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Miraba los apuntes de la asignatura que estaba estudiando con poco interés, casi durmiendome del aburrimiento.
No podía decir que iba bien en los estudios, simplemente iba. Hacía lo que podía para al menos aprobar y así evitarme las discusiones con mis padres y sus amenazas de internados en Europa a los que, obviamente, no quería ir.
Pero, estar horas delante de un escritorio sin dejar de leer lo que quizás te entraba en un examen o no y que, sinceramente, no me gustaba, no hacía más que cansar a alguien. En este caso, a mí.
De repente, la puerta de mi habitación sonó, haciendo que mi mirada se levantase de aquellas hojas y mirase hacia ella.
- Adelante.
Segundos después, la puerta se abrió y por ella asomó la cabeza de mi madre, dedicándome una dulce sonrisa. Supongo que querrá decirme algo.
- Mara, cariño, ¿Qué tal?
- Bien, supongo.
- Bien, bien, así me gusta.- sonrió aún más y pasó completamente hacia mi habitación sin soltar el pomo de la puerta.
- ¿Quieres algo, mamá?
- Eh... sí, bueno, querer, querer...
- ¿Qué pasa?
- Esta noche tu padre y yo tenemos que ir a una cena.
- De negocios.
- De amigos para hablar de nuestros negocios.- asentí sin mirarla y tocó un mechón de su pelo rubio y ondulado con nerviosismo.- Hemos pensado que podrías venir.
- ¿Tengo que ir? Quiero decir, ¿Es necesario?
- Ya sé que estás ocupada con los estudios, porque eres una chica responsable, pero tu padre quiere que vayas, ya sabés, para acostumbrarte a este tipo de cenas.
- He ido a muchas de este tipo.
- Mara.
- Iré.- sonrió una vez más, soltando aquel mechón para dejar sus manos sueltas a cada lado.
- Perfecto, sobre la misma hora de siempre.
- Vale, mamá.
- Te dejo estudiar, te quiero.
- Y yo.
Sonreí levemente y ella terminó por irse, escuchando los tacones blancos que llevaba hoy en conjunto con su falda ceñida hasta por encima de las rodillas y su blusa.
Suspiré y negué con la cabeza, volviendo de nuevo la mirada a mis apuntes.
No es que no quisiese ir porque prefería quedarme en mi casa encerrada y estudiar. Simplemente, no me gustaban aquellas cenas y esta noche, como ayer y antes de ayer, tenía pensado salir de fiesta. Pero, para ellos era mejor decirle esto, que tenía mucho que estudiar.
No sabían que me iba por la noche de fiesta, para ellos simplemente me iba a dormir temprano y lo que estaba haciendo era cambiarme rápido y escaparme. A la mañana, nunca me habían encontrado volviendo, así que todavía era mi pequeño secreto.
Tras minutos mirando esas palabras y frases por las que no tenía mucho interés, decidí darme por vencida y acostarme sobre la cama con mi teléfono, mirando si había algo importante.
Por un lado, mi grupo de amigos que eran hijos de los amigos de mis padres hablaban sobre la cena de esta noche. Y por el otro, mi otro grupo de amigos hablaban del boliche al que iban a ir y de lo que iban a beber esta noche.
Suspiré e ignoré todos los mensajes para ver mis redes sociales, olvidándome por completo de lo demás para quedarme hipnotizada por ella durante largos minutos. Cuando me di cuenta, ya habían pasado treinta minutos desde que empecé a verlas.
Debería estudiar, pero con las horas que eran prefería ir a buscar entre mi ropa lo que me pondría para esta noche, saliendo de mi habitación para dirigirme a la ducha y comenzar a arreglarme para la cena.
Cuando terminé de hacer todo, me miré al espejo por última vez y me acomodé mejor mi pelo liso y largo negro, terminando por decir que finalmente iría con una coleta, saliendo por fin del baño.
Caminé sobre mis tacones negros hasta el salón y me acomodé el vestido corto y también negro para sentarme en el sofá, viendo a mi padre estar atento a su teléfono ya en su traje y sentado en uno de los dos sillones que había.
- ¿Estás lista ya?- me miró por encima de sus gafas por unos segundos antes de volver su mirada a su teléfono de nuevo.
- Sí, ¿Llegaremos tarde?
- Nunca se sabe, cariño.
- Ya...nunca se sabe.
Suspiré y yo también saqué mi teléfono del bolso pequeño que llevaba hoy. A veces, levantaba mi vista de él para llevar mis ojos a mi padre, viendo que no había cambiado en ningún momento su postura.
Fruncía el ceño, haciendo notar más sus pobladas cejas negras que contrastaban un poco con sus ojos marrones, mirando su teléfono mientras lo apoyaba por encima de su levemente abultada barriga que se hacía notar sobre todo al estar sentado. Suspiré y dejé de mirarle para seguir entreteniendome con mis redes sociales hasta notar la presencia de mi madre o más bien, el sonido de sus tacones, como de costumbre.
Al volver a levantar mis ojos, marrones como los de mi padre, me encontré con mi madre con un conjunto completamente diferente, girando sus anillos dorados de una de sus manos mientras miraba a mí padre, fijando sus ojos verdes sólo en él.
- Cariño, a veces parece que no te sabés peinar.
- ¿Eh?
Mi padre la miró confundida y ella sonrió con sus labios pintados de rojo, como los míos. Se acercó a él y con un peine intentó acomodarle mejor su pelo gris, aunque parecía que no lo estaba disfrutando mucho él.
- Cariño, por favor, terminá ya y vámonos que vamos a llegar tarde.
- Por una vez...- contesté yo mirándoles y él chasqueó la lengua, levantándose del sillón para abrochar su chaqueta, carraspeando la garganta con sus ojos ahora en mí.
- Nunca, Mara, es una falta de educación.
- Sí, mejor nos vamos ya, que es mejor ser los primeros que los últimos.
Mi madre sonrió y a continuación llamó a una de las últimas sirvientas que quedaban en casa para pedirle que devolviese el cepillo al baño. Suspiré mirando la escena y comenzaron a caminar hacia la entrada, yendo detrás de ellos.
Al salir ya nos esperaba el chófer de mi padre fuera en el auto negro de la familia. Le saludamos entrando y me senté detrás junto a mis padres, al lado de mi madre y pegada a una de las puertas del auto.
En el camino, mi teléfono vibró, avisándome de un mensaje. Fruncí el ceño pensando que lo había puesto en silencio y abrí mi bolso para ver quién había sido.
Iara.
Mañana vamos de fiesta otra vez.
Por si te querés venir.
Sonreí nada más leí eso y tapé un poco la pantalla, evitando que mi madre lo viese por si quería ver quién me había mensajeado.
Iara.

Sabés que sí.
Hoy no, pero mañana no se escapan de mí.

Listo, mañana te digo la hora.
Bueno, supongo que tendré que aguantar lo que viva esta noche con tal de tener una de las mías mañana.

¿Dónde Estás? (Duki)Where stories live. Discover now