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Bienvenidos sean, shinobis de todas las aldeas. Ha sido un tiempo muy largo el que nos hemos ausentado, pero, sin importar nuestra procedencia, ahora yacemos todos reunidos una vez más para traer ante ustedes escritos que con nuestro puño y letra creamos para su deleite.
Para quienes no me conozcan, soy Konan, Ángel de Amegakure y miembro de Akatsuki, cuya misión más importante en la actualidad es hacer que disfruten cada párrafo que se encuentren en este espacio.
Considero tener una habilidad con las palabras que me permitirá defenderme ante sus exigencias, de manera en que me destaco escribiendo angst y sucesos que contengan tristeza o tragedia al ser esta la emoción que más palpable siento; asimismo, también se me dan bien el romance en una luz tanto dramática como ligera, el erotismo con un enfoque poético en las sensaciones y emociones que evocan de los actos sexuales, situaciones planteadas en un Universo Alternativo y relatos donde la muerte, sangre y violencia abundan desde distintas perspectivas. A esto quiero adjuntarle que me encuentro dispuesta a relatar temas sensibles, siempre y cuando no se me pida romantizar, normalizar o glorificar ninguno de estos, así como también el hecho de que no sientan limitaciones en cuanto a género, pareja o personaje a la hora de solicitarme algo.
Y como cualquier otro, hay cosas que bajo ninguna circunstancia podrían correr por mis manos, y entre esas están la pedofilia, necrofilia, rayita/TN, comedia en exceso y temas como trastornos mentales, violaciones, relacione abusivas tratados de forma romantizada, glorificada o normalizada. Por favor, absténgase de buscar aquí y en cualquier otro libro contenido de este tipo; hagamos de esta plataforma un lugar mejor.
Para darle final a esta presentación, los dejo con el escrito que decidí presentar ante ustedes. Confío en que esto les motivará a pedirme algo más adelante.
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CHO DIO UN RESPINGO DEL DOLOR.
Soltó un profundo suspiro y rasgó una parte de su bata, colocando el pedazo de tela en la herida de su muslo para hacer presión en la misma y detener el sangrado. Aunque no era su única herida, sí era desde lejos la más preocupante de todas y la única de ellas que parecía una amenaza.
