『17』

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Se habían tomado muy en serio aquello de dividir el cuarto en dos. Especialmente cierto chico que hasta hacía un par de días no estaba de acuerdo con ello.

Minho decidió mover la mayoría de sus cosas a su mitad debido a que Jisung siempre encontraba la manera de molestarle con ellas. Tras unos "Ups, no sabía que la lámpara estaba allí", y otros "¿A quién se le ocurrió dejar eso en este lado?", optó por simplemente trasladar lo más posible hasta el lugar que él mismo llamaba Zona libre de Jisung.

¿Por qué haces tanto alboroto...? Vaya —la abuela lo observaba desde la puerta de la habitación, observando como su nieto empujaba la cama que, pasó de estar en el medio, a quedar pegada contra la pared—. Dame alguna explicación normal para esto.

No había ninguna, ciertamente.

En el corto tiempo que había pasado junto a Jisung, Minho había aprendido que era mejor llevarle la corriente a intentar oponerse a sus acciones tontas. Quizá por esa razón habían terminado con una cantidad enorme de veinte reglas en las que incluían cosas aún más tontas.

—Soonie se cae de la cama mientras duerme, así que de esta manera ya no se caerá más —argumenta con seguridad, y tanto la mujer como el gato le miran mal.

—El gato tiene su propia cama, Minho.

—Pero nunca la utiliza, abuela. Creo que adoptó mi cama como la suya también, y no me molesta compartirla.

Era consciente de que su "explicación normal" no sonaba para nada convincente. Para empezar el gato a veces dormía ahí y a veces no, por lo tanto no valía la pena mover la cama solo por eso. Además, realmente el gato nunca se había caído antes. Dudaba que eso fuera siquiera posible, porque según tenía entendido, los gatos caen de pie. En todo caso, si caía, en realidad estaría despertándose de una manera elegante.

—¿Seguro? —su tono le incitaba a escupir la verdad, sin embargo, no lo haría.

—¿Si te digo que quien se cae de la cama en realidad soy yo, quedarás conforme?

Verdad a medias. De niño solía caerse mucho, y por pereza terminaba durmiendo en el suelo junto a un par de mantas. Era tanto que su madre convenció a su padre de comprarle una alfombra bastante acolchada para que la próxima vez que cayera, no se golpeara tanto. La abuela sabía de eso, puesto que su madre se lo había contado alguna que otra vez en contra de su voluntad.

Era vergonzoso que los demás supieran que un niño relativamente grande como era él, todavía continuase cayéndose de la cama tal cual un bebé. Pero con el tiempo eso dejó de suceder.

La abuela contiene sus ganas de reír, y su mueca un tanto deformada lo confirma. Sin embargo, no lo hace.

—Te llamaré cuando esté listo el almuerzo —concluye, y se va por donde llegó sin replicar nada. Menos mal.

Una vez la abuela ya no se encuentra en la habitación, Minho ve algo removiéndose debajo de una de las mesitas de noche que todavía continuaba en la mitad contraria. Unos cuantos segundos más tarde, un pequeño Jisung emerge desde la oscuridad, y aunque aparentemente quiere verse intimidante, en realidad no lo es.

Y es que, el chico además de medir lo mismo que un figurín de juguete, tose un par de veces debido al polvo, su cabello se encuentra repleto de pelusas —no pequeños gatos, cabe aclarar—, y su apariencia se asimila prácticamente a la de una escobilla de limpieza.

Sin embargo, pese a su aspecto empolvado y para nada genial, la expresión burlona en su rostro no desaparece.

—¿Así que te caes de la cama? —es lo primero que dice al verlo.

Spooky Hannie || MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora