La canción de la muerte

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En un rato inexistente, los ojos de Piper despertaron. Irónicamente, éstos lo primero que vieron fue que no volverían a hacerlo.
La mujer miró sus manos; eran amarillas y esqueléticas. Sus ojos veían lo que temían. Ella estaba muerta... estaba en El mundo de los muertos.

Poco se levantó y miró a Piper, sorprendido de no haber predecido lo que acababa de pasar.

Piper: ¿Que ocurrió? ¿Por qué estamos aquí?

Ella reconocía perfectamente el lugar en el que estaban. El no poder sentirlo le ayudaba a hacerlo.
Se levantó y miró a su alrededor.
El lugar parecía un pueblo con decoraciones típicas de la festividad. Habían muchas velas, telas de distintos colores, mercados, etc.
Sin embargo, lo mas peculiar era el cielo, el cual le recordaba a "la noche estrellada" de Van Gogh. Era todo azul oscuro, pero con manchas negras y algunas de otros colores. También resaltaba la gente, que estaban como ellos; huesudos y con trajes y vestidos típicos.

Poco: n... no se que pasó. Nunca me había pasado esto. Qui... quizás fue por tu conexión con este mundo y el sentimiento musical que compusimos con nuestro beso. Pero... ¿estas bien?

Piper estaba contemplando el mundo que la rodeaba en ese momento. Por alguna razón, aparte de lo extraño que fue el viaje irrepentino, se sentía mas cómoda que antes. Era como si estuviera destinada a estar ahi.
Ella voltio y miró a Poco seriamente.

Piper: si... estoy bien.

Poco apenas sabía como ella podría llegar a aceptar lo que ocurrió tan rápido. La chica acababa de morir y esta vez no fue revivida. Se encontraban en un lugar que nunca creían que volverían a ver. Era como vivir un sueño. Sin embargo, por ahora debían acomodarse y mas tarde pensar que deberían hacer.

Ambos, con ayuda, se refugiaron en una vieja tienda abandonada, que estaba junta a todas las demás, mientras la gente pasaba y los vendedores conversaban con los clientes.

Poco: deberíamos descansar. Creo que por aquí hay camas. Suerte que los dueños de los mercados de al lado nos ayudaron.

Piper: no tenía idea de que los muertos descansaban.

Poco: si... tampoco yo.

Ambos se quedaron en silencio mientras se acomodaban para dormir. El lugar era muy pequeño, por lo que solo había una cama no muy grande, la cual debían compartir si no querían que uno se acostara en el suelo mugroso.
Piper abrazó a Poco. Ella estaba helada, a pesar de que era un saco de huesos.

Poco: siento mucho que debas estar aquí. Debí haber sido mas responsable del poder que tenía y de lo que podía provocar.

Hubo un momento de silencio, hasta que Piper, después de pensar, creyó al fin entender que debía hacer.

Piper: no... ahora se que realmente pertenezco aquí. Éste es mi lugar, mi destino. La música guió mi vida desde los malos momentos hasta los mas hermosos. Ahora lo entiendo todo. Lo que necesitaba era estar contigo. Y ahora lo estoy mas que nunca.

Poco estaba sorprendido. El la amaba y quería la felicidad de ambos. Éste pudo comprendedla, pero aun así no podía dejar de sentirse culpable. El era el dios de la música. El controlaba cada nota a su gusto, dándole forma y sonido a todos sus sentimientos y pensamientos. Con su música dañaba, curaba, lo hacía todo. Él sin saberlo guió a Piper con su música a su destino. Sin embargo, hay algo que no encajaba. Poco siempre vio un potencial en la chica que no vio con nadie mas. A pesar de su poder, no terminaba de comprender por que se sentía tan incomodo.

Piper: yo simplemente... te amo.

Piper besó al mariachi, sin cambios de mundos esta vez. Les esperaba una larga y al mismo tiempo nula noche. Ella no podía esperar para nadar y volar sobre ésta.

Al día siguiente, ambos fueron a explorar la zona. El cielo ya no estaba de un azul oscuro. Ahora era como el de un día soleado. Los chicos corrían y jugaban con los animales, las tiendas abrían y la gente caminaba, entre otras cosas cotidianas.
Poco le enseñó varias actividades y tradiciones. Piper disfrutó mucho cómo el esqueleto le describió detalladamente el significado de cada adorno y pintura que se encontraban mientras caminaban. La gente era bastante amable allí. Les ofrecían comidas, los guiaban y los trataban muy bien.

Piper: ¡hey, ¿que es eso?!

Poco: oh... es un baile tradicional en el mundo de los muertos. ¿Te gustaría que vayamos y mostremos de lo que estamos hechos?

Piper: ¡claro que si, vamos!

Los dos fueron y comenzaron a hacer un elegante baile de pareja. Un mariachi cantaba y tocaba una canción mientras ellos continuaban bailando.
De pronto, la canción se volvió mas rápida y animada, haciendo que Poco y Piper hicieran pasos mas veloces.
Ellos se tomaron de las manos y comenzaron a girar mientras reían y la música animaba el ambiente. El pequeño publico aplaudía al ritmo de la canción y la pareja se divertía como nunca.
Lentamente, ambos automáticamente dejaban de escuchar la música y el grito de la gente para llenar el ambiente con sus giros y el amor que rodeaba su baile.
Poco comenzaba a recordar toda su vida y su muerte. La melodía de su existencia lo había llevado a eso. De pronto empezaba a olvidar todos los pesos emocionales y se relejaba, dejando que el destino lo maneje como la corriente de un río. Ya no necesitaba sentir. Solo flotaba en el momento.
Así, ambos dejaron que el baile inunde sus pensamientos.

Repentinamente, entre la felicidad, la música y los gritos, la guitarra de Poco comenzó a brillar y a temblar. De repente una brecha se abrió en ella. El esqueleto no se daba cuenta de ésto. Algo no estaba bien.

Poco X Piper - Notas lluviosasWhere stories live. Discover now