57. Inmunidad.

22 2 1
                                    

El ordenador del doctor Blackburn es como una bomba de relojería.

No solo tiene todo el proceso de Trueno documentado en su ordenador, sino que además se encargaba de supervisar la atención médica de todos los chicos que hay secuestrados en el nivel -2 bajo la mansión de Marco.

Mientras Atom estudia las fichas médicas de los chicos, West y Sinclair aguardan sentados frente a la pizarra mientras les hago un esquema de la sala de fiestas que hay bajo la casa de Marco.

Hemos partido la pizarra en dos.

West nos ha hecho antes un dibujo de La Mansión y sus varias plantas en el lado derecho de la pizarra. La ubicación de cada cámara, los puntos más vulnerables de la casa, posibles rutas de escape y los turnos de guardia de los de seguridad.

Un dato mínimo y nada importante pero que creo necesario destacar. West dibuja fatal.

Cuando ha terminado he cogido el relevo y en la parte izquierda de la pizarra he hecho un dibujo de la sala y un plano visto desde arriba.

Subrayo con el rotulador cada uno de los cristales expositores.

—Aquí es donde Marco expone a los chicos —explico—. Hay un total de dieciséis, lo que significa que no siempre se alquilan los mismos.

Rodeo una de las puertas.

—Y por aquí, se accede a las habitaciones en las que tienen lugar los encuentros entre los compradores y los prisioneros de Marco —digo, con el rotulador sobre la puerta—. Es un largo pasillo con un montón de habitaciones, dieciséis para ser exactas, el mismo número que el de los cristales de la sala de fiestas.

—Y tú irrumpiste en esas habitaciones y te llevaste a esos cuatro —dice.

—Oh, y les robé las carteras a los que habían pagado a Marco —añado acordándome de pronto—. Para investigarlos y eso. Pero claro... West estaba envenenado y se iba a morir, yo tenía que asaltar mi propia casa para recuperar la investigación de mi madre y se me olvidaron por completo las carteras. ¿Eso cuenta como delito de robo?

Asiente.

—Sí, es un delito, pero teniendo en cuenta la gravedad del asunto, no creo que si presentan cargos contra ti vayan a sostenerse.

—Podría conseguirlas por si algún compi tuyo puede investigarlos —propongo.

—Me parece una buena idea.

Continúo con la explicación.

—Hay varios giros pero todo se reduce a un mismo pasillo y justo al final de este, hay un ascensor. Solo hay dos formas de acceder a los niveles, ambas son por un ascensor —explico—. Al menos las que yo conozco. Quizá Kenai pueda corroborar la información, él conoce mejor la casa.

—¿Quién es Kenai?

Apunto a Sinclair con el rotulador.

—Era uno de los tipos de seguridad de Marco —contesto—. Lo secuestré la noche que nos cargamos la fiesta de Marco. Ahora está retenido en el piso franco.

Sinclair aprieta los párpados con fuerza con el índice y el pulgar.

—Mikael... ¿Hay algún delito más que creas conveniente contarme?

Marco me obligó a matar a un hombre.

Aunque eso no es del todo cierto. Él solo puso las condiciones, y yo las acepté de buena gana.

Me pregunto si en caso de que eso saliera a la luz y me acusaran de asesinato, expresar la rabia que sentía al pensar en todas aquellas personas encerradas y utilizadas como objeto sexual serviría como reducción de pena ante un tribunal.

Trueno y Relámpago.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora