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Igor se consideraba una persona sencilla. Vivía únicamente con el propósito de servir a sus amos y era feliz con las pequeñas cosas de la vida, como comer su delicioso arroz blanco cocido viendo películas en blanco y negro. Por no hablar de torturar a alguien mientras sonaba de fondo alguna canción de música clásica. Cosas simples y buenas en su opinión.

Su existencia no estaba envuelta en los dramas que sufrían los demás. No tenía conflictos familiares, disputas románticas ni problemas financieros. Amo Fedor le ahorró todo eso al diseñarlo para que no tuviera sentimientos.

Su vida parecía que transcurriría de la misma forma para siempre, hasta que una noche un cartero llamó a su puerta y sacudió su mundo por completo.

-Buenas noches, señor. -Saludó el joven cartero con una sonrisa ensayada para parecer simpático y profesional al mismo tiempo. -Vengo del servicio de entrega de tinys.

Igor abrió bastante los ojos y empalideció ligeramente, sintiendo aprehensión ante la llegada de un tiny a sus vidas. ¿Sería para amo Fedor?

Rechazó la idea nada más pensarla. Era imposible, sabía que seguía amando a su fallecida mujer como el primer día que la conoció. Debía ser para amo Hai... aunque no sabía que amase a alguien. Su amo era muy reservado.

-¿Sería tan amable de firmarme aquí, por favor?

El cartero le entregó un papel y un bolígrafo para que firmara haber recibido el Tiny. Estuvo a punto de sacarlo de su error cuando vio su nombre arriba, donde decía: "destinatario del tiny".

Imposible. Tenía que ser un error. Se negaba.

-Ustied se ha equivocado -dijo Igor firmemente, aunque su voz reflejaba un sutil tono a ansiedad.

El joven frunció el ceño, revisando rápidamente el papel antes de volver a entregárselo, sonriendo de una forma más forzada.

-No, señor. Aquí está muy claro. Usted es Igor y este tiny le pertenece. ¿Podría firmar, por favor? Es mi última entrega antes de acabar el turno de hoy.

-¡Nio, nio, nio, nio! -Igor se negó firmemente, empezando a sentirse cada vez más abrumado por la situación. -Igor no poder tener tiny. ¡Igor no tener sentimientos!

-Señor. -El cartero sonó harto, evidentemente cansado de la situación. -Yo solo hago mi trabajo, que es entregarle su tiny. Si no lo quiere, llévelo al centro de adopción, aunque yo en su lugar le daría una oportunidad. Sea como sea, haga el favor de firmarme el papel ya, que como llegue tarde a ver la novela turca de las once mi novia se va a enfadar conmigo.

Igor se lo pensó unos segundos antes de firmar, entendiendo que alargar la situación no haría que el hombre se llevara consigo el tiny. Cuando le entregó el papel, lo cogió de la solapa de la camisa y lo acercó a él.

-No le cuente esto a nadie o yo hacer torturitias con ustied. ¿Entender?

El hombre se apartó bruscamente y asintió, entregándole una caja en perfecto estado que contenía la cápsula de su tiny. Después, se montó en su camión de reparto y se fue conduciendo a gran velocidad.

Igor entró silenciosamente a la casa. Por suerte ya había comido su plato de arroz blanco y había visto ya una película, así que fue directamente a su habitación, cerrándola por dentro.

Con sumo cuidado, abrió la caja y sacó la gran cápsula de su tiny, dejándola sobre su cama. Pudo ver movimiento en el interior y rápidamente se abrió la pequeña puerta, revelando a una personita que conocía muy bien.

-¡Hola! -Carlo tiny salió de su cápsula ataviado con un chaleco negro y pantalones de corte italiano, mientras sus ojitos azules reflejaban interés y emoción, fijándose en él. -Llevas un traje muy raro.

Igor se había quedado enmudecido por la sorpresa, así que no era capaz de responder. El pequeño no se lo tomó a mal y soltó una risita, complacido por tener toda su atención.

-Me miras mucho. ¿Crees que soy guapo? Bueno, sé que lo soy, pero quiero parecértelo a ti. Así seguro que se lo parezco también a mi futuro compañero. -El pequeño abrió mucho sus ojitos, dándose cuenta de algo. -¡No sé cómo te llamas!

-Igor. -Consiguió decir el ruso a duras penas, aún sin terminar de procesar la situación.

-Yo soy Carlo Gambino. -El rubio miró a su alrededor y sonrió encantadoramente, haciendo que le salieran dos diminutos holluelos en las comisuras. -¿Vives aquí? ¡Entonces eres rico, como yo! Qué bien, así podremos recorrer el mundo. Siempre he querido viajar, ¿sabes? Pero me tenía que esperar a que me trajeran hasta ti. ¡Pero ya lo han hecho y ahora podemos ir a donde queramos!

-No poder ser. -El ruso dijo las palabras de forma estrangulada, teniendo que carraspear de forma incómoda antes de proseguir. -Igor no poder quediarse contigo, Carlo.

Carlo tiny retrocedió un paso instintivamente mientras su rostro se demudaba, claramente herido. Durante un segundo hizo un enternecedor mohín antes de recomponerse y preguntar en un susurro. - ¿Por qué dices eso? ¿Es que no me quieres?

-No poder. -El moreno se apresuró a intentar explicarse.-Igor no estar capacitiado para eso. Amos no diseñaron a Igor para tener relaciones sentimentiales. Es... muy complicado.

El pequeño apretó sus pequeños puños y sus ojos se humedecieron, pero no soltó ni una lágrima. Sintió cómo se le partía el corazón y empezaba a temblar violentamente, mientras el amorímetro de su cápsula bajaba peligrosamente. Sin embargo, en vez de demostrar tristeza por la abrumadora sensación de rechazo, se dejó llevar por la ira mientras su rostro se ponía rojito del enfado.

- ¡Pues yo tampoco te quiero! ¡Vistes como un viejo y hablas raro!

Evidentemente herido, el tiny se dio media vuelta y se dirigió todo lo rápido que le permitieron sus piernecitas hasta su cápsula, cerrando la puerta con un dramático portazo.

Igor se quedó mirando a la nada, sin saber que hacer. Nunca en su vida se había sentido tan perdido.

Stay with me {Carligor}Where stories live. Discover now