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Jackie Diore !
entre a mi casa intentando no hacer nada de ruido, la voz de mi madre me recibio cuando pase por la puerta. Estaba casi gritando, por lo que supuse que estaba hablando por telefono con sus amigas.
me apresure a encaminarme hacia mi cuarto, que raramente estaba bastante cerca del sotano. Lo habia elegido al mudarnos, ya que estaba abajo y muy lejos del piso de arriba. Eso facilitaba un poco las cosas.
pero lo feo es que tenia que pasar por el living para llegar a el, me arme de valor y comence a caminar con rapidez en direccion a mi cuarto. Pero la voz de mi madre me interrumpio.
—jackeline, que bueno que llegas, mi niña. —exclamo, contenta.
—hola, madre. —salude, volteando a verla.
mi madre era la tipica señora que veias en las peliculas de los 60's, dedicada a su familia y a su esposo. A nada más.
—uh, querida. Tu padre me aviso que llegaria mañana por la mañana, asi que tendras que ayudarme a cocinar, ¿bien?. —pregunto.
con la sola mencion de ese hombre senti que mis musculos se tensaban, pero ella no lo noto. Ella nunca nota nada.
no me quedo de otra que asentir, con la mandibula apretada y con el pecho punzante.
—¿has estado comiendo de más, jackeline?. —pregunto, viendome de arriba a abajo. —ya te he dicho que controles tus nervios, nadie te amara si estas gorda.
aprete mis manos tratando con todas mis fuerzas no poner los ojos en blanco, ella era algo obsesiva con mi peso. Decia que la belleza se basaba en la delgadez, para mi era algo estupido, pero no podia decirselo. No queria terminar castigada.
—no he estado comiendo mucho, es más, hace noches que no ceno. —respondi.
—pues, me parece muy bien. —sonrio. —tienes que cuidarte más, a los hombres no le gustan rellenas.
No llores, jackie. No seas patetica, no llores.
—okay, madre.
ella asintio y se dirigio hacia la cocina campante. Yo aproveche y me fui casi corriendo hacia mi cuarto, cuando entre en el me asegure de cerrar bien la puerta de este y girarme para poder tirarme en mi cama.
pero al girarme me encontre con un manojo de rulos y una sonrisa timida. Jacob, mi hermano de tan solo siete años, la razon por la que sigo aguantando esta pesadilla llamada hogar.
—hola, jacob. —salude, acercandome hacia el.
—¡hasta que por fin llegas!. La bruja quiso cortarme el cabello y yo me escape de sus asquerosas manos. —hablo atropelladamente. —no quiero que nadie toque mi arma para conquistar chicas.
