Tú jardín es hermoso.

SeongHwa dejó su perfecta y blanca hilera de dientes al descubierto en una hermosa sonrisa cuando observó a través de la ventana de su sala de estar.
Los ojos del omega a su lado parecían brillar al mirar las hermosas flores que se lucían en el lugar.

Entre hojas, flores y un gran gorila »JongSang« [Omegaverse-Cambia formas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora