Quiero Odiarte ✔️

Capítulo 34

C A P Í T U L O  3  4.

IAN DEATH OR DE'ATH

Su respuesta me dejó la sangre helada. Fue totalmente inesperado. Mi cuerpo y mi mente se desconectaron, me quedé inmóvil, inerte, paralizado. No pude ni siquiera mover un solo músculo del cuerpo o el rostro. ¿Estaba bromeando? ¿Cómo podía ella tener algo así? Las palabras en mi garganta se atascaron, quería decir alguna, pero no fui capaz de poder emitir nada.

Miré a Annabelle, esperando que empezara a reír, sin embargo, en lugar de hacerlo desvió la vista y aplanó sus labios.

Era verdad.

—¿Estás hablando en serio? —cuestioné, en un murmuro bajo. Estaba esperanzado a que me dijera que no, que solo me estaba jugando una estúpida broma.

—¿Por qué mentiría con algo así? —respondió, y tragué saliva. Entonces, después de unos minutos en silencio procesando la información me atreví a mirarla directo a los ojos.

Y sentí un tirón en mi pecho. Incómodo, terrible.

Y actúe por instinto, estiré mi mano para tocarla y la jalé hacía mí, pero puso resistencia.

—No... no quiero que me abraces —susurró. Su voz sonaba aguda —. Porque no quiero llorar y...

No la seguí escuchando, la jalé del brazo e hice que su cuerpo impactará con el mío. Su cara se enterró en mi pecho y mi nariz buscó el aroma de su cabello. No tenía un aroma en específico, olía a champú de cacao. Aroma al que no estaba acostumbrado.

—¿No puede haber un error? —inquirí, aunque sabía que la respuesta sería el uno por ciento de cien. Pero no me hacía de la idea. Era difícil aceptarlo así como así.

Sentí sus manos en mi espalda y su cuerpo dar una ligera sacudida.

Estaba llorando.

Estaba permitiendo que yo la mirara llorar.

—Quisiera que lo hubiese pero al parecer la muerte la tengo siguiéndome —intentó bromear, aún llorando, pero no me causó gracia, solo logró ponerme tenso.

—No es gracioso.

Annabelle se separó de mí y se limpió las lágrimas del rostro con rapidez.

—Lo sé, lo siento.

Me quedé observando el piso de madera por un segundo antes de mirarla de nuevo directo a la cara.

—Pero... —las palabras se quedaron de nuevo atoradas en mi garganta, y me obligué a aclararme la garganta —. ¿Vas  a tomar tratamiento, verdad?

Sus ojos estructuraron mi rostro por unos largos segundos en silencio, parecía que no quería decirme nada más, no quería darme más respuestas pero las necesitaba. Necesitaba todas las respuestas posibles.

—No. —respondió, y escucharla me dejó sin aire.

—¿Qué? ¿Por qué no? —pregunté —. ¿Por qué no lo harás? Annabelle debes tratarlo...

—Nunca se va, Ian —rebatió, sin exaltarse, parecía más tranquila, pero no sabía cómo podía lucir así —. Lo tengo por genética. Tuve una tía que también lo tenía, creyó que lo había combatido después de todo, pero luego volvió.   Solo se aleja temporalmente, Ian, pero vuelve. Cuando curses la mejor etapa de tu vida decide volver y hacerte sufrir de nuevo —ella limpió la humedad de sus ojos y sorbió por la nariz —. No quiero sentir dolor, no quiero verme como la vi a ella. No quiero asistir al hospital cada mes para hacerme una revisión y ver si voy mejorando o empeorando. No quiero perder mi cabello. Solo... no quiero verme en esa situación...