37. Felices dieciocho.

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Y ahora dime, ¿cómo has conseguido entrar en la casa?

Si este encuentro lo hubiera tenido dos meses atrás, antes de haber hecho todas y cada una de las cosas que me dijo Fox, antes de aprender a controlar mis emociones, a no dejar que el miedo se mostrase como una expresión fácil de ver en mi rostro, estaría muerto antes de poder abrir la boca.

No debo olvidar darle las gracias en el futuro.

Me quedo totalmente serio, con una expresión lejana y vacía mientras barajo distintas posibilidades antes de responder. Podría hacerme el gracioso con él y llevarlo a mi terreno, pero a pesar de que su expresión no muestra signos de amenaza, algo me dice que su humor no es precisamente abierto.

Así que me decanto por la opción fácil, hacer lo mejor que se me da en esta vida. Parecer inofensivo.

Sonrío tímidamente y dejo que mi vista vague por la mesa largos segundos pretendiendo que mis movimientos sean fáciles de leer y pienso en todas las cosas vergonzosas a lo largo de mi vida en un intento de que mis mejillas se tiñan de rojo.

Podría recordar la humillación que sentí en casa de Brandon cuando me cortó el pelo frente a tantas personas, pero después de mi remodelación al estilo Foxy, pensar en eso solo aviva mi rabia y un deseo oscuro de venganza.

Así que traigo a mi mente un recuerdo que no se borra ni se olvida por más que lo intente. La noche en la que fui drogado. Era y la vez no, consciente de todo lo que estaba ocurriendo. Estuve consciente mientras West intentaba ayudarme, mi cabeza me decía que estaba mal pero a la vez quería que el momento se alargase todo lo posible.

Entonces me abalancé sobre él como un salvaje y traté de forzarlo para conseguir lo que quería. Más y más placer.

Es suficiente para sentir como el calor me trepa por el cuello y calienta las puntas de mis orejas. Así que dejo el recuerdo en stand by y enfrento a Marco.

Mi sonrisa se hace más evidente mientras en un intento de disculpa, me llevo una mano a la cabeza.

—Me he colado —admito.

A veces, las mejores mentiras empiezan con la verdad.

Sus cejas blancas se elevan hasta casi tocar la raíz del cabello. Esa zona es de unos tonos más oscuro que el resto del cabello, como si a medida que creciera, este se fuera aclarando poco a poco.

Estoy al noventa por ciento seguro que no esperaba que fuera a admitirlo tan rápido.

—Te has colado —repite.

—Verá, es que... no sabía si Fox estaba en casa —miento descaradamente—, y no quería que se enterara de que había venido a hablar con usted. Esperaba que esto pudiera quedar entre nosotros.

—Comprendo —asiente mientras me escucha sin alterarse—. ¿Tenéis problemas?

Suspiro de forma dramática. Si puedo seguir mintiendo contando medias verdades no debería preocuparme, es algo que hasta yo puedo hacer. Lo bueno de contar verdades dentro de las mentiras es que no tienes que inventarte toda la historia, por eso luego no es tan complicado recordarla.

—No pretendo ofender a su hija —comienzo—, yo la quiero muchísimo pero tiene un temperamento un poco...

Marco sonríe ligeramente y su seria expresión desaparece.

—¿Explosivo? —termina por mí—. Sí, en eso es igual que su madre.

Ahora es mi turno de sorprenderme.

—Nunca habla de su madre —suelto antes de darme cuenta.

—Murió cuando ella aún era pequeña —confiesa, aunque no revela nada más.

Trueno y Relámpago.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora