Capítulo 4

549 56 11
                                    


Era una cálida y tranquila tarde de un sábado, la marea danzaba y las aves volaban mientras emitían leves sonidos dandole un gran ambiente a la costa de Portoroso, se podían ver a algunas personas caminar tranquilas por las calles del pueblo pesquero y a algunas otras disfrutar de su maravillosa tarde de verano

En el pequeño pueblo no se oía más que ligeras conversaciones y los gritos de los niños que jugaban fútbol en la plaza, aquella tranquila tarde no parecía ser para nada extraordinaria, no hasta que el sonido agudo de un tren arribó

Ahora la vieja estación del pueblo no estaba vacía, en ella se encontraban cinco personas esperando con ansias que el dichoso tren, que se veía acercarse poco a poco, se detuviese, en sus rostros se podía ver claramente una mezcla se emoción y nostalgia, sin embargo, un rostro en particular reflejaba lo que parecía ser nerviosismo

Alberto, aunque moría de felicidad, poco a poco era consumido por una gran maraña de nervios, su estómago se sentía extraño y en su mente sólo aparecía la imágen de cómo se imaginaba que se vería su amigo, después de tanto tiempo, supone que tal vez creció más, o tal vez su cara cambio un poco, o tal vez su voz ahora es más gruesa y varonil, y así un millón de "tal vez" más

– Tranquilo Alberto, te aseguro que no cambió mucho

La abuela de Luca le dijo como si le hubiera leyendo la mente, el mencionado solo se limitó a sonreír nerviosamente y a preguntarse cómo es que aquella mujer lo conocía así de bien

Suspiró en un intento de tranquilizarse y, sin darse cuenta, recibió una risa de parte de la anciana

Pero él no era el único que se sentía de esa manera, en aquel tren, había un chico que se sentía aún peor, su mirada fija hacia el exterior sumada al movimiento frenético de su pie golpeando al piso preocupó un poco a la pelirroja

– ¿Todo está bien?

Preguntó acercándose a Luca, este último solo balbuceo algo que no fue entendible para la chica

– ¿Luca?

Y como esperaba, el monstruo marino estaba absorto en sus pensamientos, Giulia rodó los ojos y, con algo de gusto, le dió un leve golpe en la cabeza

– ¿Qué ocurre?

– Nada, solo estaba pensando cosas

– ¿Y qué son esas cosas?

Luca miró hacia el suelo algo incómodo, hablar de lo que ahora lo afligía le parecía raro y algo tonto, más sabiendo que él responsable de esos sentimientos era su bien amigo Alberto

Dudó en si le diría la causa de su comportamiento repentino, por un lado sabía que la pelirroja no lo juzgaría, pero por otro lado creyó que no lo tomaría tan enserio

– ¿Crees que Alberto nos siga queriendo como el verano pasado?

Después de unos lanzó esa pregunta hacia Giulia, la miró atentamente y espero su respuesta

– ¿Qué?

Inmediatamente se arrepintió de haber formulado esa pregunta, sabía que era algo tonto y extraño

Por otro lado, la pelirroja lo miró confundida, para ella era obvia la respuesta, tanto que le pareció hasta innecesaria la duda

– Nada, mejor olvídalo

– Luca, ¿Acaso eso te tenía tan preocupado?

Apenado, asintió jugando con los dedos de sus manos

– Obviamente que sí, Alberto es nuestro mejor amigo

"Mejor amigo" pensó Luca, palabras que, juntas, le parecían insuficientes

– Es más, te aseguro que justo ahora está en la estación con ansias de vernos

– ¿Cómo Hachikō?

– Es una comparación algo deprimente pero acertada

Una risita tímida salió de los labios del chico acompañado de una carcajada de Giulia, de un segundo a otro su ánimo cambió devolviéndole la característica sonrisa en su rostro

En un silencio para nada incómodo ambos miraron hacia afuera, el pequeño pueblo de Portoroso se veía a tan solo unos cuantos metros de ellos, alegres, tomaron sus pertenencias y se acercaron a la puerta más cercana

En la pequeña estación se podían apreciar como un pequeño grupo de personas movían sus brazos efusivamente

– Damas y caballeros, hemos llegado a Portoroso

Ese último aviso fue el que hizo que el tren se detuviera, los dos bajaron lo más rápido posible del tren y corrieron hacia donde estaban sus familiares

– ¡Papà!

*

*

*

– ¡Papà!

– ¡Giulia!

Alberto escuchó como Massimo gritó el nombre de su pequeña mientras sonreía lleno de felicidad, Giulia se abalanzó hacia su padre dándole un fuerte abrazo

– Mi sei mancato così tanto (Te extrañé tanto)

– Anche io, figlia (Yo también, hija)

Alberto se derritió de ternura al ver aquella escena, ver cómo padre e hija se reunían otra vez le conmovió

– ¡Luca, te extrañamos mucho hijito!

Los Paguro imitaron la acción del pescador y se acercaron a su pequeño para llenarlo de mimos

– Y yo a ustedes

El menor respondió abrazando a ambos padres a la vez, un par de lágrimas salieron de aquella pequeña pero linda familia

Alberto se sentía algo fuera de lugar, ver esas dos escenas hicieron que un par de recuerdos amargos regresarán a él, intentó ahuyentarlos pero fracasó, se maldijo internamete y miró hacia el frente topandose con la mirada de Luca clavada en su persona

Inmediatamente su mente quedó en blanco y su cuerpo se quedó helado, de su boca solo salió un pequeño suspiró antes de enmudecer, pero Scorfano no era el único en esa situación, Luca también había quedado petrificado al notar la presencia del contrario

Después de unos segundos, Alberto al fin se armó de valor y, con trabajo, logró decir la palabra que más deseaba que saliera de su boca

– Luca...

El mencionado, como por arte de magia, reaccionó y se acercó velozmente hacia él, extendiendo sus brazos en el aire conforme la distancia se hacía menor

– ¡Alberto!

Este último también corrió hacia el otro, intentado retener la humedad de sus ojos

Y, en un abrir y cerrar de ojos, los dos habían eliminado el espacio entre ellos en un fuerte y ansiado abrazo, abrazo que fue acompañado por sollozos de ambos, sin duda una escena de los más linda

– Te extrañé mucho, Alberto

– Y yo a tí, Luca

|=====================================|

No saben lo mucho que me gustó escribir este capítulo, espero que a ustedes les haya gustado :D

Nos vemos en el siguiente, bye

Amor marino |Luca|Where stories live. Discover now