21.

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Me apoyé en el marco de la puerta, esperando a que por fin el auto aparcase delante de la puerta para ver a mis padres después de un par de días sin saber de ellos más que por mensajes o alguna llamada nocturna de mi madre.
- Mara.
Sonreí levemente viendo como mis padres bajaban por fin, sonriendo cansados. Agarraron su valija y se acercaron a mí para abrazarme.
- ¿Qué tal el viaje?
- Cansado.
- Se nota, se nota.- dejé que pasasen hacia dentro de la casa y les seguí a su habitación.
- ¿Vos qué tal sola?
- Bien, como siempre.
- ¿Ningún problema?- preguntó mi padre.
- Ninguno.
- Bueno, entonces todo ha salido bien.
- ¿Cómo iba a salir sino? No es el primer viaje que hacéis.
- Pero nunca se sabe.
- Dale, ve ya a estudiar y dejá de perder el tiempo con nosotros.
Dijo finalmente mi madre. Suspiré e hice lo que me dijo, salir de su habitación para ir a la mía, sentándome en la silla en frente del escritorio, pero sin abrir los apuntes.
Agarré mi teléfono para ver los últimos mensajes que me había mandado Mauro y miré la puerta, asegurándome de que había cerrado antes de llamarlo.
- Hola.
- Hola, ¿Todo bien?
- Todo bien, mis padres ya han llegado así que...
- ¿Me dejé algo en la casa?
- No que yo sepa.
- Mientras no encuentren nada.
- No creo, sino ya hablaré con Joaquín por si acaso.
- Bueno, ¿Nos vemos ahora?
- ¿Ya me echás de menos? Te fuiste esta mañana.
- Mucho tiempo sin vos.- sonreí y volví va mirar la puerta.- ¿Quedamos para cenar?
- No es mal plan.
- ¿Viste? Pido algo y venís a mi casa.
- Pero sin quedarme a dormir.
- Bueno...no se puede tener todo.
- Está noche nos vemos.
- Avísame y voy a por vos si querés.
- Ya te diré.
- Dale, chao.
- Chao.
Terminé la llamada, volviendo a sonreír antes de dejar el teléfono y abrir por fin los apuntes, estudiando hasta que mis padres me llamaron para bajar al salón con ellos.
Al llegar, cada uno estaba sentado en los dos sillones que había aparte del sofá, ya cambiados de ropa y descansados. Mi madre estaba atenta a la televisión, que estaba a poco volumen para no molestar a mí padre, que leía uno de sus tantos libros.
- ¿Queríais algo?- pregunté sentándome en el sofá.
- Sí, mañana vamos a cenar con los Blanco como te dijimos.
- Bueno, vale.
- Seguramente conozcas a su hijo, Agustín, igual ya sabés de él.
- Algo oí, pero sin más.
- Era sólo eso, para que lo supieses y no hicieses otros planes.
- Vale, pues...hoy salgo también a cenar fuera.
- ¿Fuera? Pensaba que cenariamos todos juntos.- dijo ahora mi madre.
- Ya, pero me llamaron antes y no me acordé.
- Al menos no llegues muy tarde.
- No, no, ceno fuera y vengo.
Mi padre ya había dejado de prestarme atención, volviendo la vista a su libro mientras que mi madre me dedicó una leve sonrisa antes de dejar que volviese a mí habitación, aunque ya no para estudiar.
Finalmente, me fui a duchar para cambiarme y arreglarme lo suficiente para ir simplemente a su casa. Agarré mis cosas y me despedí de mis padres mientras abría la puerta de la entrada.
Cuando Benjamín, el chófer, me preguntó si quería que me llevase le dije que venían a por mí, así que se quedó apoyado en el auto fumando mientras veía como me terminaba de ir de mi casa, andando unos metros más antes de llamar a un Uber para ir hacia la casa de Mauro.
Al llegar, pagué y fui a su puerta, llamando para acabar por saludarle con un abrazo y un corto beso unos segundos después, cuando abrió.
Pasé hacia dentro detrás de él, yendo hacia su salón, donde ya esperaba la cena que había pedido.
Aunque él no quería, acabé por poner una película en su televisión aunque sólo quedase de fondo mientras que hablábamos y cenábamos.
Entre risas y algún beso, acabamos por fin de comer y de contarnos lo poco que habíamos hecho en el día después de que se marchase de casa esta mañana.
- Mañana podrías venir a una entrevista que tengo.
- ¿A acompañarte?- asintió y sonreí levemente.- ¿Cuándo es?
- Por la tarde.
- Creo que puedo.
- Crees.
- Tengo que ir a una cena con mis padres.
- Había pensado en después ir nosotros a cenar.
- Pues...no puedo dividirme, ojalá.
- No, no, no pasa nada, si no es mañana será otro día.- asentí sonriendo y él también sonrió.- ¿No te vas a quedar a dormir?
- ¿Ahora?- asintió sonriendo y negué con la cabeza.- Hoy no, Mauro.
- Dale, le decís lo que sea a tus viejos y ya fue.
- Es que acaban de llegar de viaje esta tarde, tampoco quiero no verlos nunca.
- Está bien, está bien...- levantó sus manos levemente en forma de defensa y luego buscó algún cigarro para fumar.- Igual a veces parece que sos menor de edad.
- ¿A qué te referís?
- A que mandan en tu vida como si aún fueses una nena.
- ¿Por esto?
- No, no, por otras cosas lo digo.- por fin pudo encenderse un cigarro y darle una calada antes de dejarmelo.
- Bueno, son así.
- Y vos no hacés nada, no sé, podrías irte de casa por fin.
- Mauro, no trabajo de nada, sólo estudio y para que mi trabajo a futuro sea el de mi padre.
- Bueno, te vendrías conmigo entonces.
- Ya y vos me pagas las cosas, ¿No?- levantó sus hombros y negué con la cabeza.- Para eso no, Mauro.
- Pues buscas un laburo y te vas.
- No es tan fácil.
- ¿Buscar? Ya, pero...
- No buscar, sino irme de esa casa.- se quedó en silencio, fumando y suspiré.- Todavía me parece pronto para irme.
- Tenés 21 años.
- Sí y hace un año que mi hermana murió, no quiero dejarles completamente solos.
Entre nosotros hubo un silencio después de decir aquello, no uno incómodo, sino uno que dejaba paso a nuestras miradas.
- Está bien, lo entiendo.- asentí levemente y sonrió.- ¿Querés que te acompañe a casa?
- Iré en un Uber supongo.
Asintió y dejó de fumar para acercarse a mí y besarme antes de cambiar de tema y seguir hablando un poco más hasta que decidí llamar a ese Uber y despedirme de él en la entrada de su casa, subiéndole a aquel auto para volver con mi familia.

¿Dónde Estás? (Duki)Where stories live. Discover now