Del lobo, el perro, el ciervo, la rata y la gata

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Junio de 1977

James estaba en su último castigo con Mcgonagall, nunca le importaba si tenía que ayudarle con las tareas de los de primero año, al final dejaban el trabajo de un lado y se ponían a conversar, era entretenido pasar los castigos si la profesora se pone ha hablar de Quidditch o sobre las clases de transformación. Por más raro que sonara extrañaría los castigos.

– Y Sirius consiguió convencer a Remus de que sería bueno remodelar su casa, he igual estoy seguro que Sirius se terminará mudando con el 

–¿Y tú a dónde irás?

– Me tomaré un año, aún no se que hacer realmente

–Pensé que irás por algo con relación con el Quidditch

–Mis papás dice que debía ir por algo más seguro

–Ni deberías hacer lo que ellos quieres

– Si no lo que yo quiero – Complemento de forma robótica, los últimos meses era una frase que le repetían de forma constante – Igual la escuela de aurores no suena tan mal, podría hacer trámites el siguiente año y Sirius estaría ahí

–Sirius no va a durar mucho si sigue siendo animago ilegal, debe hacer los debidos trámites

– Los hará tan pronto salgamos – Siguió ordenando los papeles que la profesora le había dicho, después de unos segundos de silencio se dio cuenta de que había pasado y la expresión de terror de James le causó una verdadera risa a la mayor, la cual retuvo para no arruinar el momento.

–Si lo sé ¿Creen que no me daría cuenta? – James movía la boca impresionado, las palabras no le salían de la impresión – Y dígame ¿Para qué lo hicieron?

–¿Le dirá al ministerio?

–Si tuviera la intención de hacerlo todos ustedes estarían en Azkaban hace años

– Gracias por no decir nada

–No agradezcas mejor dime ¿Por qué lo hicieron?

– Debería traer a los demás

–No es necesario

– Si lo es, no puedo decirle sin que los demás sepan, estaría traicionado su confianza

– Entonces vaya por los demás. Y no tarden
Casi se queda sin garganta de tanto correr gritando, fue por todos el castillo gritando el nombre de sus amigos, no se detenía cuándo preguntaba por ellos, igual nadie supo decirles dónde estaban.  Corrió como nunca y no fue a dónde más obvio es que pudieran a estar gracias a los nervios que sentía en esos momentos.

– Habrán pinches calenturientos – Gritó desesperado después de que la perilla de la puerta le quemará al tocarla, era un sistema que había creado después de muchas sorpresas que se llevaron, así que si tocabas la perrilla y está quemaba significaba que lo que pasará dentro de la habitación no te convenía Interrumpir – En serio es una emergencia – Seguía tocando la puerta sin parar, al igual que quien estuviera en la habitación no paraba de hacerlo – Maggonagall lo sabe mierda  – No sabía cómo explicarles sin delatarse frente a los estudiantes que salieron a ver qué pasaba – Es algo que no conviene que sepa, es sobre lo que hicimos el verano del 74

Con eso el sonido de la habitación regresó, claramente se escuchó como alguien cayó de la cama, después supo que fue Remus, él preguntaba molesto que estaba pasando. Cuándo pudo abrir la puerta encontró a Sirius más que vestido y aún Remus que había vuelto a la cama negándose a salir.

–¿Cómo es que lo sabe? – Habían puesto nuevamente el hechizo silenciador, después de que James casi tumbara la puerta seguramente había uno que otro queriendo saber qué pasaba.

Otra historia de los Merodeadores. Onde histórias criam vida. Descubra agora